LA ENTREVISTA
“Nos tocará aprender a vivir con este virus”
Alejandro de la Torre, director científico del Centro Médico Imbanaco, asegura que, mientras llega la vacuna o el tratamiento, hay que tomar medidas para reactivar metódicamente la economía. Sin embargo, el destacado epidemiólogo sostiene que será necesaria otra cuarentena en caso de que la situación vuelva a empeorar.
Luis Carlos Vélez: ¿Cómo ve la atención a la pandemia?
Alejandro De la Torre: Creo que ha habido liderazgo desde el Gobierno, lo que ha permitido tomar decisiones rápidas, efectivas y oportunas. Esto ha hecho que se movilicen sectores para tomar las medidas de precaución a fin de frenar la transmisión y proteger el sistema de salud.
L.C.V.: ¿Cómo ve la reapertura?
A.T.: Esa es la pregunta del millón. El problema que tenemos aquí es que ante la covid-19, que se propaga muy rápido y a gran escala, la capacidad de respuesta de los países es muy limitada. Entonces, esta apertura debe ser gradual. Este virus ha amenazado, además de la condición humana, nuestra forma de vida; nos ha hecho cambiar. Y eso ha tenido una perturbación muy grande en términos económicos y sociales que no tenía precedentes.
L.C.V.: ¿Debemos acostumbrarnos al virus antes de que llegue una vacuna o un tratamiento?
A.T.: Así es. Lo que sucede con este virus es que cada vez aprendemos más de él. No hay una vacuna ni un tratamiento eficaz para ello. Los estudios aún están en fases experimentales, y el desarrollo de una vacuna puede tomar entre 12 y 18 meses. Nos tocará aprender a vivir con este virus.
L.C.V.: ¿Eso qué significa en términos prácticos?
A.T.: Eso significa que tendremos que aprender a vivir con algunas medidas que nos ayuden a impedir la propagación del virus en comodidad. La principal es el distanciamiento físico y el lavado de manos frecuente. Estas medidas de bioseguridad llegaron y se quedarán un buen tiempo mientras se descubre la vacuna.
L.C.V.: ¿Qué significa distanciamiento social?
A.T.: Es tener las medidas de bioseguridad necesarias para acercarnos a la gente. Esto es evitar las aglomeraciones y en el ámbito laboral hay unas medidas muy claras. Tenemos que estar por lo menos a un metro de otras personas; las sillas, los puestos de trabajo deben estar todos separados al menos a un metro. Yo creo que no vamos a poder abrazar y besar a la gente de nuevo porque el virus se transmite por goticas respiratorias, la saliva y contactos con la superficie.
L.C.V.: ¿Cómo evitamos el contacto físico en los sistemas de transporte masivo?
A.T.: Los sistemas de transporte no se podrán utilizar de la misma forma. Estos tendrán que operar permanentemente a menores volúmenes. Si un bus antes se llenaba con 30 personas, ahora se le dará espacio solo a 15 personas. Eso tendrá un impacto económico en las empresas de transporte, pero es la única forma de ir gradualmente retornando a la vida normal.
L.C.V.: ¿Y entonces qué debe pasar en los colegios y universidades?
A.T.: Hay algunos países europeos que ya han empezado a abrir sobre todo colegios. Y esto es porque no está muy confirmado que el virus sea letal en niños. Su letalidad en los niños es muy baja, pero no sabemos si, en los países que abrieron, la curva de infecciones pueda volver a aumentar. Una muy buena opción será continuar lo que hemos venido haciendo: las clases en la modalidad virtual.
L.C.V.: Teniendo en cuenta que la vacuna y el tratamiento se van a demorar, ¿el confinamiento se tiene que acabar?
A.T.: Lo que yo creo que hay que hacer es un monitoreo y una vigilancia muy cercana al comportamiento de los infectados; y si la curva continúa su aplanamiento, que es, en resumen, aumentar en un periodo la distribución de casos para evitar que los hospitales se saturen, podríamos ir abriendo gradualmente como lo ha determinado el Gobierno, y no sería necesario continuar en este confinamiento. Pero para eso es muy importante el monitoreo y el seguimiento, porque si abrimos y la gente incumple las principales medidas y aumentan los infectados, tendríamos que volver a la cuarentena con un impacto económico y social muy grande.
L.C.V.: Inevitablemente, a medida que aumenten los test aumentarán los infectados. ¿La mejor métrica para tomar decisiones es la de los infectados o la de los muertos?
A.T.: Esa es una pregunta que en la comunidad científica todavía nos estamos haciendo. Si aumentamos los test, vamos a tener un mayor número de infectados y podemos prevenir la propagación caso a caso.
L.C.V.: En Estados Unidos se ha alcanzado a debatir que hay que lograr un balance entre las muertes que son inevitables y la necesidad de que la gente salga a trabajar. ¿Cómo ve ese argumento?
A.T.: No estoy de acuerdo con esa regla. Aquí estamos hablando de salvar vidas, y en un escenario de salvar vidas los Gobiernos tienen que hacer todo lo necesario para preservar la salud y las vidas de las personas.
L.C.V.: Lo que estamos viendo en el mundo se divide en tres caminos: mantenerse encerrados hasta que haya vacuna o tratamiento; solamente dejar salir a los que tienen los anticuerpos sin enfermedades; solamente dejar adentro de sus casas a los mayores de 65 y a los más vulnerables. ¿Cuál es el correcto?
A.T.: Es quizá el tercero, pero modificado. Hay que dejar a las personas mayores de 65 y a las que tienen otras comorbilidades en casa. Y vamos a permitirle al resto que retome sus actividades de manera gradual, con todas las precauciones de bioseguridad y desde las instituciones supervisando muy bien que estos casos de infectados no aumenten. Para eso hay que tener el mayor número de pruebas posibles y asegurarse de aplanar la curva.
L.C.V.: ¿Usted qué les diría a las personas que dicen que ya no se aguantan más la cuarentena y que tienen que salir a trabajar?
A.T.: Yo le digo a la gente que tiene que tener un poquito de paciencia, aprender a vivir en esta coyuntura y utilizar estos espacios para convivir en familia. Obviamente, ese mensaje va dirigido a las personas que tenemos algunos recursos. A los de menos recursos e ingresos, ese discurso no les hace ningún sentido y ahí es muy importante que el Gobierno fortalezca sus planes de ayudas y de auxilios en términos de alimentos. En el caso de los bancos, hay que ayudar a las pymes con más flexibilidades en los préstamos.
L.C.V.: Cuando esto empezó, en los modelos hablábamos de millones de casos y miles de muertes. El Gobierno llegó a hablar de 4 millones de casos. ¿Se pifiaron los modelos?
A.T.: No. Si usted ve al principio de la pandemia, los casos de infectados iban creciendo de una manera exponencial y muy rápida a unas tasas del 20 por ciento. Cuando el Gobierno reaccionó con mucha eficacia y fortalecimos las principales medidas de bioseguridad, los casos de infectados empezaron a bajar en su aumento diario de manera gradual y por eso el número de muertos no ha sido como se esperaba. Pero, insisto, cuando hablamos de salvar vidas, una sola vida justifica cualquier intervención.
L.C.V.: ¿Cuándo cree usted que volveremos a la normalidad?
A.T.: Yo diría que esto será gradual. En las experiencias de algunos países que han tenido cuarentenas bien hechas y que han venido abriendo gradualmente, la recuperación económica ha sido muy rápida y se han salvado muchas vidas.
L.C.V.: ¿Las cuarentenas acaban el aumento de cifras o las aplazan?
A.T.: Las aplazan. La cuarentena es para distribuir en un periodo más largo el número de casos infectados para permitirles a los hospitales que puedan tener una respuesta adecuada. Es decir, para no saturarlos. Porque en la eventualidad de que tengamos muchos infectados al mismo tiempo, no hay ningún hospital o sistema de salud, por más robusto que sea, que pueda responder bien.
L.C.V.: ¿Cómo nos cambia esta situación a todos?
A.T.: Hay un aprendizaje bien grande y es en los países. En América Latina algunas naciones con un discurso populista y demagogo han hecho ver a la comunidad científica como una élite lejana, desconectada de la realidad y de la comunidad. Los aportes de la ciencia son materia vital para enfrentar estos retos. En la medida que se haga más investigación, esto contribuye al desarrollo sostenible de los países. También hemos aprendido a seguir las normas, a preservar a la familia y a compartir más en casa.
L.C.V.: ¿Cómo cambia la pandemia al mundo de la medicina?
A.T.: Esta pandemia ha servido para impulsar la digitalización en la medicina. Se han acelerado procesos de desarrollo tecnológico dirigidos a fortalecer la atención al paciente a través de las TIC. Hoy en día, muchos centros hospitalarios ofrecen la modalidad de consulta virtual a sus clientes. Eso les permite a la medicina y al sistema mejorar la oportunidad de la atención y ampliar la oferta, por ejemplo, en áreas distantes. Esos desarrollos deben mantenerse e institucionalizarse. La coyuntura hace un llamado para pensar en aplicaciones que en países desarrollados ya se utilizan, como el uso de algoritmos en sistemas de diagnóstico o el big data.