ELECCIONES 2018

Uribe se divorcia de sus votos cristianos

En una carta, la líder de la Misión Carismática Internacional le anunció al expresidente su salida del Centro Democrático. Fin a una relación de afectos y votos de más de 15 años. ¿Tendrá impacto?  

21 de noviembre de 2017
| Foto: Archivo particular

Claudia Rodríguez de Castellanos fue una de las primeras mujeres en lanzarse a la Presidencia de la República. En el año de 1990 se asomó por primera vez a un tarjetón, para representar los intereses de la comunidad cristiana (Partido Nacional Cristiano), en aquel entonces, una incipiente fuerza política. Entre 13 candidatos, quedó en el sexto lugar con 33.000 votos, en una elección en la que César Gaviria obtuvo 2,9 millones para ganar la jefatura del Estado.

Casi tres décadas después, Claudia Rodríguez es, junto con su esposo, el pastor César Castellanos, la líder de la Misión Carismática Internacional, una iglesia que congrega a más de 300.000 fieles en todo el país, de ellos casi 50.000 en Bogotá.

La segunda vez que participó en unas elecciones fue en 2000, cuando se presentó a la Alcaldía de Bogotá, también por el Partido Nacional Cristiano. Aquellos 30.000 votos que sacó en 1990 los multiplicó, y en esa elección que ganó Antanas Mockus, Rodríguez de Castellanos fue tercera, con 176.000 votos.

Dos años después Álvaro Uribe Vélez se cruzaría en su camino. La dirigente cristiana fue una de las primeras en sumarse a su candidatura en 2002 y desde entonces le guardó fidelidad. De hecho, Uribe la nombró embajadora de Colombia en Brasil.

En 2006 integró la lista de candidatos al Senado de Cambio Radical, la cual encabezó Germán Vargas Lleras. Le puso 57.000 votos a esa lista y se ganó una curul en el Senado, haciendo parte de la poderosa bancada uribista.

En aquella campaña, donde Uribe se reeligió, la Misión Carismática Internacional se convirtió en una de las estructuras del uribismo. En la sede de esta iglesia en Bogotá eran frecuentes no solo los consejos comunitarios de Gobierno, sino varios mítines políticos. Uribe, en su condición de presidente candidato, subía al púlpito como si fuera un pastor para predicar ante sus fieles. Aunque los votos cristianos no se notaban entre los 7,3 millones con los que se reeligió, el ahora senador del Centro Democrático los apreciaba mucho.

Tanto así que en 2010 Claudia Rodríguez de Castellanos prefirió a Uribe que a Vargas Lleras, cundo este se opuso a la segunda reelección. De Cambio Radical pasó a hacer política en el Partido de la U (puso a la senadora Claudia Wilches), y tras la ruptura con Juan Manuel Santos, fue de las primeras en irse a fundar el Centro Democrático.

Cuando Uribe más necesitó de los cristianos fue el año pasado. Recurrió a ellos para oponerse al plebiscito que refrendaría los acuerdos de paz. Aquel discurso contra la ideología de género, que según el uribismo se había incluido en La Habana, movilizó a quienes defienden los principios religiosos. Se estimó que por lo menos un millón de votos cristianos ayudaron a la victoria del No.

Uribe le hizo un reconocimiento directo a Rodríguez de Castellanos. Tras el plebiscito, los voceros del No se reunieron durante un mes para hacerle modificaciones al acuerdo de paz. Una de las que tuvo interlocución con el Gobierno fue precisamente la líder de la Misión Carismática Internacional. Siempre aparecía en la foto con el expresidente, incluso fue la designada para el complejo asunto de género.

La Misión Carismática hoy tiene una doble presencia en el Centro Democrático. Orlando Castañeda, en el Senado, y Esperanza Pinzón, en la Cámara de Representantes. Sin embargo, para este sector cristiano, es una representación mínima, teniendo en cuenta que el uribismo tiene 39 congresistas.

Ese puede ser el trasfondo de una carta que Claudia Rodríguez de Castellanos le dirigió a Uribe en la noche del lunes, en la que anunció que daría un paso al costado del Centro Democrático.

La noticia no deja de ser sorpresiva, sobre todo cuando la campaña política está a punto de arrancar. En número, podría suponer un déficit de votación para las elecciones parlamentarias, y también una pérdida para las presidenciales.

Frente a las elecciones parlamentarias, la MCI tenía asegurado un lugar en la lista del Senado, con la concejal de Bogotá Clara Lucía Sandoval, y uno en la lista de Cámara por Bogotá, con la exsenadora Claudia Wilches.

Lo que trascendió es que fueron directamente a la oficina de Álvaro Uribe a exigir más representación. El jefe del Centro Democrático, que siempre ha tratado de consentirlos, esta vez les dijo que no. “No hay más espacio, es lo que hay”, habría dicho Uribe. “Entonces nos vamos”, fue la amenaza de los cristianos.

Hasta que se conoció la carta. No se sabe si sea una posición definitiva, pues no sería la primera vez en el uribismo que se rectifica alguna postura. Tampoco se conoce la posición de Uribe, si aceptará la salida de este sector, o si tratara de reintegrarlos.  

Lo que es seguro es que los votos de la MCI están en juego. ¿Se irán para Cambio Radical, partido al que pertenecieron? Estará por verse, pero podría ser el escenario que más los favorezca. Ellos tienen votos, y este partido, que quiere tener presidente y las mayorías parlamentarias, los necesita. En todo caso, con una carta, se produjo un divorcio, el de Uribe y Claudia Rodríguez de Castellanos.