Judicial
Amenazas, pagadiarios y hasta un secuestro en un centro comercial. La denuncia de una empresaria de la construcción en Medellín a quien le “acabaron la vida”
SEMANA revela la denuncia que existe por el secuestro de la empresaria dentro de un centro comercial en la ciudad de Medellín, y las amenazas que ha recibido por aplicaciones de mensajería instantánea y redes sociales.
Desde hace seis meses la vida de la empresaria de la construcción Catalina López Ocampo y su familia se ha convertido en un verdadero infierno. El retraso en la entrega de unos materiales generó que, por medio de un grupo de WhatsApp, unos empresarios crearan en su contra una campaña de desprestigio, que terminó con el negocio que creó a pulso, acabó con su tranquilidad y la obligó a empezar desde cero.
En los mensajes que fueron expuestos por las redes sociales la calificaban nada más y nada menos que de “ladrona” y “estafadora”, así como de otros calificativos que es mejor no replicar. El empresario constreñía a Catalina indicándole que debía devolverle la plata de su pedido y pagarles, adicionalmente, a los llamados “pagadiarios” que le enviaban la suma de cinco millones de pesos por cada día que se demorara en cancelar la deuda.
No fueron pocos los mensajes, textos, audios y llamadas telefónicas amenazantes que recibieron Catalina y su esposo. Pese a que estos hechos ya fueron puestos de presente ante la Fiscalía General, poco o nada se ha hecho para tomar acciones en contra de los remitentes y del empresario, plenamente identificado, que sigue enviando las intimidaciones.
Para esto no dudó en poner de frente las “influencias” con las que contaba, el poder en el gremio de la construcción y a su séquito de “pagadiarios” para recuperar el dinero. De nada valieron los compromisos para cancelar la deuda, dinero con el que no contaban en ese momento por la difícil situación que venía enfrentando la empresa.
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Las amenazas, lastimosamente, no quedaron en simples dichos. Por varios días consecutivos pusieron a un grupo de personas en la puerta de los locales para que realizaran un escándalo de grandes proporciones para desprestigiar a la marca, a la empresaria y a sus empleados.
Además, crearon un grupo de WhatsApp en el que ingresaban “presuntos clientes estafados por la marca”. Entre colegas de la construcción se encargaron de regar el rumor de que Catalina y su esposo, quien fungía como representante legal de la empresa, eran unos estafadores, generando así pánico colectivo.
Este grupo se desintegró en días posteriores, ya que a los clientes se les entregó su dinero o mercancía satisfactoriamente.
El secuestro
Dos personas que aseguraron ser “del Urabá” retuvieron a Catalina dentro de sus locales en el centro comercial Ideo, ubicado en el sur de Medellín.
Desde las 7:00 p. m. hasta las 8:00 a. m., Catalina y una empleada del local estuvieron “secuestradas” por los hombres, quienes andaban como “Pedro por su casa” por los pasillos del centro comercial y la amedrentaban para que entregaran el dinero.
Le advertían que, de no hacerlo, las consecuencias serían muy graves para ella y su familia, que no les iban a robar el dinero como lo había hecho con las otras personas del grupo de WhatsApp, en el que se encontraban directivas del centro comercial, y que la única manera de salir era con el dinero.
Para aumentar la tensión, las amenazaron para que no les dieran aviso a las autoridades. Como pudo, Catalina, junto a su esposo, trató de mediar con el cliente indicándole que le entregaba su carro; contactó a familiares, amigos, empresarios cercanos y a todo aquel que pudiera colaborarle con dinero para saldar la deuda.
“Eso sí, sin comentarles que Catalina estaba retenida porque no sabíamos cómo podían reaccionar esos hombres”, manifestó una persona cercana. Alrededor de las 6:00 a. m., estas personas permitieron la salida de Catalina del centro comercial para que empeñara, como fuera, las cadenas, anillos y electrodomésticos, dejando a la empleada retenida mientras ella conseguía el total del dinero.
Hasta el sol de hoy no entienden cómo los encargados de la seguridad del centro comercial permitieron que estas personas, totalmente ajenas, rondaran por los pasillos como si nada.
La situación dejó marcada a la empresaria que, por miedo y zozobra, decidió permanecer unos días encerrada en su casa. Tres días después tomó la decisión de volver a sus negocios, pero se encontró con la desagradable sorpresa que los dos locales que tenía en el centro comercial habían sido sellados y prácticamente desocupados por orden de la administración.
¿Cómo era posible? En este acápite aparece otra de las varias irregularidades, pues el mencionado centro comercial –como explicó una abogada experta en el tema- maneja la figura de concesión de espacio mercantil, por lo que pueden hacer lo que quieran con los locales.
En las fotos aparecen varios trabajadores del centro comercial dentro de los locales, abriendo cajones, la caja fuerte y revisando material sin contar con la presencia de los dueños, constituyendo una violación a la propiedad privada. Situación totalmente atípica y que motivó una acción judicial.
“Me dejaron en la calle, perdí todo lo que había conseguido en toda mi vida laboral. Al día de hoy ese centro comercial tiene retenidos más de 550 millones de pesos en inversiones. El local de comidas ubicado en Ideo también fue cerrado, sacando a los empleados que allí estaban, dejando perder la comida”.
Las amenazas continúan
“Dañaron mis fachadas y las puertas de mis locales, cambiaron mis candados y no me permitieron retirar mis cosas. Todo esto alegando moras en el pago del canon de arrendamiento, sin un debido proceso, sin la orden de un juez, que es lo que procede en estos casos”.
Las amenazas lograron su objetivo: “Creyeron que yo era una ladrona, que les había robado a esas personas; acabaron con mi vida, mi reputación, que me llevó más de 20 años construir. Para rematar, a muchos clientes que iban a la administración del centro comercial a preguntar por nuestra marca funcionarios les decían que nosotros no dábamos la cara y que no habíamos vuelto a aparecer, y los instaban a que nos denunciaran penalmente”.
Todos los males se juntaron para esta empresaria y su familia: la empresa pasaba por una etapa de reestructuración para recuperarse económicamente, pagar las deudas y volver a tener ganancias. Las amenazas no han parado y en varios mensajes se deja entrever que es víctima de delincuentes que la siguen por orden de empresarios de la ciudad. “Bueno, ya van a empezar a pagar; necesitamos pues los materiales, no creo que estemos jugando pues, o si no, ahí le va la publicidad para todo mundo”, señalaba uno de los mensajes amenazantes que ha recibido recientemente.
Por estos hechos, se dejó sentada una denuncia ante la Fiscalía General, por los delitos de injuria, calumnia y constreñimiento ilegal. Sin embargo, pese a la evidencia aportada, los anexos con las amenazas y testimonios, nada ha pasado. “Temo por mi vida, la de mi familia y la de los empleados, ya que ellos también fueron agredidos verbalmente, con palabras y calumnias”.
Y es que en varios mensajes se deja clara la intención de amenazar la vida e integridad de la empresaria: “Tengo claro, y júrelo por lo más sagrado que tengo, que voy a dar con ustedes. Van a rogar no haber llegado a meterse conmigo (…). Porque las cosas se hacen de buena manera. Hoy me doy cuenta de que la violencia de nuestro país nunca terminará”.
Frente a la pregunta de Catalina, sobre si se trata de una amenaza, el comerciante le responde: “Tómelo como lo quiera tomar (…). He sido paciente (…). Acabo de mandar personal a buscarlos”. Recientemente le enviaron una foto alusiva a un entierro en un cementerio. Situación que aumentó el temor y el miedo, pues saben lo que son capaces de hacer.
Desde un magistrado de las altas cortes, ingenieros, empresarios, proveedores de renombre, comerciantes del campo de la construcción y demás han apoyado a Catalina y a su esposo en esto, asegurando que son personas decentes y que jamás han estafado a alguien.
“Después de ser una de las mejores asesoras y especificadora de acabados para la construcción en empresas de renombre a mí ya no me dan trabajo en ninguna empresa (…) ni como asesora comercial, soy un desprestigio para cualquier marca”, anota Catalina entre lágrimas.
“Yo solo quiero que se haga justicia, que mis hijos y mi familia sepan que yo nunca le he robado a nadie y que esta cultura ‘traqueta’ entre empresarios de la ciudad es repudiable, estos actos se deben terminar, para todo hay un debido proceso y un proceso legal”, señaló.
SEMANA intentó comunicarse varias veces con la oficina de seguridad del centro comercial Ideo para conocer si tenían conocimiento de los hechos o habían registrado el inusual hecho, pero no obtuvo respuesta alguna.