NACIÓN
Asesinan a Juana Perea, lideresa de Nuquí
La activista y empresaria turística colombo-española Juana Perea fue asesinada en Nuquí, Chocó, por personas aún sin identificar, según confirmó la Alcaldía del municipio.
Perea era lideresa comunitaria de la zona y dirigía un hotel ecoturistico en Termales, corregimiento de Nuqui. “Con mucha nostalgia hoy supimos su asesintao. Esto deja un muy mal mensaje para la zona y para la seguridad aquí en el Chocó”, dijo Luis Perea, presidente del Grupo Institucional y Comunitario de Pesca Artesanal (GICPA).
El cuerpo sin vida de la lideresa fue encontrado frente a la estación de policía del municipio, en la playa. “Uno está consternado porque la situación de seguridad está muy compleja. La semana pasada también asesinaron al señor Fernando Vega, la ola de violencia viene creciendo en los últimos días”, agregó Luis Perea.
Según le dijo a Semana Rural un emisario de la alcaldía, altos mandos de la Armada y de la Policía Nacional están en un consejo de seguridad sobre el caso con el alcalde Yefer Arley Gamboa para establecer los pasos a seguir en la investigación.
“Juana era como la mamá de todos, era una luz para la comunidad de la zona. Dónde la necesitaban ahí estaba, ya fuera para alzar la voz contra el puerto de Tribugá, para apoyar a la Liga de Surf del Chocó o para lo que fuera. Tenía su mano extendida para ayudar a todo el que necesitara”, dice Kathy Sutton, presidenta de la Liga de Surf del Chocó, quien reconoció que Juana representaba todo lo bueno que había en esa región.
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Alerta #NoAlPuertodeTribugá ! Dolorosísima muerte de líder social y comuntaria del turismo ecológico que se oponía al Puerto. Exigimos que se esclarezca la situación y que se apoye a Nuqui con mas Fuerza Pública. Justicia para Juana Perea. https://t.co/jbVvUuzYqS
— Catalina Ortiz Lalinde (@cataortizcamara) October 29, 2020
El alcalde afirmó que la situación de seguridad del municipio es muy compleja. Hay presencia débil del estado y hasta hace poco en Nuquí solo había 9 policías para una comunidad de más de 6.000 habitantes. También hay una fuerte presencia de los grupos armados ilegales, quienes en la zona encuentran un punto estratégico para el tráfico de drogas.
“Yo hablaba continuamente con ella por el rol que desempeñaba; no me había manifestado que tenía amenazas. Me comentó la preocupación que tenía por unos panfletos (que circularon) hace poco en varios municipios del país pero ninguna amenaza en particular”, expresó Gamboa
Masacres: ¿por qué no se detiene la barbarie?
2020 quedará para los analistas de la violencia colombiana como el año del regreso de las masacres. Esta semana, el Instituto para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) publicó un informe que recopila cada uno de estos crímenes. A la fecha van más de 60 casos que han dejado más de 250 personas asesinadas. A partir del cruce de la información –los territorios, los presuntos perpetradores y las circunstancias del crimen– surgen explicaciones para el preocupante fenómeno. Y una clara conclusión es que hay una especie de efecto avispero, un momento de caos en el mapa de la guerra, que es temporal pero que deja una estela de violencia y crueldad mientras se recompone.
Camilo González Posso, director de Indepaz, dice que hay “una alteración del orden violento”. En el trasfondo están los detonantes sociales de siempre: desigualdad, falta de oportunidades para los jóvenes, rentas criminales, ausencia institucional. Pero sobre ese terreno se abonaron varias circunstancias nuevas. La más evidente es la fragmentación del conflicto. Aparecieron muchos grupos nuevos y varias estructuras se han dividido. Todos pretenden dominar las zonas donde las rentas criminales son más boyantes, y allí chocan con las estructuras imperantes.
Todas las barbaries tienen en común que son territorios en disputa. En Antioquia, la confrontación es entre dos disidencias de las Farc, un frente del ELN, Los Caparrapos y el Clan del Golfo. En Cauca, las disidencias de la columna Jaime Martínez y las de la Dagoberto Ramos tienen un pacto de no agresión con el ELN y el EPL. Para completar, la segunda Marquetalia entró hace un par de meses. En Nariño hay al menos 10 grupos distintos de disidentes y en Norte de Santander la pelea es entre ELN, Los Pelusos y el EPL.
La pandemia empeoró el panorama. Las cuarentenas hicieron que los movimientos de los criminales para traficar droga, oro, madera y en general todos sus negocios quedaran más expuestos. Una forma de protegerse es asegurando el orden social, que las comunidades acaten su mandato. En esa necesidad de mantener su ley vinieron los panfletos, las prohibiciones de reuniones, los toques de queda y la violencia contra cualquiera que no acatara esos designios.