SEGURIDAD
Los peligros mortales para los ciclistas de Bogotá
La muerte de dos personas en las vías ha conmovido a la ciudad. Las cifras de accidentes van en aumento. Aunque los conductores de carros son hostiles, la culpa a veces es compartida.
Moverse en bibicleta es una de las mejores decisiones que una persona puede tomar por su ciudad y por sí misma: alivia el tráfico y de paso evita contaminar el aire, también ahorra tiempo de trancones y mejora la calidad de vida. Pero Bogotá no suele recompensar ese esfuerzo, el sudor y las pedaleadas que muchos bogotanos dan cada día.
En la carretera, donde es el más vulneable, el ciclista enfrenta un peligro mortal. Le pitan por no mover sus piernas tan rápido como van sus motores, los cierran el paso, les bloquean el poco espacio que ocupan. Todo un repertorio de maniobras peligrosas que exponen al ciclista, apenas protegido por su piel, al golpe veloz y contundente de las carrocerías metálicas.
Solo en el 2016, la ciudad registró que 640.000 personas usaron la bicicleta como el medio para moverse por sus calles; 30% más de las que lo hicieron en 2015. Pero como creció el uso, también se disparó la cantidad de muertes de ciclistas en accidentes de tránsito en Bogotá: el año pasado fueron 71, la cifra más alta en una década. El último reporte de Medicina Legal, que hace corte en agosto, es de 36 ciclistas muertos en accidentes de tránsito en lo que va de 2017.
Esta semana la situación escaló hasta un punto crítico. Gerardo Romero murió el martes luego de ser atropellado en un puente de la Circunvalar. Otro ciclista murió este miércoles en la avenida Boyacá con calle 80. Esos hechos impactaron tanto que cientos de personas se reunieron este jueves en el punto donde falleció Romero y protestaron en la vía a La Calera.
Los expertos coinciden en que detrás del problema hay responsabilidades compartidas. Algunos ciclistas son imprudentes en la vía pero lo más grave es esa especie de menosprecio que los conductores de los automotores sienten por ellos cuando comparten la carretera. Frente a los televisores, el país aplaude el esfuerzo de los escarabajos cuando escalan una montaña de los Alpes o los Pirineos, para conquistar una etapa. El objeto de admiración es el esfuerzo que se hace para poner suficiente potencia en los pedales y cruzar la meta.
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Ahora, para un mortal común sin las prodigiosas piernas de Nairo, subir un puente vehicular, uno de los tantos que hay en Bogotá, para coronar la llegada a su casa o a su trabajo, es también un sacrificio. Pero el conductor del automotor suele olvidarse cuando se monta en su carro y el respeto que siente por el escarabajo en la pantalla, se convierte ahora en pitidos estridentes, insultos y cierres imprudentes. Al escuchar las experiencias de los ciclistas urbanos esas son las quejas comunes.
"Hay actores viales que sienten que la vía es de ellos", dice Dilia Prieto, miembro del colectivo ciudadano Biciescuela. Y explica que aunque a la luz del Código de Tránsito la carretera es para todos los vehículos, los conductores de los automotores lo desconocen. "Nos dicen hasta que nos vayamos para un parque o que nos montemos en la ciclorruta", asegura. Pero esa última no siempre es una opción.
Aunque Bogotá es pionera en infraestructura para los ciclistas urbanos, la ciclorruta no está en todos lados y donde la hay no simpre está en las mejores condiciones. La ciudad tiene 13.500 kilómetros de vía carril pero solo 476 de ciclorrutas y algunos tramos, explica Prieto, están mal iluminados, tienen huecos o son sitios inseguros, donde quedan a merced de los ladrones. "No nos pueden obligar a transitar por allí en esas condiciones", explica.
La Fundación Despacio estableció que la causa que más desmotiva a las personas para usar la bicicleta es el comportamiento de los conductores de automotores. Entre el 50% y el 60% de las personas que esa organización encuestó, manifestaron que eso les molesta, incluso más que la misma contaminación del aire. "Esos comportamientos se materializan básicamente pasando muy rápido y muy cerca de los ciclistas, y cruzando y girando sin darle prioridad a esos actores (peatones y bicicletas)", explica Carlos Pardo, director de esa Fundación que estudia la movilidad en la ciudad. Y el resultado es grave. Según datos de la Secretaría de Movilidad, los mayores victimarios de los ciclistas son los vehículos de transporte público y de carga.
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"Todo el mundo tiene al ciclista deportivo en la cabeza y el deporte generalmente se hace en canchas o fuera del espacio público. Entonces cuando ven al ciclista en la calle le dicen que vaya al velódromo que es donde debería estar", agrega. En el mismo estudio, el 54% de las personas dijeron que las campañas públicas de concientización entre los conductores harían que sus miedos como ciclistas disminuyeran. Lo único que prefieren a eso, y por un margen estrecho, es la ampliación de la red de ciclorrutas.
"Eso (la red) debería ser mucho mayor. Lo que hay que hacer es incrementar el presupuesto para planificación cicloinclusiva y mejores estándares de diseño de todas las vías que den prelación a peatones y ciclistas", dice Pardo. Para Prieto, por su parte, lo principal es la pedagogía: "Debe haber una estrategia institucional para que los actores viales entiendan que la vía es de todos. Pero esa falta de cultura vial también aplica para los ciclistas porque nadie la enseña. Algunos tienen hábitos como señalar un giro, pero es porque lo han aprendido por su cuenta", sostiene.
La Secretaría de Movilidad realizó este año un sondeo en el que determinó que las fallas más recurrentes de los ciclistas son transitar en contravía, con exceso de velocidad y por los carriles izquierdos. "Los ciclistas eran generalmente tranquilos. Pero recientemente se han vuelto muy agresivos, y en realidad deberían mas bien ser embajadores de una cultura. Tal vez así los protejan más", sostiene Pardo.
Luego de las dos muertes de los ciclistas registradas en menos de 24 horas, el secretario de Movilidad, Juan Pablo Bocarejo, se manifestó preocupado frente al tema. Este jueves explicó que los esfuerzos del Distrito están enfocados en duplicar los kilómetros de la red de ciclorrutas, y dejar más de 800 al final del mandato de Enrique Peñalosa.
"El otro tema es el de la educación: la cultura ciudadana, la formación de aptitudes. Todos tienen que empezar a ser más cuidadosos hacia los ciclistas y motociclistas. Hay una cantidad de actores que hacen cosas peligrosas hacia ellos y no se está sancionando, y vamos a empezar a hacerlo", sostuvo.
Prieto usa la bicicleta para moverse y dice que, desde su propia experiencia, ha notado que la movilidad se dirige al son del mal genio y el afán de cada uno. Lo que no puede seguir pasando, cree, es que esas emociones cobren vidas.