ENTREVISTA
MinCultura explica por qué en el paro llevó cartel que decía: “a mí no me cuida la Policía, sino la primera línea” y hace una promesa
La artista Patricia Ariza habla de sus sueños y proyectos. Explica ese polémico episodio y promete un abrazo al comandante de esa institución.
SEMANA: Ministra, la vida debe haberle cambiado mucho de la tranquilidad del arte y el teatro al corre-corre de la función pública. ¿Cómo ha vivido estas primeras semanas?
Patricia Ariza: Ha sido duro, pero también emocionante. Duro desprenderme del teatro, y emocionante saber que se pueden cambiar cosas, que se puede mejorar la vida.
SEMANA: Este cargo le llegó a usted de sorpresa. ¿Cómo la convencieron?
P.A.: No me lo imaginé. No aspiraba a eso. No lo esperaba. Tampoco fue muy sorprendente, pues yo era y sigo siendo una activista social y política. Estuve en el Pacto Histórico con la gente de la cultura. Todo el tiempo tratando de diseñar una política cultural nueva que defienda la vida, la paz y la cultura, pero nada más. O sea, fue una llamada muy sorpresiva… sorprendente y le pedí al presidente que me lo dejara pensar.
SEMANA: ¿Conocía a Gustavo Petro?
P.A.: Conocía a Petro, había hablado con él, pero no puedo decir que era amiga. Era admiradora, más bien. Por eso me sorprendió mucho. Pensé, después de esa llamada, que lo que yo había hecho es muy importante para mi vida: ser artista. Y lo sigue siendo. Pero que yo no iba a abandonar el arte en el ministerio. Soy poeta, estoy pintando… Ahora lo necesito porque si no, no puedo respirar. Lo que he hecho en el teatro no ha sido por hobby, ni por dinero ni por fama, sino porque es una necesidad vital. Alcancé a pensar en declinar, pero hablé con muchas personas que me dijeron: “Usted no tiene derecho a decir no, ha sido una lucha de muchos años suya y de todos nosotros para llegar ahí”. Entonces, realmente me convencí y me convencieron, fue mutuo.
SEMANA: ¿Cómo vivió ese 7 de agosto llenó de expresiones culturales?
P.A.: Lloré mucho. El discurso del presidente fue formidable y el emblema de la espada… Pero no era la espada solamente. También íbamos a llevar la paloma de Botero, pero parece que no se pudo por una orden presidencial y entonces se detuvo eso hasta que Petro fue investido presidente.
SEMANA: ¿Y qué pasó con la paloma de la paz?
P.A.: Se quedó enguacalada en el Museo Nacional, alcanzaron a sacarla, a tenerla lista, pero creo que la vamos a movilizar.
SEMANA: Los artistas tienen expectativa con su llegada. ¿Qué pueden esperar?
P.A.: Pues muchas veces estuve afuera y no me abrieron la puerta. Ahora yo abro la puerta para todos. Quiero que construyamos la política entre todos, que si nos equivocamos, lo hagamos todos. No quiero tener una cosa vertical, jerárquica. Yo tengo mi pensamiento al respecto, pero lo quiero poner en discusión.
SEMANA: ¿A qué le va a apostar?
P.A.: Quiero trabajar por una cultura de paz, una cultura que nos ayude a todos a transformar el imaginario de la guerra y de la violencia en un imaginario de paz. Le quiero apostar a una mirada también desde la cultura de Colombia en el planeta, sobre nuestra responsabilidad con la preservación de la humanidad y de la naturaleza. También le quiero apostar al arte, a un arte por la vida y a los artistas, mis colegas, mis compañeros y compañeras que realmente no ocupan un buen lugar en el ministerio o no lo ocupaban, porque ahora lo van a ocupar.
SEMANA: Usted fue de la Unión Patriótica, ¿cómo trabajar en la paz desde una experiencia tan dolorosa?
P.A.: Sí, fue una experiencia muy dolorosa. Pero cuando empezamos en la Unión Patriótica vivimos algo similar a lo de ahora. No imaginábamos llegar a tener un presidente, pero sí tuvimos muchos congresistas, alcaldes… nunca nos imaginamos que fuera a empezar la matanza, el genocidio… Eso, para mí, es tal vez lo más doloroso de la vida.
SEMANA: ¿Cómo lo vivió usted?
P.A.: Por supuesto corrí con las consecuencias. Fui amenazada, perseguida y milagrosamente sobreviví. Tuve un episodio muy doloroso. Mandé a mi hija al exterior por amenazas, pero lo más doloroso no es lo que me pasó a mí. Fue la muerte de los compañeros y compañeras. Ese es un duelo que este país no ha hecho, como no ha hecho tampoco el de los falsos positivos.
SEMANA: ¿Cómo se vive y se reconcilia con ese pasado?
P.A.: El pasado hay dos maneras de verlo: meterlo debajo de la alfombra, pero siempre sale y te ataca. Entonces es mejor como ha hecho Alemania, convertirlo en memoria viva, una memoria poética que ayude a restaurar la vida.
SEMANA: Usted se acaba de describir como activista. ¿Qué significa eso?
P.A.: No parar. No parar nunca, pero yo soy activista desde la cultura, o sea, he hecho más de 110 performances en las calles, con las mujeres, con las víctimas…
SEMANA: ¿Y el nadaísmo donde lo lleva?
P.A.: En el corazón lo llevo.
SEMANA: Cuando la nombraron fue polémica, una foto suya con un letrero que decía “A mí no me cuida la Policía. Me cuidan mis amigas, la minga y la primera línea”. ¿Cuál es la historia de ese día?
SEMANA: Dijo que le daría un abrazo al director de la Policía. ¿Sí lo va a hacer?
P.A.: Sí. ¿Por qué no? Ahora yo creo que vamos a estar muy unidos defendiendo la vida juntos. El presidente Petro nos enseñó eso: habló con Uribe. Estamos en otro momento. La confrontación personal hace parte de la guerra y entonces eso vende, y yo no quiero vender eso. Quiero vender el abrazo, pero un abrazo condicionado. No quiero abrazar al comandante por abrazarlo, sino porque tenemos algo en común, vamos a defender la vida.
SEMANA: ¿Se han encontrado ya?
P.A.: Estuve en la posesión del ministro Velásquez. Fue muy conmovedor el discurso del presidente, decirles a los soldados que no puede ser que la vida los haya destinado exclusivamente a aprender a manejar un fusil. Agregaría que tienen que aprender también a ser artistas, a cantar… y si quieren teatro, yo les enseño.
SEMANA: También fue polémico que usted anunció que se acababa la “economía naranja”. ¿Todas las ayudas que había en el Gobierno Duque se van?
P.A.: Pues el nombre no va a continuar, porque la cultura es multicolor. Pero no vamos a acabar con CoCrea ni con ningún programa. Vamos a introducir unas reformas muy constructivas. Yo no vine a acabar con todo lo que suene a empresa privada, al contrario. En eso estoy de acuerdo con el presidente, a esta nación hay que recapitalizarla, pero con sensibilidad. Que la mitad del país tenga hambre hace que Colombia sea inviable. Nadie puede estar de acuerdo con eso.
SEMANA: ¿Por qué propuso el impuesto a los planes de celular?
P.A.: Yo no propuse ese impuesto, ese impuesto existe hace mucho. Lo que pasa es que por la llegada de otras plataformas se abarató. Hablé de eso entre las posibles formas de financiación de la cultura, porque la cultura necesita financiación. De ninguna manera queríamos gravar a los usuarios, pero aquí todo se lleva a los extremos. Lo hablé como una posibilidad, pero eso no es de mi resorte. Tengo esperanzas en la reforma tributaria, que, primero que todo, es necesaria. Toda reforma se presta para discusiones. El presidente y el ministro Ocampo son personas muy sensibles. Él ha mostrado la mejor voluntad para que no se grave a los artistas y creadores. Una cosa son los artistas y otra Netflix y Amazon. Lo que quiero es favorecer el talento colombiano, darle prioridad a la colombianidad. El Ministerio de Cultura y el de Ciencia son los que menos recursos tienen.
SEMANA: ¿Se sintió desautorizada?
P.A.: No, para nada. Yo hablé de una posibilidad. Pero, por supuesto, no tengo ningún interés en gravar a los usuarios.
SEMANA: Ya que habla de la tributaria, ¿cómo hacer para que esa discusión no agudice este discurso de ricos contra pobres?
P.A.: Pues no es lo mismo ser rico que ser pobre. Esa división existe, de hecho. Lo que no hay que hacer es volverlo una guerra.
SEMANA: Usted recibió un sector muy golpeado por la pandemia. ¿Cómo lo siente hoy?
P.A.: Durísimo. Las artes vivas y en particular el teatro fue el más golpeado. Varias salas de teatro cerraron, para mí fue muy duro. Me encontré con actores que golpearon en mi casa como ‘rappitenderos’ repartiendo comidas. Unas actrices que conozco se dedicaron a hacer jugos. No es malo vender jugos, ni estar en Rappi. Yo misma tuve que meserear algunas veces para poder hacer teatro. Eso no es malo, pero es un desperdicio del talento. Fue muy duro y sigue siendo duro. Pero con la pandemia mucha gente se enriqueció, los bancos se enriquecieron y otros nos empobrecimos.
SEMANA: ¿Qué necesita para lograr lo que sueña como ministra?
P.A.: Se necesita, primordialmente, que la sociedad reconozca la importancia de la cultura y el arte para la vida. Eso es como respirar. Nadie podría vivir sin canciones, nadie. Si eso se comprende, los presupuestos aparecen. No es al revés.