JUDICIAL

La sangre fría de Guacho, el señalado autor del crimen de los periodistas

Este es alias Guacho, el guerrillero disidente de las Farc que asesinó a un equipo periodístico ecuatoriano, por lo cual las Fuerzas Armadas de los dos países lo buscan por cielo y tierra. ¿Por qué los mató?

14 de abril de 2018
Guacho y sus hombres secuestraron el 26 de marzo a tres miembros del equipo periodístico del diario ‘El Comercio’ de Ecuador. Para liberarlos exigió al gobierno de ese país soltar a tres de sus secuaces capturados. El viernes se confirmó su asesinato.

Dolor. Ese sentimiento embarga a Ecuador después de que el jueves de la semana pasada se conoció que tres integrantes del equipo periodístico del diario El Comercio de ese país habían sido asesinados por un guerrillero disidente de las Farc conocido con el alias de Guacho.

Es posible dimensionar el impacto de este atroz hecho por la reacción del presidente ecuatoriano, quien estaba en Lima para asistir a la Cumbre de las Américas, y suspendió su participación para regresar a Quito en cuanto le comunicaron el trágico desenlace.

Un día antes, el miércoles, circuló un comunicado del frente Oliver Sinisterra, como se autodenomina esa disidencia, en el que anunciaba el crimen. Sin embargo, los gobiernos de Colombia y Ecuador negaron que hubiera certeza de su autenticidad. Esto mantuvo la esperanza sobre los tres integrantes del equipo periodístico, secuestrados el pasado 26 de marzo en Mataje, provincia de Esmeraldas, cuando realizaban un trabajo de campo sobre la situación de seguridad en la frontera.

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El 3 de abril se conoció una prueba de supervivencia en la que aparecía Javier Ortega, periodista; Paúl Rivas, fotógrafo; y Efraín Segarra, conductor, con cadenas y candados en su cuello. Una macabra práctica recordada porque durante años las Farc se la aplicó a centenares de secuestrados. En ese momento se supo que a cambio de liberarlos, Guacho exigía a las autoridades ecuatorianas permitir la salida de la cárcel de tres integrantes de su grupo, entre ellos su cuñada. Las hipótesis señalan que ante la negativa de esa posibilidad, optó por asesinarlos como una muestra de poder.

Antes de ese fatal desenlace y para evitar poner en riesgo la vida de los secuestrados, las autoridades militares de los dos países acordaron no realizar acciones ofensivas en la zona donde los tenían cautivos con la esperanza de lograr algún tipo de negociación con Guacho. Todo fue en vano. El equipo periodístico murió asesinado a sangre fría con tiros de gracia y sus cuerpos aún encadenados quedaron tendidos en la selva.

Las reacciones por el crimen, que terminó desatando una tensión diplomática entre los dos países,no se hicieron esperar. “Queridos ecuatorianos, ¡basta ya! Indignación, repugnancia, dolor e ira acompañan al corazón de todos los ecuatorianos. Hemos sido siempre un país de paz, de tolerancia, respeto…” dijo a los medios de su país el presidente Moreno, quien en la noche del jueves contó que había hablado con el presidente Juan Manuel Santos. “Le dije que pedíamos, que solicitábamos acciones contundentes por parte de ellos. Ya basta de contemplaciones, le dije. Acciones contundentes. No podemos dejar que ellos pongan sus reglas. Vamos a darles lucha en el campo que han escogido y los vamos a derrotar”, afirmó.

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¿Quién es Guacho?

El hombre a quien buscan hoy por cielo y tierra las Fuerzas Militares de Colombia y Ecuador no era muy conocido. Hasta la semana pasada, la mayor parte de la opinión pública de los dos países no tenía claro quién era este personaje, en busca del cual ambos países han realizado operaciones en los dos lados de la frontera desde hace varios meses.

Se llama Walter Arizala, y ya había realizado algunos ataques en su país de origen, Ecuador. El 27 de enero de este año detonó un carro bomba frente al comando de Policía de la población de San Lorenzo, a 80 kilómetros de la frontera con Colombia. Ese acto terrorista inédito en ese país dejó 28 heridos. El presidente Moreno aseguró en ese momento que el hecho respondió a los intentos de su gobierno por frenar el narcotráfico y que “fue un acto terrorista, ligado a bandas narcotraficantes que han sido golpeadas por el Estado ecuatoriano”.

Unos días más tarde, a mediados de febrero, en esa misma población hombres armados abrieron fuego contra una patrulla militar ecuatoriana que recorría la frontera. Dos soldados de ese país resultaron gravemente heridos. Un mes después, el 16 de marzo, atacaron la base naval ubicada en la población de Borbón, fronteriza con Colombia, lo que dejó algunos heridos leves.

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Tan solo cuatro días después, el 20 de marzo, tres miembros de la Armada ecuatoriana perdieron la vida y otros siete resultaron heridos, cuando los hombres de Guacho detonaron un explosivo al borde de la carretera por donde pasó la caravana en Mataje, provincia de Esmeraldas. Seis días más tarde ocurrió el secuestro de los comunicadores de El Comercio.

Guacho nació en Limones, un pequeño poblado ecuatoriano de la provincia costera de Esmeraldas. Reclutado a los 15 años por las Farc, con 27 años de edad se convirtió en una de las cabezas visibles del narcotráfico en el sur de Colombia, y una de las amenazas más serias al orden público tras el desarme de esa guerrilla.

El prontuario de Guacho comenzó en 2007, cuando en Ecuador entró a formar parte de la columna Daniel Aldana de las Farc. En una entrevista a RCN el año pasado, dijo que se movió siempre entre el Alto y el Bajo Mira, precisamente la zona que concentra la mayor cantidad de cultivos ilícitos del país y donde comienzan varias rutas del narcotráfico hacia el exterior.

En menos de una década aprendió el negocio, y para cuando el proceso de paz de La Habana entró en su recta final, él, al igual que otros comandantes como Gentil Duarte en el suroriente, decidieron desligarse de la guerrilla. “Nosotros no nos acogimos al proceso de paz, no era porque no estuviéramos de acuerdo, sino porque hubo una desigualdad en los guerrilleros medios y la tropa. Miramos que no era necesario continuar en un proceso en el que no nos están cumpliendo”, le dijo a RCN.

Tomó esa decisión a comienzos de 2016. Entonces bautizó la disidencia como el frente Oliver Sinisterra, el nombre de uno de los guerrilleros con los que compartió armas en el pasado. El grupo comenzó con alrededor de 60 personas, y hoy se estima que pueden llegar a 200 hombres armados.

Guacho empezó a ganar notoriedad luego de la masacre en El Tandil, en Tumaco, en la que siete campesinos murieron el 5 de octubre del año pasado. Las cámaras de televisión lo buscaron entre la selva y por primera vez conocieron su figura.

Cuando las Farc salieron de la zona, Guacho y Cachi –su hombre de confianza– quedaron a cargo de una amplia red de laboratorios de cocaína alrededor de Tumaco. Desde entonces se dedicaron de lleno al narcotráfico. Solo una de sus ‘cocinas’, destruida por el Ejército y la Policía en octubre pasado, tenía capacidad para producir 2 toneladas de clorhidrato de cocaína por semana.

Con la relevancia que ha adquirido en el escenario criminal, las acciones de las autoridades contra Guacho también se han intensificado, y más de 10.000 militares y policías colombianos desplegados en varias zonas de Nariño empezaron una verdadera cacería para dar con este hombre y sus lugartenientes. A comienzo de abril el Ejército capturó a dos miembros de su disidencia y recuperó una caleta de armas con ocho fusiles, dos ametralladoras, cuatro lanzagranadas, dos granadas y municiones, que dan cuenta del poder de su arsenal.

A los pocos días, luego de que sus hombres ejecutaron un atentado contra una torre de energía en Ecuador, las autoridades de ese país capturaron a cuatro presuntos miembros de la organización, entre ellos su cuñada. Y el 14 de marzo le propinaron el golpe más fuerte al detener a Cachi, su mano derecha y un hombre experimentado en el narcotráfico.

En respuesta ante esa arremetida, Guacho intensificó los ataques en ambos lados de la frontera, entre ellos uno contra la infraestructura eléctrica que dejó sin luz a Tumaco en Semana Santa. Como parte de ese intento por demostrar su poder y ser un verdadero capo, secuestró a los periodistas ecuatorianos, a los que pretendía canjear al mejor estilo de Pablo Escobar.

El Ejército de disidentes bajo sus órdenes crece día tras día gracias a la infinita chequera del narcotráfico. No solo controla cultivos, laboratorios y rutas, sino que varios carteles mexicanos han encontrado en él un gran aliado y socio. Por eso, incluso algunos informes señalan que los narcos de ese país centroamericano han entregado armas y millones de pesos para que Guacho atraiga más disidentes e integrantes de otros grupos para engrosar sus filas. Todo con el objetivo de defender la productiva zona de narcotráfico que controla.

Por ahora, este horrible asesinato del equipo periodístico ecuatoriano puso a ese temible desconocido en la mira prioritaria de los esfuerzos de dos Estados y miles de soldados. No solo deben dar con él, sino, principalmente, evitar que los otros disidentes que existen en diferentes zonas del país alcancen su poder.