Nación
“Aquí enterré todos los cadáveres”: este fue el lugar donde Garavito ocultaba a sus víctimas
Estando en una cárcel de máxima seguridad de Valledupar, murió el temido violador y asesino responsable de varios actos contra menores de edad.
A la edad de 66 años murió el mayor violador y asesino en serie que haya visto Colombia, Luis Alfredo Garavito. Desde hace varias décadas estaba recluido en una cárcel de máxima seguridad de Valledupar.
Garavito fue condenado por los delitos de actos sexuales violentos, homicidio, acceso carnal violento, secuestro simple e incendio culposo, luego de una larga investigación que adelantaron las autoridades en su momento y tras el hallazgo de los cuerpos de sus víctimas en diferentes zonas del país.
Fueron más de un centenar de víctimas las personas secuestradas, abusadas y asesinadas por Garavito. Cuando fue capturado, no dudó en mostrarles a las autoridades los lugares en donde ocultó cada uno de los cadáveres. En los sitios, se pudo observar la brutalidad con la que el psicópata actuaba.
Con base en la información del libro Los monstruos en Colombia sí existen, escrito por el antropólogo e investigador Esteban Cruz Niño, se sabe que Garavito cometió sus actos en un período de siete años. Para 1996, él ya se había convertido en uno de los mayores asesinos seriales del mundo y pudo viajar por todos los rincones del país.
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Por cada año que pasaba, su modus operandi descendía a los niveles más inhumanos y brutales conocidos. Garavito mutilaba a sus víctimas, les apuñalaba las piernas para que no corrieran y le gustaba verlas agonizar lentamente.
Sin embargo, en un punto sus crímenes dejaron un punto ciego, el cual permitió dar con su paradero y darles fin a años de violencia. La captura empezó a conseguirse desde Tunja, cuando el psicópata quiso incluir a Ronald Delgado Quintero a su lista de víctimas.
Empleando sus métodos de manipulación, Garavito se ganó la confianza de Delgado al regalarle dulces con una amabilidad camuflada. Cuando logró eso, se lo llevó a un lugar alejado en el bosque para luego amarrarlo y desnudarlo.
El libro explica que él apuñaló al niño en 65 oportunidades aproximadamente, junto a una serie de golpes en su rostro y mordeduras por todo el cuerpo.
Delgado falleció, pero un familiar suyo buscó por cielo y mar el paradero del responsable. En cuestión de horas dio con la identificación de Garavito, quien se hacía pasar como limosnero que regalaba dulces. Cuando la persecución inició, el asesino alcanzó a fugarse nuevamente para Pereira, tomando el nombre de ‘Bonifacio Morera Lizcano’.
Mientras estaba prófugo, las autoridades fueron encontrando los cuerpos y la noticia de su búsqueda se propagó por todo el país. Esto permitió encontrar patrones en común en los cuerpos, lo cual demostraba el modo de operar de Garavito.
Dos años después, la búsqueda del asesino estaba en pie, pero él seguía cometiendo sus actos con el mayor disimulo posible en diferentes regiones del país. Finalmente, el punto final de sus actos se dio al ser capturado en flagrancia en Villavicencio. La Policía lo encontró y a los pocos minutos se propagó la información en los principales medios de comunicación.
Para el año 2000, empezó el juicio por la muerte de Delgado y la condena fue de 40 años de prisión. En un lapso de ocho años, se le imputó en 172 procesos selectivos. En las diferentes ciudades visitadas por las autoridades fueron encontrando los cuerpos. Se identificaron en Jamundí, Pereira, Huila, Villavicencio, entre otros lugares. Inclusive, hubo cuerpos presentes en Ecuador.