En el fondo, la constituyente sería para lograr tramitar dos propuestas que siempre han gravitado en el espectro del uribismo: una corte única, que implica suprimir la Corte Constitucional, la Corte Suprema y el Consejo de Estado, y acabar con la JEP. | Foto: Fotomontaje SEMANA

JUSTICIA

Constituyente: Paloma pone a Duque entre la espada y la pared

Al presidente le queda muy difícil apoyar la principal causa que ahora tiene el uribismo. Con la idea del Centro Democrático de llamar a una asamblea para reformar la justicia, la Casa de Nariño queda en una sin salida. ¿Por qué?

5 de agosto de 2020

La decisión de la Corte Suprema de Justicia de ordenar la detención domiciliaria de Álvaro Uribe significa un punto de quiebre en el gobierno de Iván Duque. El presidente queda así en una gran encrucijada entre el sentido de la justicia y el dolor de su partido y de su jefe político. Sin embargo, si hay algo que lo pone contra las cuerdas es la propuesta de la senadora Paloma Valencia de comenzar con una causa muy díficil: una asamblea nacional constituyente para reformar la justicia. 

Se trata de un empeño titánico y casi imposible. Desde la expedición de la Constitución de 1991, muchos han tratado de plantear esta salida, sin ningún éxito. La Constituyente suele ser una formula que todos plantean cuando no existen salidas a las decisiones que se toman y que van en contravía del sentir de una mayoría. El ejemplo más notorio es quizás el plebiscito. Cuando el presidente Santos puso en consideración de las urnas el futuro del proceso de paz, nadie esperaba en su gobierno que el resultado por el No resultara ganador. Cuando esto sucedió, decenas de voces pidieron una constituyente para poder revivir lo pactado. No se pudo. 

Otro momento así sucedió también en ese gobierno. Con mucho esfuerzo legislativo, por primera vez se había logrado en el Congreso un revolcón a la justicia. Se creó el tribunal de aforados para que los magistrados respondieran por sus actos y se eliminó el Consejo Superior de la Judicatura, una entidad también envuelta en escándalos. Sin embargo, la Corte Constitucional tumbó la reforma. Las reacciones fueron aireadas y también se propuso la constituyente. Tampoco se logró.  

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Lo que propone ahora Paloma Valencia no tiene un mejor futuro. La senadora aseguró, casi entre lagrimas, que Colombia estaba ante “un momento muy triste", pues “se está perdiendo la libertad de uno de los colombianos más importantes de la historia”. 

La congresista hizo público con vehemencia el sinsabor que les deja a los uribistas la decisión de la corte, en especial en contraste con el trato judicial que tienen los desmovilizados de las Farc gracias al proceso de paz. En el fondo, la constituyente sería para lograr tramitar dos propuestas que siempre han gravitado en el espectro del uribismo: una corte única, que implica suprimir la Corte Constitucional, la Corte Suprema y el Consejo de Estado, y acabar con la JEP. 

La detención de Álvaro Uribe fulmina su etapa de senador

  La detención de Álvaro Uribe fulmina su etapa de senador Foto: Guillermo Torres / SEMANA

Pero Paloma lanzó lo más díficil de esta apuesta para Duque. Aseguró en varias entrevistas radiales que ella y el uribismo esperan que sea el presidente mismo sea el que la convoque. “Yo quiero pensar que al presidente está injusticia lo mueve”, le dijo a Blu Radio en la mañana del miércoles.

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Ante la pregunta de qué pasaría en el uribismo si el primer mandatario no le jala a la iniciativa contestó: “Cada día tiene su afán". Agregó que no se quiere adelantar pero que espera y confía en que Duque "esté en la línea de lo que cree Colombia”. 

A Duque no le queda fácil acoger esas banderas que le pone quien fue su coequipera en el Senado. Asumir la causa de la constituyente sería cargar con una propuesta que no tiene futuro, pero que sí genera un rechazo enorme. En una entrevista con la FM, Duque se apartó de manera discreta de esa posición al señalar que se trata de un "proceso largo". Aunque no quiso cerrar la puerta del todo a esa formula, insistió que el camino para él es una reforma a la justicia. 

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"Reforma a la justicia es necesaria, hay un gran consenso y la forma tenemos que mirarla con los partidos políticos, de tal manera que podamos conciliar la urgencia de la reforma con la mayor velocidad y el mayor alcance. El país necesita una reforma a la justicia, una reforma que le dé confianza al ciudadano, eso no es un tema de hoy, eso es un tema que el país lo ha debatido”, dijo el presidente. 

¿Por qué es tan díficil? 

La constituyente es realmente un camino largo y espinoso. Se requiere que el Congreso de la República apruebe una ley para convocarla y definir su competencia. Luego, esa norma tendrá control previo por parte de la Corte Constitucional. Si allí le dan vía libre, hay que llamar a elección. El Sí a la Constituyente deberá superar la tercera parte del censo electoral, es decir más de 11, 6 millones de votos. Teniendo en cuenta que en el plebiscito de 2016 participaron un poco más de 12 millones tanto del Sí como del No, la cifra es casi imposible. Y solo al lograrla se podrá llamar a elecciones para elegir los delegatarios y comenzar la constituyente.

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Aún después de haber superado todo ese proceso, nadie puede garantizar lo que venga. La constituyente puede ser llamada para un caso específico, como resolver una crisis institucional o reformar la justicia en este caso, pero puede terminar analizandolo todo: la reelección presidencial, las consultas previas, la adopción por parte de parejas del mismo sexo, la organización económica del Estado. "Me parece gravísimo volver a esa discusión. Pero no le veo futuro", le dijo la congresista Juanita Goebertus a SEMANA. 

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La Constitución política señala que existe la posibilidad de tener un temario limitado, pero la verdad es que una vez se conforme esta se puede declarar omnímoda. En 1953 cuando el presidente Laureano Gómez convocó una Asamblea Nacional Constituyente (ANAC) se señalaron unos temarios. Sin embargo, luego vino el golpe de Estado de Rojas Pinilla y la Constituyente no solo desbordó su campo de acción, sino que legitimó el golpe de Estado y se convocó una asamblea legislativa. En 1991, después del histórico movimiento de la Séptima Papeleta también pasó algo similar. Al principio se consideró que el temario debía ser limitado, pero una vez constituidos, los constituyentes terminaron siendo omnipotentes.

Al final, lo único cierto es que nada garantiza que una constituyente no se desborde, ni que logre conformar las mayorías de quienes la convocaron. 

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