RELACIONES EXTERIORES

“He propuesto que España se sume a la denuncia contra Maduro”

Albert Rivera, presidente del partido Ciudadanos, y aspirante a gobernar España, estuvo en Colombia. En diálogo con SEMANA, tocó temas comunes para ambos países, como la paz, la memoria histórica, la reparación y los escándalos de corrupción. Sueña con una Europa unida, lejos del ‘brexit’ y del fantasma populista de la extrema derecha.

13 de octubre de 2018
“El galeón San José es patrimonio de todos, de la humanidad, de los colombianos y españoles, y el sentido común tiene que imperar”

SEMANA: ¿Cuál es el propósito de su visita a Colombia?

Albert Rivera: Todo viene de una conversación que tuve hace tiempo con Iván Duque, cuando era candidato. Él estuvo en España, vimos los lazos entre sus ideas y las nuestras, como la economía naranja y otras coincidencias. Nos pareció muy interesante que en Colombia surgiera un candidato de esa naturaleza, muy parecida a lo que es Ciudadanos, y empezamos a colaborar. Además, me interesa muchísimo conocer de primera mano qué está pasando en Colombia porque desde España tenemos interés en el proceso de paz.

SEMANA: ¿Qué puede mejorar de las relaciones bilaterales?

A.R.: Muchas inversiones españolas están viendo a Colombia como una gran oportunidad si hay avances en seguridad jurídica y estabilidad política. España acompaña a Colombia, pero debemos ser prudentes y humildes. Si algo hemos aprendido en los últimos años, para bien, es que hay que hablar de tú a tú con los países de Latinoamérica y respetar profundamente las posiciones internas.

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SEMANA: Pero está la polémica alrededor del Grupo Inassa, la filial española en Colombia de Canal de Isabel II. ¿Cómo analiza eso?

A.R.: Ese asunto en España es muy turbio por cuenta de la corrupción política. Ha sido uno de los grandes escándalos del Partido Popular (PP) en la comunidad de Madrid y uno se pregunta hasta qué punto una empresa pública española tiene que tener algún papel en otro país. En todo caso, me parece prudente que los litigios empresariales se resuelvan en tribunales con la administración pública colombiana. Como español solo quiero una solución en el corto plazo. Por la posición política de nuestro partido vamos a trabajar más por el consenso que por el enfrentamiento.

SEMANA: ¿Y qué piensa sobre el galeón San José?

A.R.: Creo que se va a buscar una solución razonable, es patrimonio de todos, de la humanidad, de los colombianos y de los españoles, y el sentido común tiene que imperar. Podemos decir que hay pequeños incidentes económicos, culturales, pero me gusta que con Duque podemos hablar el mismo idioma, el de las oportunidades. A mí me gustaría, si algún día soy presidente del gobierno, seguir esos pasos de modernización de nuestra economía, de oportunidades, de libre comercio.

SEMANA: Hablemos del proceso de paz. ¿Cuáles son sus impresiones?

A.R.: Lo veo con mucho respeto y admiración. Tengo amigos colombianos que me decían: se han hecho concesiones, ha sido muy doloroso, no se puede negar ni olvidar lo que ha pasado porque sería traicionar lo que ha sido Colombia en la lucha contra el terrorismo. Pero mirar al futuro con luz y esperanza es un gran logro. Más aún después de 50 años arrastrando el lastre de las guerrillas. Tengo mucho respeto con las víctimas porque hace falta mucha empatía con los que han sufrido la guerra, pero hay que pasar al futuro, y allí está el nuevo gobierno. Duque, con una visión práctica, asume ese legado, y le ha dado un matiz bastante razonable: ojo con la representatividad que puede tener quien tenga un delito de sangre. Esa sensibilidad hay que tenerla presente para que la población apoye el proceso.

“El galeón San José es patrimonio de todos, de la humanidad, de los colombianos y españoles, y el sentido común tiene que imperar”

SEMANA: El tema de la verdad y de la reparación es otro punto en común entre ambos países. Hace poco en España el gobierno propuso exhumar los restos de Francisco Franco. ¿Cuál es su posición?

A.R.: Hemos estado a favor de ese proceso siempre que sea por ley y no por decreto. El gobierno quiso hacerlo por decreto, sin consenso, y nosotros votamos a favor de que se tramitara una ley en el Congreso. A mí no me parece razonable que el dictador esté enterrado en un lugar público junto a muchos héroes nacionales. Sí entiendo que ese debate es legítimo, pero requiere un consenso tan amplio como el que tuvo la transición. La paradoja es que si antes teníamos esos restos a no sé cuántos kilómetros de Madrid, ahora pueden acabar en pleno centro de la ciudad, por cuenta de la familia Franco.

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SEMANA: Acaba de cumplirse un año de lo del referendo de Cataluña…

A.R.: Yo diría que después de ese intento de golpe de Estado, en el que se declaró la independencia ilegalmente en un Parlamento, con un referendo ilegal y un procedimiento fuera de la Constitución, llegó una especie de ‘cronificación’. Se volvió un problema crónico. Quienes hoy gobiernan en Cataluña no reconocen la Constitución ni reconocen a los jueces ni las leyes, y eso en democracia es un problema. Cuando te sales de la ley, no hay manera de dialogar. Yo soy catalán y, por supuesto, el primer interesado en que en mi tierra haya convivencia y respeto por las leyes. Pero reconozco que en estos momentos no se puede producir ese diálogo con quien amenaza con liquidar el Estado. Decía el otro día el presidente Quim Torra que el objetivo es liquidar el Estado y que no va a respetar las sentencias judiciales. ¿Cómo se puede dialogar con alguien que no respeta ni a la justicia ni a la Constitución ni a la mayoría de catalanes? Ciudadanos ganó las elecciones allí y teníamos una mayoría social y política no separatista, pero por la ley electoral no pudimos formar gobierno. Es bueno que los colombianos sepan que el nacionalismo representa una parte importante de la sociedad catalana (el 45-47 por ciento), pero no a la mayoría, que quiere ser española y europea. Esa es la labor del constitucionalismo español: recuperar presencia del Estado en Cataluña. Seducir también a una fracción de catalanes para que formen parte del proyecto español.

SEMANA: Otro aspecto de coyuntura es la supervivencia de la Unión Europea, atacada por muchos frentes…

A.R.: Soy optimista a pesar de la crisis. El brexit es, sin duda, una crisis en la que uno de los seis países más importantes de Europa decide abandonar un espacio común de 60 años de paz y de libertad. Es un drama político, pero también una vacuna que nos pone frente a lo que puede llegar a pasar. Soy un europeísta convencido, me gustaría que mi hija algún día diga que es de Europa y en concreto de España. Que el lugar donde había guerras mundiales sea ahora por donde pasas sin fronteras con una misma moneda y un mismo pasaporte es un logro histórico. Pero eso hay que cuidarlo abordando los desafíos. El terrorismo yihadista, la inmigración, las mafias ilegales que aprovechan el dolor para meter en sus países de manera ilegal a muchas personas que tienen que ser expulsadas. Todo esto está generando un caldo de cultivo para el populismo. Yo diría que esto no es nuevo. Hitler ganó las elecciones y era nacional-populista. Europa ya ha vivido, salvando las distancias, esa barbarie. Ciudadanos está trabajando en una plataforma con Emmanuel Macron y con más líderes liberales para hacer frente al populismo con una candidatura única europea en las elecciones del próximo año.

SEMANA: Precisamente, los mayores enemigos de la integración son los populistas de extrema derecha, como Viktor Orbán, Matteo Salvini y Marine Le Pen. Ahora tenemos a Bolsonaro en Brasil y a Trump… ¿Está la democracia en decadencia?

A.R.: El populismo y el nacionalismo son dos caras de la misma moneda, el sarampión de la globalización. Si la globalización es una gran noticia para los que creemos en la libertad, el comercio y las oportunidades, nos llegó con un sarampión por cierto muy antiguo. Creo que debemos recuperar la confianza en las instituciones y en eso es clave que los partidos nuevos colaboremos para acortar la distancia con los ciudadanos. Ellos se han desconectado de las instituciones corruptas, de la economía que a veces deja a la clase media tirada sin empleo, sin trabajo, sin soluciones, de un mundo educativo que va a tener que evolucionar muy rápido con nuevos empleos que desaparecen. En fin, creo que tenemos unos desafíos tan grandes, que la democracia tiene que hacer una reinvención y poner en valor eso desde la educación. El debate del siglo XXI ya no va a ser entre socialistas y conservadores, va a ser entre liberales demócratas y populistas.

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SEMANA: Aquí tenemos muy cerca un caso enquistado, el de Venezuela...

A.R.: Quiero reconocer, en primer lugar, la generosidad del pueblo colombiano. Asumir una población de más de un millón de personas en tan poco tiempo es tremendo. Me sorprenden para bien los valores de los colombianos con el pueblo venezolano. Dicho eso, creo que hay que actuar desde la comunidad internacional. He propuesto que España se sume a esa denuncia ante la Corte Penal Internacional que Colombia ha liderado junto a Perú, Argentina y Francia. Como los latinos de Europa, no podemos ausentarnos de la lucha por los derechos humanos. Esta semana asesinaron ‘vestido de suicidio’ a un dirigente opositor y estoy muy conectado con la oposición venezolana. Hay que tomar nota: cuando el populismo llega al poder, es muy difícil sacarlo. Cambian la Constitución, adulteran las elecciones, cierran la Asamblea Nacional, encarcelan a la oposición. Entonces, la gran lección para Colombia, España y otros países es mantener un país fuerte, con instituciones fuertes, una clase media fuerte, para que no llegue el populismo. Porque cuando llega, se atrinchera en el poder.

SEMANA: ¿Cuándo espera llegar al palacio de la Moncloa?

A.R.: Los españoles tienen la costumbre, como en los buenos países democráticos, de votar. Por tanto, los españoles decidirán eso. Parece que de momento no hay elecciones, pero todo cuelga de un hilo porque hay una moción de censura sin mayoría parlamentaria. En los últimos sondeos ha vuelto a caer mucho el Partido Socialista, estamos en un empate técnico a tres puntos entre el PSOE, Ciudadanos y el PP; entonces, todo está muy abierto y vamos a intentar liderar ese constitucionalismo moderno del siglo XXI en España. Pero no lo voy a negar: algún día me gustaría tener un proyecto como el que sueño para España y en ese momento decidir desde el gobierno que somos los mejores aliados de Colombia.