Migración
Alimentación, el primer paso para mejorar la suerte de los migrantes
En Colombia, la migración masiva de venezolanos no solo representa retos políticos, económicos y sociales, sino que puede ser una oportunidad para fortalecer la cohesión social y construir un futuro que favorezca tanto a los colombianos como a los hermanos del vecino país.
Durante la pandemia del coronavirus, en los meses más complicados, cerca de 168 naciones decidieron cerrar sus fronteras o reforzar los controles de ingreso a sus territorios. A pesar de esto, los 271 millones de migrantes en todo el mundo, que se registraron según cifras de la ONU en el 2019, continuaron recorriendo kilómetros enteros para emprender una nueva vida lejos de su hogar natal.
La situación fue más compleja de lo habitual. Miles de familias debieron recurrir a los caminos ilegales, las trochas y los viajes marítimos. En Latinoamérica se vive una situación apremiante por el caso de la migración venezolana hacia América del Sur y el Caribe. Según la Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela-R4V, para noviembre de 2020 más de 5 millones de venezolanos habían abandonado sus hogares. Y si bien durante la pandemia, hubo un aumento de personas que regresaron a ese país, en septiembre comenzó de nuevo a aumentar el éxodo.
David Smolansky, comisionado de la OEA asegura que en Colombia “alrededor de 500 venezolanos están ingresando diariamente al país por caminos irregulares”, y Migración Colombia reportó que en Colombia hasta el mes de agosto de 2020 se registraron un 1.7millones de venezolanos.
De acuerdo con la última evaluación rápida de vulnerabilidad realizada por el Programa Mundial de Alimentos, (WFP por sus siglas en inglés) el nivel de inseguridad alimentaria entre la población migrante ha aumentado pasando de 53% en abril, a 73% en agosto. Así mismo, 7 de cada 10 migrantes, manifiesta preocupación por no tener suficiente comida. Mientras tanto, un estudio del Observatorio Venezolano de Migración reveló que, con la llegada del virus, 9 de cada 10 migrantes vieron reducidos sus ingresos, un 42 por ciento perdió su empleo y un 33 por ciento tuvo que pedir ayuda humanitaria a diferentes instituciones.
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El Gobierno Nacional ha aunado esfuerzos para proteger a esta población, manteniendo las fronteras abiertas hasta antes del inicio de la pandemia y trabajando por garantizar sus derechos fundamentales. Con el apoyo de muchas organizaciones y la solidaridad de las personas, se ha sobrellevado esta situación a lo largo del territorio nacional. Hoy es muy común ver cómo los ciudadanos venezolanos siguen atravesando el país a pie, por carreteras peligrosas, bajo un clima desgastante, mientras se exponen a un sinfín de riesgos en esa travesía, en medio de los peligros de la delincuencia y la violencia armada.
Uno de los factores más preocupantes de la crisis migratoria es el de la seguridad alimentaria, ya que los migrantes se enfrentan a largas caminatas sin comida, ni agua. Cada vez incrementa más el número de mujeres y menores de edad en este éxodo, muchos de ellos buscando reunirse con sus familias ya asentadas en Colombia.
Agencias de la ONU, como el Programa Mundial de Alimentos, han dispuesto puntos estratégicos en las vías del país para tratar de combatir el hambre de los migrantes.
Trabajando de la mano de instituciones a nivel nacional y local, la organización brinda una asistencia contundente en Colombia, no solo a la población migrante, sino también a colombianos retornados y miembros de las comunidades de acogida. Adicionalmente, junto con kits de alimentos, advierten a los viajeros de los peligros en la carretera y de los riesgos de sufrir una descompensación por deshidratación o desnutrición. “Desde que empezamos a caminar, no hemos tenido una buena alimentación, solamente hemos estado con agua o una galletita. Es un apoyo que se agradece y se valora bastante”, dice uno de los migrantes beneficiados, y añade “muy agradecidos con los colombianos porque nos apoyan a pesar de que somos inmigrantes”.
Pero esta organización va más allá de la ayuda inmediata, y busca atender a los miles de migrantes que al entrar a Colombia deciden asentarse en alguna ciudad o región específica. Ese es el caso del departamento de Arauca donde lleva a cabo un piloto de Protección Social reactiva ante emergencias, en apoyo y como complemento a la respuesta del Gobierno Nacional para mitigar el impacto socioeconómico generado por la pandemia a través de la entrega de transferencias monetarias, en un modelo replicable que busca enlazar múltiples actores por una inclusión social efectiva.
Diego Molina Restrepo, Jefe de la Oficina del WFP en Arauca, asegura que: “a nivel nacional atendemos a más de 350.000 mil migrantes por mes y solo en Arauca más de 60.000. Trabajamos con mercados o kits, bonos de alimentación, efectivo a algunas personas y también con comida servida en los albergues. Esta misión, que involucra a varias instituciones del Gobierno, nos convierte en líderes de asistencia humanitaria en la región.”
Entre quienes se benefician de estos programas también están varios colombianos retornados, es decir aquellos que se radicaron en Venezuela hace un tiempo, pero tuvieron que devolverse por la situación. Rosa ha sido una de las beneficiarias del WFP con canastas de alimentos. Recientemente llegó a Colombia y se ha encontrado en una situación complicada desde que vive en Arauca: “Mi situación es un poco crítica, principalmente para conseguir trabajo porque estoy embarazada y tengo cuatro hijos. Vivo por ahí arrendando, pero está fuerte pagar el arriendo. Esta ayuda me alivia mucho” afirma.
La asistencia del WFP se brinda con un enfoque que promueve la integración dentro de las comunidades de acogida, pues erradicar el hambre es solo el primer paso, ya que la sociedad colombiana también se enfrenta al reto de la xenofobia. Según el Observatorio del Proyecto Migración Venezuela, solo en redes sociales como Facebook, un 54,2 por ciento de los comentarios relacionados con la migración son negativos.
El 18 de diciembre se celebró el Día Internacional del Migrante. En medio de la pandemia, con todos los retos que tenemos que enfrentar como humanidad, la invitación es hacia la cohesión social para mirar este fenómeno desde la dignidad y desde la oportunidad de evolucionar juntos cultural y económicamente.