COALICIÓN
Conservadores y uribistas, tan cerca y tan lejos
Aunque parecen obligados a unirse antes de la primera vuelta, no existe un mecanismo para sellar la alianza. Luis Alfredo Ramos podría ser el factor determinante.
El último presidente de la República que tuvieron los conservadores fue Andrés Pastrana Arango, entre 1998 y 2002. Pero el mandatario que más representó sus ideas y con el que más se sintieron identificados fue Álvaro Uribe Vélez, del 2002 al 2010.
El antecedente parece intrascendente, pero sirve para reafirmar, sin mayor análisis, una tesis que cada vez más parece ser una realidad. Si el Partido Conservador quiere volver a la Casa de Nariño, y ganar unas elecciones después de veinte años. Ahora sus chances cada vez más se reducen a una coalición con el Centro Democrático. Es decir volver a ser socios de Uribe, como lo fueron durante sus ocho años de gobierno.
Una alianza que no es gratuita. Desde el momento en que Uribe le declaró la oposición al presidente Juan Manuel Santos, el Centro Democrático empezó a apropiarse de banderas ideológicas y posiciones políticas que siempre han identificado a los conservadores. Temas como el matrimonio igualitario, el aborto, la adopción gay, han tenido más liderazgo en el uribismo, entre otras por sus alianzas con congregaciones religiosas, que entre los ‘godos’.
Y por si fuera poco, las bases conservadoras (como sucedió en el 2014 y en el plebiscito por la paz) no se han sentido identificadas con sus parlamentarios, que en mayoría han respaldado al gobierno, en asuntos como el proceso de paz, por ejemplo.
Alejandro Ordóñez, uno de los dirigentes más conservadores del país, es quien viene promoviendo tal alianza, que más allá del Partido Conservador, incluya a los sectores cristianos, que vienen estrenando un papel influyente en la política nacional.
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El exprocurador considera que por esa alianza pasan las posibilidades de clasificar a la segunda vuelta, por eso insiste en que debe concretarse antes de la primera cita en las urnas.
“Nosotros no podemos darnos el lujo de afrontarla dispersos y tenemos que llegar unidos a la primera vuelta. Y ahí tienen que estar todos los sectores políticos, sociales y religiosos que estuvieron en la coalición del triunfo…las bases conservadoras y los sectores creyentes. El 2 de octubre nos impuso un mandato, presidente, que nos señaló una ruta, nos señaló una política la cual no podemos desconocer”, dijo Ordóñez el pasado sábado, durante la Convención del Centro Democrático, una invitación a la que Uribe se adhirió.
Sí pero no
A pesar de sus naturales coincidencias, que los conservadores y el uribismo se unan antes de la primera vuelta no es tan sencillo como se plantea, y a un año de las elecciones, se presume imposible.
El senador Hernán Andrade, presidente del Partido Conservador, reafirmó que el Conservatismo tiene que empezar a prepararse para ser opción de poder y de gobierno, “y para llegar a 2018 con una alternativa propia”, por lo que de momento no están pensando en adherir a alguna coalición.
Marta Lucía Ramírez, quien fuera la candidata presidencial de los conservadores en el 2014, por ahora, tampoco les suena esa alianza, aunque no tira las puertas al mar. “Por lo pronto quisiera tener la candidatura del Partido Conservador”.
Lo que sí le suena a Andrade es un coalición, pero en torno al conservatismo. “Vamos a convocar también a aquellos sectores y personas que, siendo afines a las ideas del conservatismo, han buscado otras agrupaciones y movimientos. Y ofrezcámosle a Colombia una alternativa para 2018 que enarbole la defensa y dignificación de nuestras instituciones, y que sea baluarte contra quienes quisieran que Colombia camine por la senda de la tragedia venezolana”.
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Además del deseo de competir con candidato propio en las elecciones del próximo año, el Partido Conservador también tiene que resolver el dilema que supone la implementación del acuerdo de paz con las FARC, el cual han venido respaldando desde el Congreso. Más aún cuando el exministro Fernando Londoño, quien fuera un referente del conservatismo, anunció que lo primero sería “hacer trizas” el acuerdo de paz, en caso de que el Centro Democrático (partido que ahora preside) gane las elecciones.
Y el otro factor que puede incidir es la misma exigencia que Alejandro Ordóñez les hizo a los conservadores, en el sentido de declararse en oposición al gobierno de Juan Manuel Santos.
Los parlamentarios conservadores han meditado el asunto, y al parecer no se van a mover a las filas de la oposición hasta que Santos termine su gobierno. De hacerlo, podrían perder la presidencia del Senado a partir del 20 de julio, acordada con los otros partidos de la Unidad Nacional.
El factor Ramos
Pero hay un elemento que podría variar la ecuación: Luis Alfredo Ramos. El exgobernador de Antioquia espera que la Corte Suprema de Justicia lo absuelva de todo cargo, toda vez que se probó que en su proceso hubo falsos testigos. Ese sería su pasaporte para regresar a la arena electoral.
Ramos aún es considerado un barón electoral del conservatismo, pero también una carta marcada para el uribismo. De hecho, antes de ordenarse su captura (en el 2013) integraba la baraja de precandidatos presidenciales del Centro Democrático.
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Por eso, Ramos podría ser el factor que determine una eventual alianza entre uribistas y conservadores antes de la primera vuelta. Por lo menos tanto unos como otros llevan varios meses tratando de seducirlo.
Desde el momento en que asumió la presidencia del Partido Conservador, Hernán Andrade confesó haber tramitado encuentros con Ramos en Medellín. Hasta tres reuniones, según confesaron a Semana.com fuentes cercanas al Conservatismo.
Ha trascendido que las reuniones han girado en torno a que Ramos dispute la candidatura única del Partido Conservador, y con ese aval sellar una alianza con el uribismo. Los conservadores apuntarían a que Ramos fuera el candidato presidencial y que la fórmula a la vicepresidencia sea para el uribismo.
La idea, en el Centro Democrático, parece no tener mayor eco, pues los sectores más de derecha dentro del uribismo se oponen a una alianza con quienes consideran como “los enmermelados”, en referencia a los parlamentarios conservadores que apoyaron la reelección de Santos.
Y sobre todo porque el uribismo también reclama la propiedad del pase de Luis Alfredo Ramos. De hecho, en la convención del sábado pasado en Bogotá, se fijó la fecha del 15 de agosto para esperar no solo un pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia, sino del propio exgobernador de Antioquia. Hasta ese momento el Centro Democrático no definirá el mecanismo para escoger a su candidato único.
A un año de las elecciones, tanto uribistas como conservadores son conscientes que tendrán mayores posibilidades de triunfo si llegan juntos a las urnas. Pero a pesar de sus coincidencias, aún están lejos de sellar una alianza para la primera vuelta, como lo planteó Ordóñez y el propio Álvaro Uribe.