MUNDO
Alex Saab sería extraditado desde Cabo Verde a Estados Unidos
El empresario barranquillero también fue señalado por la prensa estadounidense de ser testaferro de las Farc.
El empresario colombiano Alex Saab, arrestado el 12 de junio en Cabo Verde (África), considerado "testaferro” del régimen de Nicolás Maduro por parte de la oposición venezolana, sería extraditado a Estados Unidos. Saab, de 48 años de edad y su socio Álvaro Pulido fueron acusados por la justicia de Estados Unidos, en julio de 2019, de lavar dinero según un esquema de sobornos, en el cual habrían transferido 350 millones de dólares fuera de Venezuela, a cuentas en el extranjero que ellos poseían o controlaban. Si son hallados culpables, enfrentan hasta 20 años de prisión.
Ahora bien, a pesar de que no existe un tratado de extradición entre Estados Unidos y Cabo Verde, el periódico El Tiempo informó que el gobierno de Donald Trump lo pidió y el archipiélago africano dio su visto bueno para el envío del barranquillero a ese país. "La semana pasada se terminaron de traducir todos los documentos y Cabo Verde ya le notificó a Estados Unidos que aceptó el proceso de extradición, el cual se resolverá en los próximos días", dice la fuente del citado medio.
Al margen de ello, medios estadounidenses señalaron que Alex Saab también hacía las veces de testaferro de las Farc. "El empresario Alex Saab, arrestado en Cabo Verde bajo pedido de extradición de Estados Unidos, es una figura central en los planes de Cuba y Venezuela para conquistar el poder en Colombia, siendo el principal instrumento de los regímenes socialistas para financiar los movimientos de izquierda en ese país”, dice El Nuevo Herald, atribuyendo a “fuentes” sus aseveraciones.
“Él era un empresario en Barranquilla que se conecta con los grupos radicales de izquierda y les empieza a lavar dinero y se convierte en uno de estos empresarios colombianos que históricamente las Farc ha utilizado para lavar dinero del narcotráfico. Ese es el origen de Alex Saab”, agregó.
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos sostiene que Saab se aprovechó desde 2016 de contratos sobrevalorados vinculados a los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap), un plan venezolano de ayuda alimentaria destinado a una población que padecía hambre y desnutrición en medio de una intensa carestía. La confabulación incluiría a los tres hijastros de Maduro, así como a 13 compañías en varios países y operaciones ilegales en el sector del oro en Venezuela.
De acuerdo con las autoridades estadounidenses, el líder del régimen venezolano Nicolás Maduro le otorgó a Saab el monopolio de la venta de oro extraído ilegalmente de las selvas del Arco Minero del Orinoco, vastas zonas mineras del sur de Venezuela. De igual manera, que Saab trabajó con el exvicepresidente venezolano y actual ministro de Petróleo, Tareck El Aissami, para montar esa estructura, que tuvo apoyo del Bandes y del Banco Central de Venezuela (BCV).
No es el único proceso que tiene pendiente el empresario. Desde noviembre pasado, él y su esposa italiana, Camilla Fabri, están siendo investigados en Italia por su supuesta participación en una red de lavado de dinero de los subsidios para Venezuela relacionados con el denominado programa CLAP, que tiene unos 16 millones de beneficiarios.
Con un clima tan caliente como el de Barranquilla y una brisa que viene del Caribe, Saab no andaba de vacaciones en Cabo Verde. Era una parada técnica de un vuelo en un jet privado que lo trasladaba de Caracas hasta Teherán, capital de Irán. Hasta allá iba para seguir adelante con el más reciente negocio que le confió Nicolás Maduro: la compra de combustible a cambio de oro venezolano, justo cuando la gasolina escasea en el país vecino, a pesar de tener las reservas más grandes del mundo bajo tierra.
Álex Saab representaba a Fondo Global de Construcción, una compañía privada con presencia en Colombia, Venezuela, Ecuador, pero cuya propietaria final era otra sociedad registrada en la isla mediterránea de Malta. Ese negocio, a la postre, resume lo que estaba por llegar para el empresario. En él coincidiría con su socio Álvaro Pulido Vargas, cuya identidad real es Germán Enrique Rubio Salas, relacionado en 2000 a un caso de narcotráfico en Colombia. Eso le abrió, hasta hoy, la puerta de millonarias contrataciones en Venezuela a alguien que jamás hubiese podido acumular esas cantidades de dinero en su país. Para ello dibujó una compleja telaraña societaria global que caracterizaría el resto de sus negocios con el chavismo, y, de paso, dejó una estela de sospechas de lavado de dinero que lo ha perseguido hasta su captura.