Ahora el blanco de los ataques de Petro ya no es solo el uribismo. También lo son quienes hasta hace poco fueron sus aliados. | Foto: JORGE RESTREPO

ANÁLISIS

¿A qué juega Petro en 2020?

El senador de la Colombia Humana endureció su discurso. Ya no solo fustiga a Duque o Uribe, sino que la ha emprendido contra todos, incluidos sus aliados políticos. ¿Qué pretende con esa estrategia? ¿Le rendirá frutos?

25 de enero de 2020

Gustavo Petro es el rey de la controversia política. Apoyado en su retórica, se hizo a una merecida fama en el Congreso como uno de los mejores senadores. Allí lideró debates fundamentales sobre la influencia del paramilitarismo en la política y se posicionó como uno de los más férreos opositores de Álvaro Uribe.

En Bogotá denunció el carrusel de la contratación en la alcaldía de Samuel Moreno. En medio de la crisis que se desató en el Polo por la corrupción, renunció a ese partido, creó un nuevo movimiento, la Bogotá Humana, y ganó la alcaldía. Durante cuatro años, desde su tribuna en Twitter, se defendió y cazó peleas con medio mundo. Esa ha sido la constante.

Pero en la coyuntura de 2020, justo cuando acaban de comenzar los nuevos gobiernos locales, algunos de ellos considerados alternativos, el senador de la Colombia Humana endureció su discurso. Ya no solo enfoca sus críticas en Duque y Uribe, como era habitual, sino en representantes de todas las vertientes políticas.

Hoy Petro es la cara visible de la oposición a Claudia López, un papel que muchos pensaban que iba a desempeñar el uribismo. Pero también la ha emprendido contra el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, uno de sus aliados en el pasado. Tampoco se han salvado el senador Jorge Enrique Robledo; los líderes animalistas de Bogotá; los empresarios que no comparten sus tesis sobre el Estado; los promotores del voto en blanco; los que han decidido ser de centro y rechazar los extremos; los concejales y congresistas del Partido Verde; su rival Sergio Fajardo... es decir, hay una especie de Petro contra el mundo.

Su vehemencia se refleja principalmente en su cuenta en Twitter, con más de 3,6 millones de seguidores, donde en las primeras semanas del año ha dado más de una sorpresa. En la última semana, por ejemplo, se puso del lado del alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, de la casa Char, la misma con la que mantiene una puja constante por el voto caribe. Lo hizo con un solo objetivo: cuestionar a Claudia López. “El alcalde de Barranquilla se llama Pumarejo y su decisión de no enviar el Esmad a la movilización ciudadana es lo que garantiza que no haya ningún hecho de violencia. Son los datos y hay que darlos. Y no soy mezquino, amigo”, le respondió al líder estudiantil Alejandro Palacio. Este había escrito: “Petro alaba a los Char para poder atacar a Claudia. Así de grande es su mezquindad”.

Al alcalde de Medellín, que lo apoyó decididamente en la segunda presidencial, ya le lanzó varios dardos. “Las fuerzas retardatarias tienen buena parte del gobierno de Quintero en Medellín: educación, seguridad, área metropolitana; y al mismo tiempo lo quieren derribar. O el alcalde profundiza una estrategia reformadora en la ciudad o los fascistas lo tumban”, dijo. Resulta paradójico que Quintero tuvo su talón de Aquiles en la campaña cuando lo tildaron “petrista” y dijeron que acabaría con el establecimiento paisa.

Ante esta versión de Petro, muchos se preguntan a qué le apunta en su estrategia de este año. “Está apostándole al fracaso de las opciones independientes que han surgido en las elecciones territoriales. A que esas expectativas se frustren y agudicen la polarización que vive el país. También está interpretando que la protesta social la podría poner a su favor en la medida en que se exacerben aún más los ánimos ciudadanos”, asegura Ernesto Borda, director de la firma Trust. “Él siempre ha actuado políticamente a partir de una premisa marxista que es la contradicción, la dialéctica y la lucha de clases, generar expectativas para generar frustraciones y confrontar al establecimiento con los sectores populares. Esa es la receta que está aplicando en esta nueva coyuntura”, añade Borda.

En las redes sociales Petro se mueve como pez en el agua, aunque en el pasado se ha equivocado al divulgar información falsa o tendenciosa. En ese ámbito, algunas personas han empezado a sentir su nuevo tono.

Algunos lo han criticado porque está oponiéndose a decisiones que él mismo tomó en su época de alcalde, como sacar el Esmad para contener el vandalismo. Frente a la construcción de TransMilenio por la carrera Séptima y la avenida 68, otros han recordado que, en su programa de gobierno, él mismo propuso esas troncales.

Como un hecho inédito en sus filas, que suelen defenderlo a capa y espada, se ha visto que algunos que trabajaron con él en la alcaldía se le han ido desmarcando debido a su actitud y a sus salidas en falso.

“Decidí bloquear a Petro (en Twitter) por sus mensajes autoritarios y misóginos. Fue un gran político que no ha podido superar sus últimas derrotas políticas. Debemos seguir y buscar otras opciones que nos permitan llegar al poder”, escribió Diana Marcela Otavo, que en el pasado fue una defensora a ultranza del exalcalde.

Petro suscitó una de las polémicas más recientes al arremeter contra los que rechazan los extremos de la derecha y la izquierda y buscan la moderación, una tendencia que de hecho se impuso en las elecciones locales. A ellos, Petro les mandó este trino que produjo una gran indignación: “Ser de centro asexuado significa recibir palo de sus lados, la izquierda pedirá que no salga el Esmad, la derecha que salga pronto. Resultado: el centro asexuado sacará el Esmad pronto y se llenará de testosterona. Es mejor ver la política como política de la vida o de la muerte”.

La estrategia de Petro consistirá en hacer ver que los nuevos gobiernos alternativos no lo son realmente, para ganarse ese espacio en las presidenciales de 2022, donde no la tendrá nada fácil. Candidatos de izquierda pura como Robledo, de centro como Fajardo o independientes y con votos como los hermanos Galán le podrían quitar parte importante de los 8 millones de votos que obtuvo en la segunda vuelta de 2018, contra Duque.“Petro opta por la tesis de que es mejor destruir todo para el surgimiento de un nuevo orden. Es un marxista coherente, está trabajando sobre esas premisas efectivas y populistas, pues buscan desconocer los esfuerzos del establecimiento y poner a los caudillos por encima de las instituciones”, sostiene Borda.

En la Colombia Humana afirman que Claudia no resultó tan alternativa como decía, ni tampoco otros mandatarios locales y por eso defienden el papel de Petro como opositor nato en este año. “Teniendo en cuenta que el Gobierno Duque representa políticas que nos han conducido al fracaso, esperaríamos que los gobiernos alternativos locales confrontaran estas lógicas. Por eso nos hemos abocado a generar debates locales para que las demandas que la gente está expresando en las calles sean respaldadas por sus mandatarios”, señala Daniel Rojas, integrante de ese movimiento.

En todo caso, nadie sabe en qué terminará la estrategia de Petro. Su discurso del caos o del “yo o nadie” se enfrenta a gobiernos alternativos con apoyo en las calles y fuerza en las redes sociales. Además, apenas se dieron cuenta de la estrategia del senador, ya le vienen haciendo contrapeso. “Si Claudia hace una buena alcaldía y le resta bases a su estrategia del descontento, de la beligerancia, le disminuirá la vigencia que mantuvo durante los cuatro años de Peñalosa poniéndolo contra las cuerdas y haciéndole la agenda comunicacional”, sostiene Carlos Suárez, CEO de la firma Estrategia y Poder.

¿Qué tanto éxito tendrá el camino emprendido por Petro? Cuando perdió en la segunda vuelta presidencial, prometió que saldría a las calles a hacer oposición e iniciar su campaña de 2022. Hasta ahora ha cumplido en eso. Pero su plan de irse contra los nuevos gobernantes locales, que generaron esperanzas de cambio, es inédito. Por eso, el éxito o fracaso de esta apuesta está por verse.