Movilización ciudadana
"Tenemos que levantar un muro para evitar que un colombiano mate a otro": Mockus
"Toda víctima es hermana", dice el senador del Partido Verde quien marchó este domingo por las víctimas del atentado. El exalcalde asegura que la marcha es fundamental para que "el ELN no se confunda y piense que su acción es aprobada por la gente". Entrevista con SEMANA.
SEMANA: Con la noticia de que volvió a estallar un carro bomba en Bogotá volvieron momentos de terror que la ciudad no vivía en tal magnitud desde el atentado a El Nogal, ¿cree que vuelven épocas oscuras?
A. M.: Esperaría que no estemos repitiendo una historia que ya vivimos. Hay un concepto que utilizan los psicólogos que se llama la resiliencia, que es la capacidad de enderezarse. Las personas pueden durar semanas o meses rehaciendo su relación con el entorno, curándose la herida. El terrorismo usa y abusa de esa sensibilidad de la gente, le hace sentir impotencia. En la medida que la sociedad ha sufrido ya esas cosas le queda más fácil no resignarse. No es un juego machista de ‘no me dejo‘, es una cosa de sabiduría. Epicteto era un esclavo filósofo, alguien lo compró y le pareció interesante empezar a torcerle una pierna como experimento, el esclavo sin inmutarse le decía: ‘me está torciendo el pie y me lo va a romper‘, se lo rompió, pero él continuó imperturbable. Es una actitud estoica útil al lado de la resiliencia y el rechazo para decir que esto no es aceptable. Yo estoy esperando que el gobierno cubano haga algo, no se le puede dar un ámbito de refugio a alguien que comete el tipo de barbaridades que cometió el ELN esta semana.
SEMANA: El presidente Iván Duque anunció el fin de la mesa de negociación con el ELN a raíz del atentado, ¿qué se debería hacer con el ELN?
A. M.: Un filósofo israelí lo dijo en estos días, hay que acorralarlos, hay que vencerlos y luego sí nos podemos sentar a negociar para que cese la confrontación armada. En el caso de las Farc ellos dieron un primer paso unilateral y eso permitió desembotellar el proceso. Ahora, lo del ELN puede ser distinto. Es horrible, pero es la teoría que mientras no haya la presión militar suficiente estos grupos no se allanan a la paz. Uno debería decir, señores del ELN no nos hagan perder tiempo. Terminaremos seguramente haciendo la paz, pero no tenemos por qué soportar el terror. El terrorismo es efectivo en parte porque le pega indiscriminadamente a la gente, pero eso es precisamente lo que el derecho de guerra prohíbe. Usted no puede envenenar un acueducto, no puede coger unos civiles inermes y acribillarlos. La población civil tiene que ser protegida. Por eso es gravísimo lo que les hicieron a los estudiantes y los niños que estaban en la Escuela de Cadetes, es en términos de las normas que gobiernan las guerras. En una guerra no se puede hacer todo lo que se le ocurra. Hay temas de honor, de tradición, el llamado derecho de gentes, el Derecho Internacional Humanitario.
Foto: Guillermo Torres / SEMANA
SEMANA: ¿Cree que el ELN entiende que lo que hizo está mal?
A.M.: El ELN debería decir: ‘a raíz de comprender la barbaridad que acabamos de hacer declaramos una tregua unilateral’, o algo así para restablecer el proceso de negociación. Aquí todo el mundo debería aprender. Por ejemplo que cierto tipo de acciones que no se hacen. El ELN no puede atacar de esta manera una institución educativa donde se están formando unos policías que irónicamente tarde o temprano van a tener que proteger la vida inclusive de la gente del ELN. Al final de la película va a haber paz, acortemos ese camino y demostrémosle a la gente que todos podemos aprender. Hay algo supremamente facho: el entusiasmo con el terrorismo, parecería como premiar la capacidad técnica, durante un ratico es como un triunfalismo de ‘miren lo que les hicimos‘ y luego hay la capacidad de recapacitar. El ELN se puede dar cuenta de que hizo una barbaridad, puede echar reversa, no devolverá las vidas pero mostrará que es capaz de comprender que cometió una barbaridad.
SEMANA: En el atentado del carro bomba está la teoría de que Aldemar Rojas, quien conducía, estaba dispuesto a morir…
A. M.: Algo también muy grave es que la persona que hizo esto despreció su propia vida, ese tipo de actitud es peligrosa si aparecieran más personas dispuestas a hacer ese daño. Necesitamos que la gente tenga tabúes morales y culturales y ni su conciencia ni la percepción de los demás le permitan actuar de esta manera. Toda sociedad se pone reglas, legales pero también morales. De lo que se trata es que la Policía y el Ejército actúen de la mejor manera posible y también que la conciencia de la gente actúe. No hay ser humano, salvo casos muy patológicos, donde se pueda pensar que la persona no es capaz de juzgar su acción.
SEMANA: ¿Cómo les explicaría a los violentos que la vida es sagrada?
A.M.: Por más que la ciencia avance mucho la vida sigue siendo un misterio, no sabemos exactamente cómo se formó, no sabríamos rehacerla si se acabara. Entonces lo que hemos hecho es establecer que la vida debe ser intocable. Lo sagrado es algo que se distingue de lo común. Veámoslo desde la historia, durante mucho tiempo personas que tenían religiones distintas se abrogaban el derecho de matar, de destruir al otro. Cuando chocaban o se encontraban dos culturas siempre había la exploración para saber si se podían hacer cosas juntos o sí va iba a ser una fuente de barbaridades. Los tratados de paz establecieron gradualmente unas barreras, una de ellas es que a los civiles no se los mata. Recordemos lo que pasó en Vietnam en la masacre de My Lai, por eso tal vez los Estados Unidos perdieron esa guerra, porque una cosa era matar a los soldados, ejército contra ejército, y otra cosa fue uno de los soldados que entendió mal una instrucción y los mató a todos: abuelos, niños, bebés. A raíz de eso Estados Unidos no pudo levantar cabeza en esa guerra. La gente en Estados Unidos desarrolló un movimiento muy fuerte contra la guerra. Considerar que la vida es sagrada es prohibirnos destruirla. Hay excepciones que están supremamente regladas, si un policía ve que un ciudadano va a matar a otro ciudadano el policía -que tiene entrenamiento profesional y autorización legal- debe actuar. Hasta ahora no hemos inventado lo suficientemente bien las armas no letales. El ideal es que las intervenciones de las autoridades sean cuidadosos con las vidas.
SEMANA: Hay quienes han aprovechado para decir que esta es la paz de Santos, ¿qué opina?
A. M.: Es muy difícil saber qué hubiera pasado si no se hubiera firmado el acuerdo de La Habana. De pronto las Farc solitas se habrían aburrido y habrían abandonado su acción violenta. Creo que la paz se hubiera podido hacer un poco distinta, pero creo que se hizo lo que se pudo. Siempre es fácil llegar a decir ‘yo lo hubiera hecho distinto’, pero cuando uno ha gobernado aprende que necesita pensamiento colectivo. Es demasiado fácil juzgar al gobernante sin conocer todas las variables. Uno puede decir ‘entregaron todo’, pero sólo con el tiempo se decantará qué fue indispensable entregar y qué no. Yo creo que la paz es de los colombianos, si nos ponemos a repartirla entre la paz de Santos, la paz de Uribe, la paz de Pastrana nos volvemos un ocho. Debemos asumirlo como un proceso que involucra a toda la sociedad, porque si la vida de la gente corre riesgo muchas de las otras tareas pierden sentido. Al terrorismo le gusta cambiarle las agendas a la gente, le conviene que haya una reacción como tibia, entonces toca decir ‘estas vidas son sagradas’. Tenemos juntos que levantar un muro para evitar que un colombiano mate a otro colombiano.
SEMANA: Estamos en el posconflicto, ¿es normal que haya efervescencia de la violencia?
A. M.: Optar por usar violencia no es fácil, la gente que lo hace de algún modo se violenta a sí misma, se llena la cabeza de cucarachas -digámoslo más respetuosamente- de denuncias. Yo he visto el caso triste de marxistas que miraban la noticia en el periódico de un asesinato y se alegraban porque eso acerca al proceso de la revolución. Es una actitud que no debe ser respaldada, hay que combatirla. No alegrarse porque maten a un paramilitar, ni porque maten a alguien del ELN. El ideal sería impedir sus acciones de una manera absolutamente pacífica. Decirles: ‘Tengo que ganarte la guerra pero salvando tu vida’.
SEMANA: En este momento que el país está de luto, ¿cómo mantener la esperanza?
A. M.: El luto de algún modo permite expresar el dolor, si uno no lo procesa le queda como tema pendiente. Pero hay que decir ‘tenemos que hacer lo necesario para que nunca más se repita lo que pasó’. Ahí es muy importante la cuestión de los ritos, tú puedes decir ‘yo no creo que una marcha pare la guerra’, pero ¿qué tal que sí? El ELN debería estar -yo creo que está- en una reflexión interna diciendo ‘se nos fue la mano’. Cabe la posibilidad de que se arrepientan, aunque no es fácil, Los ciudadanos debemos ayudar a presionar y yo creo que una manera de resumir es decir: ‘La vida es sagrada’. Otra manera de resumir es decir: ‘Renuncio a mi violencia para ser ciudadano’. Uno no puede ser ciudadano y al mismo tiempo andar matando gente como lo hicieron los del ELN. Se necesita impedir que la gente se arme y mate, y entender que para ser ciudadano uno debe renunciar al uso de las armas. Son formas de justicia por mano propia las que han proliferado en Colombia, pero dentro de la tradición Católica y la Constitución colombiana no hay un derecho a matar. Hay elementos del derecho y de la cultura que se juntan para decir: ‘Tu vida es sagrada, tu es vida sagrada, tu vida es sagrada’.
SEMANA: ¿Hablaría con el ELN si pudiera?
A. M.: Es bien difícil, por pura casualidad aquí en este antejardín una escultura de mi madre fue volada por un petardo puesto por el ELN. Una vez por casualidad me encontré con Francisco Galán -el mediador del ELN- le dije: “No tenía entre mis planes encontrármelo a usted, usted tiene unas cuentas pendientes conmigo y yo probablemente unas pendientes con ustedes”. Al final hicimos un intercambio de vasados de agua. Fue un mínimo reconocimiento de que las cosas no habían sido bien hechas. Ellos por su parte tenían un rencor conmigo porque una vez que murió un estudiante yo recogí la versión de la familia que decía que había sido herido en un atraco, los compañeros del estudiante decían fue la Policía, el régimen, pero yo me mantuve y no les facilité convertir en un héroe a este alumno. De nuevo esto es como una norma informal en la guerra: ‘Déjame reivindicar como mi mártir a alguien que murió en una acción de la organización’. Ahora en el Congreso es raro porque gente que hasta hace unos meses andaba matando a otra gente se toman el ritual de ser congresista muy en serio. A veces uno no sabe si está hablando un político tradicional o alguien de las Farc. A veces hay un poco de oratoria grandilocuente, pero en general hay una voluntad muy fuerte de funcionar muy bien en un régimen democrático y eso implica aguantarse en algunas ocasiones las votaciones en las que uno es parte de una minoría y pierde la votación.
SEMANA: Con la marcha se convocó a la unión, por encima de las rencillas políticas, ¿se va a lograr?
Antanas Mockus: Cuando suceden cosas tan graves como las que pasaron esta semana la sociedad tiene que reaccionar junta. Cada uno de nosotros aislado no para el terrorismo, pero si tenemos miles y miles de ciudadanos convencidos que son capaces de sacrificar dos horas de su domingo eso termina traduciéndose en una impugnación a lo que el ELN hizo. A veces es indispensable expresar lo que siente la sociedad, para que el ELN no se confunda y no piense que su acción es aprobada por la gente. Muchos países ya pasaron por esto, intentar cambiar el modelo económico y un país a punta de bala, bombas y terror claramente no funciona. Los países que intentaron construir el socialismo a la brava terminaron echando para atrás, quedan dos o tres países de la inspiración marxista. La gran lección del siglo XX es que los movimientos de inspiración marxista fracasaron y los de inspiración igualitaria funcionaron, entiéndase género y cultura. Ahora la humanidad se mira como una humanidad constituida de iguales. Aprendamos de las mujeres y de los grupos étnicos que luchan por sus derechos de manera no destructiva.