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“A nosotros nos mandaron unos sin cabeza”: aterrador audio entre líderes de disidencias de las Farc y del ELN que se recriminan mutuamente
Alias Antonio Medina y alias Rambo hablan de buscar un diálogo entre los dos, pero aseguran que les toca hacerlo “entre los tiros”.
La degradación de la criminalidad en Colombia no tiene límites. Así lo comprueba un audio, conocido por SEMANA, en el que alias Antonio Medina, líder de las disidencias de las Farc, y alias Rambo, líder del ELN, conversan por radio y se recriminan los ataques que se han hecho sus estructuras.
Antonio Medina y Rambo han llevado terror al departamento de Arauca, un lugar en el que los frentes 10 y 28 han mantenido enfrentamientos continuos con el ELN y la disidencia Segunda Marquetalia, de Iván Márquez, en zona de frontera con Venezuela, hecho que ha causado muertes de civiles y un masivo desplazamiento en este territorio.
La conversación arranca cuando Medina, jefe del frente 28, le dice a Rambo que “mire a ver cuándo nos sentamos y hablamos”. Ante la propuesta, el líder del frente 10 le pide que “muestren voluntad, porque ustedes no tienen palabra, discúlpeme parientico, pero sus jefes no tienen palabra”.
A partir de este momento la conversación sube de tono y Antonio Medina le pregunta a su interlocutor: “¿Qué hijueputas fue lo que pasó en el comienzo de todo esto? Yo sí quisiera saber quién fue el que empezó toda esta huevonada”, a lo que Rambo le contesta: “La verdad, lo que usted sabe es lo que sé yo”.
El frente 28 y el frente 10 libran una cruenta guerra en la que también se enfrentan el ELN y la Segunda Marquetalia por sostener el control de lo que antes fue el bloque Oriental de las Farc, de la mano del abatido ‘Iván Mordisco’.
“Yo creo que los dos que estamos tragando mierda con todo esto, deberíamos buscar canales para arreglar esta situación, esta fuerza que estamos perdiendo la deberíamos apuntar hacia la burguesía, no entre nosotros, esto es una vergüenza”, apunta Antonio Medina.
Y a partir de este momento empiezan las recriminaciones:
–“Ole, dígame, por qué metió el bombazo a la sede allá en Saravena”, recrimina Rambo
–“Bueno, ese sí lo metí porque ustedes saben que ustedes manipulan todo eso de la contratación y toda esa mierda, yo no le estoy diciendo que no, sí fui el que metió esa chimbada”, le responde Antonio Medina
–“Pero imagínese usted toda la gente inocente que murió”, responde Rambo.
La referencia a la que se hace en la conversación sobre la contratación en Arauca guarda relación con lo que se ha visto en videos revelados por las autoridades, en los que Antonio Medina, cuyo nombre real es Ómar Pardo Galeano, sale amenazando contratistas del departamento y citándolos a reuniones a rendir cuentas.
Luego de la recriminación, Medina vuelve a insistir en la propuesta de diálogo: “Si ustedes tienen la forma y pueden mandar un delegado diga y nosotros enviamos otros y mientras tanto tomamos posiciones”.
Ante la insistente propuesta, Rambo le contesta: “muestren voluntad y recuéstense hacia las nubes”, a lo que su interlocutor responde: “no, Rambo, yo no voy a retirar la gente”.
A partir de este momento, los ánimos se caldean y arrecian las acusaciones mutuas. “Me extraña de usted, lo que hicieron con Cachirre es una vergüenza para ustedes mismos, eso es no tener respeto por la muerte, lo dejaron que se lo tragaran los marranos y antes le estaban grabando un video, eso es una bajeza, no se le olvide que algún día tendremos que ponerle la cara al pueblo”, dice Medina.
Rambo responde con otra recriminación: “Ese muchacho quedó ahí para que lo enterraran, pero lo que ustedes hicieron con los de nosotros, degollados, la cabeza desbaratada, ¿eso cómo se llama? A nosotros nos mandaron unos sin cabeza, entonces si usted no retira su gente, pues tampoco”.
Ante la falta de acuerdo para un diálogo, alias Antonio Medina, quien fue uno de los autores del secuestro del coronel del Ejército Jorge Pérez, concluye: “Bueno, Rambito, sigamos nuestra fiesta”.
Si bien se desconoce la fecha de la conversación, el audio deja ver la crudeza a la que ha llegado la criminalidad en Colombia. Y también el temor que existe entre las disidencias ante una guerra de nunca acabar.