PROCESO DE PAZ
Santos regresa a la ONU para presentarle al mundo el acuerdo con las FARC
El presidente explicará ante la Asamblea General el alcance de lo pactado en La Habana y lo que representa para Colombia.
El contraste de esta semana difícilmente podría ser más evidente. Mientras en los Llanos del Yarí se desarrolla la décima conferencia guerrillera en la que las FARC se aprestan a renunciar a la vía armada y aprobar con sus bases lo pactado en La Habana, en Nueva York el presidente Juan Manuel Santos presentará al mundo el acuerdo final que su Gobierno con tanto ahínco buscó durante cuatro años de negociaciones.
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El viaje de Santos tiene dos platos principales. Por un lado, el mandatario intervendrá ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas el miércoles, cuando tendrá la oportunidad de “contarle a la comunidad internacional cómo ha sido este acuerdo y qué representa para Colombia”, en palabras de la canciller María Ángela Holguín. Por otro lado, también tiene previsto reunirse con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para agradecerle su apoyo a la búsqueda de la paz y hablar de Paz Colombia, la iniciativa que reemplaza al Plan Colombia.
Adicionalmente, el acuerdo final entre el Gobierno y las FARC será entregado tanto al Consejo de Seguridad de la ONU, presidido en este momento por Nueva Zelanda, como al secretario general Ban Ki-moon.
Esta es la segunda ocasión en que una visita del mandatario a la Asamblea General marca un momento trascendental de las negociaciones de paz. Hace un año, un Santos exultante prometió ante los líderes mundiales regresar “como presidente de una Colombia en paz, de una Colombia reconciliada”. A duras penas va a cumplir los plazos que se impuso.
En ese entonces acababa de estrechar la mano de ‘Timochenko‘ después de anunciar el acuerdo sobre la justicia transicional, uno de los mayores obstáculos para firmar la paz, y habían puesto la fecha límite del 23 de marzo para acabar las negociaciones.
Al final, el espinoso tema de la justicia se dilató más de lo presupuestado, y en gran parte por eso las partes sólo sellaron un acuerdo el pasado 24 de agosto, apenas a tiempo para que Santos pueda decir ante la Asamblea General que la negociación ha llegado a buen puerto.
En Nueva York, Santos también sostendrá una serie de encuentros bilaterales con otros jefes de Estado como los primeros ministros de Nueva Zelanda, John Key; Japón, Shinzo Abe, y Noruega, Eran Solberg, además de la alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Federica Mogherini; el rey Felipe VI de España, y los presidentes de Panamá, Juan Carlos Varela, y de Francia, François Hollande.
Además se reunirá, como ya es costumbre, con los demás mandatarios de la Alianza del Pacífico (la chilena Michelle Bachelet, el mexicano Enrique Peña Nieto y el peruano Pedro Pablo Kuczynski) para una cena con empresarios en la que degustarán las maravillas gastrónomicas de los cuatro países. El postre correrá por cuenta de Colombia.
En total, la delegación colombiana participará en unos 70 eventos en el marco de la Asamblea General, según datos de Cancillería. De hecho, el primero de la agenda presidencial ya tuvo lugar el domingo, cuando Santos estuvo junto con el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, y el canciller de Noruega, Borge Brende, en una iniciativa de 80 millones de dólares para apoyar el desminado en Colombia.
No hay que llamarse a engaños por cuenta de esa apretada agenda. El aplazado anhelo de paz de tantos colombianos y la polarizada campaña entre el Sí y el No de cara al plebiscito por momentos logran que Colombia sea noticia de primera plana en la prensa internacional. Pero ni Colombia es el tema más apremiante de la Asamblea General ni Juan Manuel Santos el líder que más expectativa despierta entre los 135 jefes de Estado y de gobierno y los más de 50 ministros que se espera estén presentes en Nueva York.
Por un lado, dos temas aparentemente irresolubles encabezan la agenda mundial, como son la mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial y el conflicto en Siria, que ya cumple seis años y parece no tener salida. Por otro, los reflectores probablemente apunten a dos rostros conocidos que tomarán por última vez la palabra: Ban Ki-moon, quien deja la Secretaría general el 31 de diciembre, y Obama, quien entregará la Presidencia en enero.
Con esa salvedad, Colombia sí es una historia esperanzadora en un mundo convulso, y la comunidad internacional espera con ansias que se concrete el final del conflicto más antiguo del hemisferio en un acuerdo de paz por el que ha apostado decididamente. La propia ONU tendrá un papel protagónico, ya que verificará el proceso de desarme y cese al fuego con las FARC a través de una misión de observadores que ya comienza a desplegarse por el país. Pero esa misión, y en general la implementación de lo acordado en La Habana, ya no depende del apoyo internacional que tan generoso ha sido a lo largo de estos años, sino de que los colombianos decidan aprobar el acuerdo final en el plebiscito del 2 de octubre.