Huila
Aberrante caso: dos hombres habrían profanado la tumba de la cuñada del alcalde de Timaná, Huila
Esta acción se registró posiblemente para tener relaciones sexuales con el cadáver.
Un aberrante caso se presentó en las últimas horas en el municipio de Timaná, en el departamento del Huila, donde dos hombres habrían profanado la tumba de una joven de 22 años para posiblemente tener relaciones sexuales con el cadáver.
Este hecho tiene consternada a la comunidad en general, luego de que en horas de la noche del pasado lunes 20 de marzo estos sujetos irrumpieran el Campo Santo de dicho sector y profanaran el cuerpo de Daniela Gasca Ome, hermana de la esposa del alcalde de Timaná.
De acuerdo con el relato de Marco Adrián Artunduaga Gómez, mandatario de esta localidad, los presuntos depravados ingresaron al cementerio en el sector dos, bóveda 125 y extrajeron el cadáver de su cuñada, quien había sido enterrada aproximadamente siete horas antes tras haber fallecido por una neumonía crónica.
“Ellos extraen el cuerpo, cometiendo algunos vejámenes sobre sus restos, lo sacan y lo tienen sobre el pastizal, porque la niña aparece con evidencias de pasto en su cabello y obviamente desorganizada su ropa y al parecer hubo otros actos sobre sus restos”, señaló el alcalde al Diario del Huila.
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Por su parte, Angie Lorena Gasca, esposa de Marco Artunduaga y gestora social de Timaná, pide justicia por el caso que se presentó contra el cuerpo de su hermana.
“Le pido a las autoridades que sean contundentes en la investigación y este aberrante caso no sea uno más en la impunidad, no tiene perdón de Dios, las personas que adelanten este tipo de actuaciones, cualquiera que sea la motivación”, precisó la conjugue del alcalde.
Ante esta situación, el mandatario de Timaná ofreció una recompensa de hasta 5 millones de pesos a quien suministre información adicional que permita ubicar a los responsables de este caso.
“Requerimos la solidaridad de las personas que tengan cámaras sobre la carrera cuarta desde el parque principal hasta el cementerio, favor suministras los videos del lunes pasado entre las seis de la tarde hasta la once de la noche; ya tenemos algunos sospechosos del aberrante caso de profanación”, puntualizó Artunduaga Gómez.
Mientras tanto, se espera un pronunciamiento oficial por parte de los uniformados del CTI, quienes arribaron hasta el lugar de los hechos para recopilar pruebas pertinentes que permitan esclarecer este cruel acto de profanación.
Profanación en Arauca
“¿Volvió a ocurrir?”, preguntó Katherine González la cuarta vez que escuchó a su papá ahogarse en las palabras al otro lado del teléfono. En la línea hubo una confirmación seca, sin argumentos, acompañada de mucho dolor. Una vez más, en menos de 11 meses, el cadáver de su hermana, Karen González, asesinada el 10 de marzo de 2022, había sido profanado y atacado.
La primera vez que Katherine escuchó a su papá desencajado por las lágrimas fue precisamente cuando les informaron que dos sicarios le dispararon a Karen en una calle de Saravena, Arauca, mientras viajaba de parrillera en la moto de su esposo, un antiguo excandidato a la alcaldía de ese municipio y veedor ciudadano.
El crimen no levantó ninguna polvareda social en ese municipio, acostumbrado a hechos violentos por cuenta de la confrontación armada entre el ELN y el Clan del Golfo. Karen no tenía amenazas, pero su pareja sentimental sí. El caso no fue llamativo para las autoridades y nadie investigó. Ella fue enterrada en el cementerio del corregimiento La Esperanza del municipio de Arauquita, de donde era oriunda.
Su familia la sepultó en una bóveda y luego se fueron desplazados hacia Bucaramanga por el miedo y zozobra que produce un ataque sin justificaciones. En octubre, cuando empezaban a hacerle frente al dolor, los llamó el sepulturero: “Sacaron el cadáver de Karen”, les dijo. En la primera profanación arrancaron la foto de la tumba, rompieron la placa de cemento, dañaron el ataúd y se llevaron algunos huesos de los pies. Antes de marcharse, dejaron una flor con un letrero que decía “con mucho cariño”.
“Eso nos afectó mucho psicológicamente: sentíamos miedo, pero nos quedamos callados por la pena, por la burla y humillación que esto podría generar. Sellamos la tumba con ladrillos y una lámina de acero, creyendo que así no iban a poder entrar”, relata Katherine. ¿Qué más podría pasar?, pensaron.
Tres días después de ese ataque, desenterraron nuevamente el cadáver y realizaron el mismo procedimiento: derribaron la pared de ladrillos, atacaron las extremidades del cuerpo, luego dejaron las flores con el mismo mensaje. “Ya en este punto nosotros estábamos destrozados, llorando desconsolados al ver que a mi hermana ni muerta la dejaban tranquila”, recuerda Karen.
En la segunda ocasión llevaron a un sacerdote y a un líder espiritual para tratar de encontrar respuestas paranormales a su cruda realidad. Hubo un par de oraciones y no más. El caso fue notificado a las autoridades, pero una vez más ignoraron la denuncia. Contando el asesinato, era la tercera vez que a la familia González la dejaron esperando en las fiscalías de Saravena y Arauquita.
Ante esta situación, su padre, Santiago González, decidió hacer guardia en las noches en el cementerio. Durmió 30 noches sentado junto a la tumba de su hija, pero el frío del lugar y las circunstancias lo enfermaron.
Karen era la primera de sus hijas, tenía 33 años, dos hijos de 16 y 6 años. Siempre fue pretendida por su belleza y personalidad extrovertida; era odontóloga de profesión, aunque antes de su asesinato estaba dedicada al comercio junto con su hermana, Katherine. La tercera –y última profanación– ocurrió el 29 de enero de 2023.
“Mi papá me llamó y me confirmó que había ocurrido otra vez. Apenas lo escuché supe de qué se trataba”, señala Katherine. El proceso se repitió: la familia denunció, pero el fiscal de Arauquita señaló que no tenía tiempo para ir hasta el lugar, a pesar de que el profanador dejó sus huellas marcadas en una lámina de acero. “De una manera muy apática me dijo que si quería que yo misma trajera las pruebas. Yo lo hice, pero hasta ahora no nos han dicho nada. No sabemos quién profana la tumba ni quién mató a mi hermana”.
Mientras la Fiscalía toma este proceso en serio y trata de hacer las mínimas averiguaciones, la familia de Karen decidió trasladar el cadáver a un lugar secreto y construyeron un búnker para garantizar su descanso en paz. Katherine, por su parte, cada vez que escucha una llamada de su papá, piensa: “¿Volvió a ocurrir?”.