ENTREVISTA

Ángela Garzón: “El crimen de mi hermana sigue en la impunidad”

La concejala de Bogotá, hija de Angelino Garzón, promueve la cadena perpetua para violadores de menores. Asegura que el asesinato de su hermana hace 18 años, aún sin resolver, la motiva a trabajar con niños y mujeres víctimas de violencia.

13 de octubre de 2018
Jenny Garzón Caicedo (a la derecha) con Ángela, su hermana menor, su mamá y Angelino Garzón, su padre. Fue asesinada aparentemente por su pareja cuando tenía 27 años.

SEMANA: Su hermana murió asesinada hace casi dos décadas y la justicia aún no ha resuelto el caso. Usted, que ha sido defensora de estrategias punitivas como la de cadena perpetua para violadores, ¿cree que esas medidas son suficientes para desestimular esos delitos?

Ángela Garzón: Siempre he defendido la cadena perpetua para abusadores de menores, con el argumento de que el artículo 44 de la Constitución dice que los derechos de los niños prevalecen sobre los demás. Sin embargo, soy consciente de que medidas como esa requieren otras complementarias. La justicia tiene que actuar para que en casos de violencia contra los niños y las mujeres la impunidad, que se calcula superior al 95 por ciento, disminuya. Lo punitivo también debe ir acompañado de un trabajo con las víctimas y sus familias para que no se les acabe la vida.

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SEMANA: En el caso del asesinato de su hermana, la arquitecta Jenny Garzón, ¿el castigo del culpable sería suficiente para repararla a usted y a su familia?

Á.G.: Creo que, sobre abusadores de niños y feminicidas, aumentar el castigo puede servir para evitar nuevas víctimas. En muchos casos los autores de esos delitos tienden a repetirlos. Pero también resalto la importancia de la ayuda psicológica a las víctimas y su entorno, y que se sepa la verdad. En cuanto al asesinato de mi hermana, lo que más quiere mi familia es saber la verdad.

SEMANA: ¿Aún no tiene una verdad judicial, 18 años después?

Á.G.: A mi hermana la asesinaron el 2 de febrero del año 2000 y su caso sigue en investigación en la Fiscalía. Su cuerpo apareció golpeado por todas partes y todo indica que la asesinó su pareja. Ella tenía 27 años, yo, 23 y mi hermanita, 14. El proceso de investigación ha tenido muchas dificultades. Aparentemente, al primer fiscal del caso le ofrecieron dinero para que lo cerrara. Se descubrió, por ejemplo, que hubo permisividad para cambiar de posición, todo en el lugar de los hechos. Después de eso, ha pasado por cinco fiscales y solo en el quinto o sexto año después de su muerte la Fiscalía dictaminó que había sido un asesinato. Mi papá nunca ejerció presión, ni como vicepresidente ni como ministro de Trabajo, para agilizar el caso. Las demoras en saber la verdad representan las fallas de la justicia.

SEMANA: ¿Cuáles son esas fallas en el proceso de su hermana?

Á.G.: Mientras no se tecnifique (con tecnología) la justicia, es muy difícil que las cosas funcionen. En Paloquemao están los archivos judiciales botados en el piso; entonces, si hay una gotera, se dañan. Cosas tan básicas como esas. A un archivo de mi hermana le cayó agua, pero no alcanzó a dañarlo todo. Otros expedientes sí se dañaron.

SEMANA: El gobierno tramita una reforma a la justicia. Como víctima, y a partir del caso de su hermana, ¿qué cree que debería incluir esa iniciativa?

Á.G.: Es importante castigar muy duro la corrupción de la rama judicial y garantizar continuidad en los procesos. En el caso de mi hermana pasamos por seis fiscales. Finalmente, para romper el círculo vicioso del mal funcionamiento de la justicia y la impunidad, también hay que mejorar los salarios de quienes trabajan en esa rama. Pero además de la justicia, otros sectores deben entrar a apoyar a quienes sufren historias como estas.

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SEMANA: ¿Cuáles?

Á.G.: Es fundamental hacer un trabajo de salud mental con las víctimas. Yo tuve la fortuna de ir a psicólogos que me ayudaron mucho, pero miles de personas no tienen esa oportunidad. Cada día me apoyo en la memoria de mi hermana, quien era una excelente arquitecta y un gran ser humano. Pero eso lo aprendí gracias al apoyo psicológico que tuve y al cual le debo la posibilidad que tengo hoy de trabajar con otras víctimas. El amor por mi hermana asesinada me impulsa a hacerlo.