SALUD
¿Crisis humanitaria en el Amazonas?
La crisis sanitaria que vive el Amazonas con la pandemia amenaza con volverse un problema humanitario de grandes proporciones. Algunas organizaciones han denunciado que esta situación podría causar un verdadero genocidio indígena.
La situación del Amazonas y de su capital, Leticia, es alarmante. En menos de un mes se ha convertido en el departamento con una de las tasas de infección más altas del país. Desde que las autoridades notificaron el primer contagio, el 17 de abril, los casos confirmados se han duplicado en promedio cada dos días. De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud (INS), tan solo en la primera semana de mayo, el número de personas que han dado positivo por covid-19 se cuadruplicó: pasó de 105 a 418. Incluso, según el reporte, el 7 mayo el departamento tuvo más casos que Bogotá con 188, una diferencia de 58.
Pero lo más preocupante es que Leticia, con 417 enfermos por covid-19, casi duplica en casos a la población fronteriza brasileña de Tabatinga, por donde se presume entró el virus al Amazonas colombiano, y es la cuarta población con más contagios en la región fronteriza que comprende a Colombia, Brasil y Perú. Solo es superada por Manaos (Brasil), con casi 6.000 casos; Iquitos (Perú), con 706, y Manacapuru (Brasil), con 700.
Para agravar la situación, la expansión de la covid-19 se da en un territorio que no está preparado para afrontar una contingencia de este tipo. El Hospital San Rafael de Leticia no cuenta con la infraestructura para atender a pacientes crónicos ni con los insumos necesarios para funcionar. Sin contar los escándalos de corrupción y malos manejos que datan de décadas atrás. Todo esto obligó a la Superintendencia de Salud a intervenir, el pasado primero de mayo, a la institución. La siguiente es la radiografía de la dramática situación de salud de una zona fronteriza que, si no se contiene a tiempo, podría convertirse en un gran problema para el Gobierno.
¿Cómo se llegó a esta situación?
Leticia y Puerto Nariño, los municipios más importantes del Amazonas, se ubican en una región fronteriza que comprende a Colombia, Perú y Brasil. De acuerdo con el padre Alfredo Ferro, del Servicio Jesuita a la Panamazonia, para entender la cotidianidad en esta región “hay que tener presente que las fronteras político-administrativas entre estas naciones son porosas y prácticamente no existen para los pobladores de estos municipios ni para los indígenas”.
A excepción del turismo, Leticia depende más del comercio que tiene con las poblaciones de los otros países que con las regiones del interior de Colombia. Los alimentos no perecederos provienen de Tabatinga y Manaos y las frutas y verduras de las poblaciones de Perú. “Por acá pocas cosas provienen de Bogotá, solo los turistas, y buena parte de nuestra canasta familiar está conformada por productos brasileños y peruanos”, dice una habitante de la región. Estos lazos son tan fuertes, que, por ejemplo, a Leticia y a Tabatinga las separa tan solo una calle y muchas casas tienen una puerta que da a Colombia y otra Brasil. La cercanía de ambos municipios ha hecho que parte de una familia viva en Leticia y la otra en Tabatinga.
Como se sabe, en Brasil, el presidente Jair Bolsonaro no tomó medias eficaces para contener la expansión de la pandemia y el país se convirtió en el foco más grande de la covid-19 en la región. Para evitar la llegada del virus a Leticia, el presidente ordenó cerrar la frontera el 16 de marzo, sin embargo esta medida no funcionó porque es casi imposible separar dos municipios que en realidad son uno. Aunque hay dos pasos fronterizos oficiales, hay muchas calles que comunican ambas poblaciones.
Cuenta el periodista independiente Nelson Jiménez que cuando la covid-19 llegó a Tabatinga muchos de sus habitantes fueron atendidos en la Clínica Leticia y allí ocurrió el primer caso de contagio por coronavirus. Se trataba de un médico. La noticia hizo que la Alcaldía y la Gobernación trataran de endurecer los controles para el tránsito entre ambas poblaciones, sin mayor éxito.
Desde ese momento comenzó el aumento exponencial de casos. El 26 de abril, cuando el INS reportaba 40 casos en Leticia, el país conoció la noticia de un adulto mayor que había muerto en la calle. De acuerdo con el medio comunicación @MembeDigital, los familiares reportaron que la persona tenía síntomas similares a los de la covid-19 y que habían decidido llevarlo al Hospital San Rafael. Sin embargo, murió en el camino. Ninguna de las dos ambulancias atendió el llamado porque una transportaba un paciente intubado y el conductor de la otra había renunciado.
Pese a las medidas, la curva los contagios no se ha logrado contener y al 7 de mayo hay 417 contagiados en Leticia y uno en Puerto Nariño. Hay 876 casos probables y el número de muertos asciende a 14 y otros 17 se encuentran en verificación. Preocupa, además, la situación de las comunidades indígenas, que tampoco están preparadas para afrontar la epidemia. Hasta esta fecha van 29 indígenas infectados en el casco urbano de Leticia y 11 en las zonas rurales, además de un muerto: Antonio Bolívar, que se dio a conocer por actuar en la película El abrazo de la serpiente. Algunas ONG han dicho que si no se atiende con prontitud esta situación puede haber un genocidio indígena.
Crisis sanitaria y humanitaria
El caso de la persona que murió en la calle resume todos los problemas por los que atraviesa el departamento del Amazonas, y en especial Leticia, en el campo de la salud pública. Como explica un auxiliar de enfermería que prefirió no dar su nombre, “el Hospital San Rafael se ha convertido en la caja menor de las administraciones locales y en un foco de corrupción”. Estas denuncias también han sido respaldadas por el contralor departamental, Daniel Oliveira, quien señaló que en el departamento hay contrataciones irregulares, como la compra ficticia de medicamentos, sobrecostos en insumos y contratos de obras que no se han llevado a cabo. Por su parte, en el informe que justificó la intervención del Hospital San Rafael, la superintendencia encontró un déficit de 3.233 millones de pesos, sin contar las cuentas por cobrar que ascienden a 9.147 millones.
Este desgreño es el responsable en parte de que la capital del departamento no estuviera preparada para atender la pandemia. Jiménez explica que “en el hospital, que debe atender a casi 80.000 habitantes, no hay unidades de cuidados intensivos, sino cinco camas de cuidados intermedios, de las cuales solo están funcionando tres. Y la máquina para hacer oxígeno, hasta hace unos días fue arreglada gracias a la acción del Ejército”. Por otra parte, la falta de insumos y de protección hizo que los médicos del hospital renunciaran el 20 de abril, aunque han vuelto al trabajo luego de llegar a una negociación con las autoridades. Pero ahora los que amenazan con renunciar son los auxiliares de enfermería, que se sienten desprotegidos, pese a que la semana pasada el ministro de Salud visitó la región, entregó más de una tonelada en insumos y tres ventiladores, y anunció un plan para afrontar la crisis en esa región.
El problema sanitario no es lo único que preocupa a los habitantes de Leticia, la parálisis total de turismo y las fuertes medidas de confinamiento (hoy el toque de queda comienza a las 3:00 p. m. y termina a las 6:00 a. m. entre semana y los fines de semana es todo el día) han hecho que la mayoría de sus habitantes, que viven del día a día, no reciban ingresos. A eso se suma el problema de alrededor de 7.000 familias colombianas que viven en Tabatinga, pero que trabajan de manera informal en Leticia. Si bien la Alcaldía y la Gobernación han entregado mercados, estas familias no los han podido recibir porque no se encuentran registradas en Leticia y como no son brasileñas tampoco reciben los auxilios del país vecino.
La crítica situación de Amazonas merece una intervención más eficaz del Gobierno para evitar una verdadera tragedia.