INVESTIGACIÓN

Las nuevas pistas sobre el presunto falso positivo en Jamundí

SEMANA revela fotos y videos inéditos de la confusa operación militar en zona rural de Jamundí, Valle, y que terminó con la muerte de un joven indígena y un amigo suyo herido. Varias pruebas apuntarían a que la escena de los hechos fue alterada y por eso hay quienes creen que se trató de un falso positivo. ¿Por qué?

17 de septiembre de 2019
Algo no cuadra en el presunto falso positivo en Jamundí. | Foto: Cortesía

El corregimiento Villa Colombia es un caserío incrustado en la cordillera Occidental, en inmediaciones de Jamundí, Valle. Son cerca de 1.500 habitantes que comparten territorio con el resguardo indígena Kiwe Nasa; allí algunos siembran café, otros la hoja de coca y se estima que en esa zona hay por lo menos 600 hectáreas con esa mata. Junto a esos cultivos también llegó la guerra, primero fueron las Farc, luego el ELN y ahora los Pelusos quienes contra los disidentes se pelean el control territorial por las decenas de trochas que se conectan con el corredor de El Naya y el mar Pacífico.

En ese territorio en donde la ilegalidad se mezcla entre campesinos e indígenas, fue que el pasado jueves 5 de septiembre una unidad del batallón de infantería Pichincha Número 8, adscrito a la Tercera Brigada del Ejército con sede en Cali, desarrolló una operación militar que terminó en tragedia.

Entre las 5:30 y 6:00 de la mañana de ese jueves se escucharon varias ráfagas de fusil. Cuando la comunidad acudió al sitio de los hechos se encontró con el cadáver del indígena Ómar Guasaquillo, tendido boca arriba en medio de la carretera, y a su compañero Diego Alexis Vega con el brazo derecho semidestrozado, saliendo de entre la maraña porque logró huir con vida de la balacera.

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A través de un comunicado oficial, el Ejército aseguró que se trató de “un intercambio de disparos”. Pero la versión del testigo herido, sumado a fotos, videos y otros testimonios en poder de SEMANA, hacen temer que la versión oficial no se ajustaría a la realidad y que como mínimo allí se habría presentado un fatal error militar con desproporcionado uso de la fuerza. En lo único que sí coinciden Ejército y comunidad, es que luego hubo un incidente en el que uno de los soldados fue despojado de su fusil y amarrado por los vecinos del corregimiento y después entregado a una comisión de la Defensoría del Pueblo.

En este video se aprecia que uno de los soldados fue despojado de su arma de dotación y amarrado, al parecer por la comunidad.

A través de un comunicado oficial el Ejército aseguró que se trató de “un intercambio de disparos”. Pero la versión del testigo herido, sumado a fotos, videos y otros testimonios en poder de SEMANA, hacen temer que la versión oficial no se ajustaría a la realidad.

Hasta ahora, todo parece indicar que las víctimas estaban desarmadas, que los únicos que dispararon fueron los soldados, que el cadáver del indígena fue movido y que alguien quiso hacer parecer que ellos tenían en su poder un arma tipo changón y un arnés militar. Ante semejantes señalamientos, esta revista visitó la zona para tratar de reconstruir los hechos, hablar con el sobreviviente y varias de las personas que llegaron al sitio minutos después del fatal desenlace.

Todo sucedió en predios de la finca La Quindiana, donde los jóvenes Diego Alexis Vega y Ómar Guasaquillo acamparon desde la noche anterior porque integran la guardia comunitaria, idea que surgió de una minga entre campesinos e indígenas del corregimiento y que tiene como propósito alertar sobre la presencia de extraños, “ya que se venían presentando robos en las fincas aledañas”, explicó James Ramírez, indígena coordinador de esa guardia, tras asegurar que no usan armas y solo cuentan con pequeños radioteléfonos.

El joven Diego Alexis Vega asegura que justo cuando ellos se levantaron a las 5:30 a.m. y se disponían a asearse, escucharon desde la carretera cuando les gritaron manos arriba y que su amigo Ómar que estaba más cerca a la entrada de la finca, les dijo, “no disparen, estamos desarmados, pero de inmediato comenzaron a disparar”.

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Vega insiste en que, en medio de las ráfagas, su amigo Ómar cayó tendido boca abajo dentro de la finca y que él se salvó porque se tiró por un cafetal y se escondió entre la maraña. En la portada de la finca y paredes de la casa hay varias perforaciones ocasionadas por impactos de bala y rastros de sangre. Y la trazabilidad de los disparos indican que se habrían hecho en diagonal a la casa y desde la carretera. No obstante, el cuerpo del joven indígena apareció tendido boca arriba y sobre la vía, a cien metros del sitio donde lo vio caer su amigo.

Al interior de esta portada habrían ocurrido los hechos, pero el cadáver de Ómar Guasaquillo apareció cien metros más adelante y sobre la vía.

Aunque en su momento la comunidad y familiares aseguraron que Ómar tenía varios disparos en la espalda, esta revista pudo confirmar que en el dictamen de Medicina Legal solo aparece un impacto de bala en su cuerpo, “que ingresó de frente y fue propinado a larga distancia”. Ese dato descarta versiones en el sentido de que Ómar habría sido rematado con tiros a quemarropa.

Hasta ahora, todo parece indicar que las víctimas estaban desarmadas, que los únicos que dispararon fueron los soldados, que el cadáver del indígena fue movido y que alguien quiso hacer parecer que ellos tenían en su poder un arma tipo changón y un arnés militar.

Pero hay más datos confusos. Cuando la comunidad llegó a la finca hicieron fotos, videos y en ellos se aprecia a los soldados cerca a la carpa donde durmieron las víctimas y en el suelo se observa un Walkie Talkie amarillo, un arnés de uso militar y un arma tipo changón; estos dos últimos con apariencia impecable y el radio sí era de los jóvenes atacados. Aunque oficialmente el ejército nunca mencionó el hallazgo de esos elementos, los testigos aseguran que los soldados en la zona sí decían que eran de las víctimas, “querían hacer un montaje para hacerlos pasar como guerrilleros”, argumentó Lina Tabares, defensora de Derechos Humanos que comenzó a recibir amenazas desde que empezó a liderar las denuncias en torno a este caso.

En estas fotos se aprecian la carpa donde durmieron las víctimas, vainillas y el arnés y changón que habrían hallado los militares junto al campamento.

En Villa Colombia descartan que los dos jóvenes hagan parte de grupos armados ilegales. Ómar Guasaquillo era un indígena nasa de 23 años que se ganaba la vida jornaleando en fincas; mientras que Diego Alexis Vega Echavarría de 28 años trabaja como ayudante de construcción junto a su padre, un reconocido líder comunal de Villa Colombia. Actualmente ambos reconstruyen la capilla del corregimiento.

Esos jóvenes son tan conocidos que inmediatamente se supo de la tragedia, se montó un cordón humanitario liderado por la comunidad y que tenía como finalidad custodiar la escena hasta que llegara el CTI a realizar el levantamiento del cadáver e inspeccionar la zona. Lo que aún es un misterio es ¿qué clase de operación iban a desarrollar los militares y por qué los atacaron en esa finca?

Ómar Guasaquillo (muerto) y Diego Alexis Vega Echavarría (herido).

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Entre los videos que captó la comunidad hay uno inédito porque en él aparece el suboficial al mando de la unidad militar, tratando de calmar a la gente, con tono conciliador, pidiendo perdón por la reacción posterior de algunos de sus hombres y revelando detalles de la operación.

“Entonces lo que les estaba diciendo, pues de parte de mi compañía o de mi pelotón, les pido perdón, de pronto por los malos ehhh… cómo se pueda decir; no, no es mal procedimiento, pero de pronto la mala actitud de algunos de los hombres que están bajo el mando mío”, dice el militar.

En otro aparte de la conversación con la comunidad que lo interroga, el militar reconoce que él está recién llegado a la zona, “la verdad es que… se acuerda que usted me dijo algo, de cuánto llevaba y yo le dije que llevaba poquito, o sea que yo no llevo mucho acá en el batallón, pues, obviamente yo sé hacer las cosas y de pronto ustedes dirán que esta vez se me salió de las manos. Ustedes no lo están diciendo, pero de pronto yo digo que yo lo hice bien”.

En la actualidad ya rindieron declaración los 34 militares que hacen parte de la unidad militar involucrada en el presunto falso positivo de Jamundí.

En otro fragmento del video el suboficial reconoce que estaban en medio de una operación militar que contaba con información de inteligencia sobre la presencia de guerrilleros, “lo que les dije; lo que yo les dije y se lo dije al personero… Todo fue, o sea todo viene con el debido planeamiento. Nosotros no llegamos por llegar y decir, en esta casa vamos... acá a estos señores, no”.

Y cuando uno de los campesinos le preguntó, “bueno, ¿cuál era la información que ustedes…?”, el militar le respondió “listo, no. Presencia de ocho bandidos”.

Este es el video donde aparece el militar revelando detalles de la operación y pidiendo perdón a la comunidad.

Parte de esa explicación coincide además con el testimonio que dio a la comunidad el conductor del bus tipo escalera que transitaba por la vereda minutos antes de que ocurriera el fatal desenlace. Los comuneros que lo escucharon aseguran que “él vio a los soldados que caminaban con sigilo, pegados al barranco y en posición de ataque”.

Esta revista intentó varias veces, a través de la oficina de prensa de la Tercera División del Ejército con sede en Popayán, obtener la versión de un vocero oficial frente a todos esos interrogantes, pero ni siquiera hubo respuesta a los llamados que se hicieron.

Lo que sí se supo es que ahora la investigación está en manos de la Fiscalía y que en la actualidad ya rindieron declaración los 34 militares que hacen parte de la unidad militar involucrada en el presunto falso positivo de Jamundí.