POLÍTICA
Alianza Verde: de la esperanza a la decadencia
El partido que inspiró la ola verde hoy está fragmentado, lleno de conflictos y sin un futuro claro.
En 11 años, la Alianza Verde pasó de ser el partido de los acuerdos y la esperanza para millones de ciudadanos a sufrir los mismos males de la política tradicional. Las constantes peleas entre sus propios integrantes, los desacuerdos y ataques públicos, a raíz de sus diferencias, tienen sumido hoy al partido en la peor crisis de su corta historia. Tan grave es que no se descarta una división, en la que unos y otros terminen armando rancho aparte.
En el pasado quedaron las épocas gloriosas, cuando Antanas Mockus, Enrique Peñalosa y Lucho Garzón, tres exalcaldes de Bogotá tan distintos, unieron todas sus fuerzas en 2010 y fueron una alternativa de poder con la famosa ola verde.
“¡La vida es sagrada!” y “¡La unión hace la fuerza!” fueron frases que los tres repitieron en coro cada vez que se paraban en una tarima, en una campaña en la que buscaron derrotar a Juan Manuel Santos, y frente a un público multitudinario que los apoyó con girasoles y lápices en las manos. Hoy, más de una década después, la Alianza Verde está resquebrajada, llena de peleas internas, conflictos por el poder, alcaldes elegidos en su nombre y cayendo en las encuestas, y denuncias de clientelismo.
¿Cómo se llegó a este punto crítico? La Alianza Verde surgió del M-19. Carlos Ramón González, uno de sus fundadores, y quien hoy es uno de los copresidentes, buscó consolidar una opción de izquierda alejada de los radicalismos, a pesar de haber pertenecido al grupo guerrillero. Con el paso del tiempo llegaron caras nuevas y poco a poco ganaron representatividad, pero fue hasta 2010, con la ola verde, que el movimiento se volvió realmente significativo.
Las profundas diferencias
En 2018, luego del éxito de la ola verde, Mockus volvió al ruedo. El exalcalde de Bogotá logró imponerse con la segunda votación más alta al Congreso ese año con 549.734 votos, después del expresidente Álvaro Uribe. Un año después, en 2019, en las elecciones locales y regionales, los verdes lograron triunfar con Claudia López en Bogotá, Jorge Iván Ospina en Cali, Jairo Yáñez en Cúcuta y Carlos Mario Marín en Manizales. Todo parecía ir muy bien hasta que estallaron los problemas.
Hoy las diferencias radican en las dos corrientes ideológicas presentes en la Alianza Verde, una de centroizquierda, con Angélica Lozano y Juanita Goebertus a la cabeza, y otra línea más de izquierda y petrista, con Inti Asprilla como líder representativo. La pelea radica en que la corriente petrista busca llevar al partido al Pacto Histórico de Gustavo Petro para las elecciones presidenciales de 2022, mientras que la otra vertiente busca que se mantenga en la Coalición de la Esperanza, donde está Sergio Fajardo.
La línea petrista se hace sentir con fuerza hoy en la Alianza Verde. Varios de ellos llegaron al movimiento en 2014, cuando era urgente alcanzar el umbral. El partido terminó acogiendo a Compromiso Ciudadano, de Fajardo, y a Progresistas, de Petro. Aterrizaron, por ejemplo, los hermanos Navarro Wolff, el nuevo senador Yezid García, el congresista Jorge Eliécer Guevara, Guillermo Asprilla –padre de Inti Asprilla– y hasta la misma Angélica Lozano, que había sido concejal de Progresistas. “Ahí el partido se volvió distinto, más de izquierda radical”, recuerda una persona que hizo parte de la colectividad.
Ambos sectores se distanciaron profundamente y hoy libran una batalla por el poder. Esta semana, Antanas Mockus y Antonio Navarro Wolff, quienes han respaldado la gestión de Claudia López, emitieron un comunicado conjunto en el que descartaron unirse a Petro y anunciaron que irán por una opción de centro con la Coalición de la Esperanza.
Mockus y Navarro Wolff se desmarcaron del copresidente del partido, Carlos Ramón González, quien suscribió una carta con el Pacto Histórico y se mostró abierto a que los verdes puedan sumarse a Petro. Las posiciones de los copresidentes pueden influir en la decisión oficial, pero no en lo que eventualmente vaya a suceder. Hay un sector que terminará votando por Petro, así el logo de la colectividad esté con la centroizquierda. Ahora muchos se preguntan cómo se solucionarán las diferencias que parecen imposibles de resolver.
Varios concuerdan en que la mejor salida sigue siendo dejar en libertad a los líderes para votar por quien prefieran. En últimas, esta puerta la abrió la congresista Juanita Goebertus con su apoyo a Alejandro Gaviria. La concejal Lucía Bastidas, por ejemplo, y otros militantes quieren estar con Enrique Peñalosa. Hay quienes prefieren que su candidato sea Sergio Fajardo.
En las próximas semanas se conocerán los resultados de unas encuestas que poco servirán en la práctica. Es posible que sus resultados no tengan ningún valor frente al gran pulso que se libra en la Alianza Verde, el otrora movimiento de la esperanza y los acuerdos, con su gente protagonizando una lamentable pelea de egos por el poder.