JUDICIAL

Asesinan a uno de los líderes del paro cívico en Buenaventura

Temístocles Machado, promotor de la protesta social en el puerto, fue ultimado a tiros cuando se encontraba en un parqueadero de su propiedad.

27 de enero de 2018
Temístocles Machado, líder de Buenaventura asesinado. Cortesía: Elizabeth Otálvaro, Pacifista. | Foto: Cortesía: Elizabeth Otálvaro, Pacifista.

Justo cuando se realizaba una de las asambleas para evaluar el cumplimiento de los acuerdos firmados entre el Gobierno y el Comité del Paro Cívico de Buenaventura, un sicario acabó con la vida de uno de los promotores de esa protesta social, que durante 21 días paralizó al puerto más importante del país.

Se trata de Temístocles Machado, un reconocido líder social de ascendencia afrocolombiana y que se destacó por su activismo en favor de los derechos humanos de las comunidades más vulnerables de Buenaventura.

Información oficial indica que Machado fue abordado por un pistolero cuando se encontraba desprevenido al interior de un parqueadero de su propiedad y que está ubicado en el barrio Isla de La Paz.

Luis Fernando Ramos, secretario de Gobierno de Buenaventura, aseguró a SEMANA que de acuerdo a la información oficial recopilada hasta el momento, el asesinato del dirigente no está relacionado con su actividad social dentro del comité promotor del paro cívico.

Argumentó el funcionario, que a esa conclusión llegaron luego de hablar con la familia de la víctima y escucharlos exponer los temores que tenían en torno a un pleito de tierras urbanas. “Todo indica que la pelea era por varios lotes de terrenos y cuya propiedad estaba en disputa”, precisó el secretario Ramos.

Recordó además, que en la actualidad el señor Machado no tenía medidas de protección por cuanto no se conocían amenazas que pusieran en riesgo su vida, “sabemos que en el pasado sí las hubo, pero no recientemente”.

Temístocles Machado hizo sus pinitos como dirigente en el barrio Isla de La Paz; allí fue presidente de la Junta de Acción Comunal, JAC, y participó activamente de todas las marchas que se organizaron en el puerto en lo últimos años, para protestar por la violencia, la falta de agua y la extrema pobreza que padece esa ciudad portuaria.

De ahí que su nombre fue uno de los que figuró dentro de la decena de promotores del Paro Cívico de Buenaventura y participó activamente de las reuniones y negociaciones entre el Gobierno y el Comité de la protesta.

Narcilo Rosero Castillo, otro de los dirigentes sociales del puerto, aseguró que justamente Machado estaba convocado a la asamblea que se hizo este sábado en horas de la tarde, “pero no asistió, al parecer por compromisos personales”, recordó.

¡El pueblo se respeta, carajo!

El Comité Paro Cívico de Buenaventura demostró que la protesta social es una herramienta eficaz para exigirle resultados a los gobernantes y autoridades, siempre y cuando se haga de manera pacífica y ordenada.

Cualquiera diría que organizar una protesta en Colombia es una tarea tan simple que no requiere mayor esfuerzo, más allá de atizar la indignación ciudadana.

Sin embargo, si a esa protesta le añadimos que se realiza en una ciudad golpeada por grupos armados ilegales y que se pelean el dominio territorial; organizaciones mafiosas que cuidan celosamente la zona; milicianos disidentes de las Farc con sed de reagruparse, y un puerto marítimo por donde se mueve la mitad de la carga que se importa y exporta de todo un país, se entiende la magnitud y los riesgos de llevarla a cabo. 

A todo eso se enfrentó el Comité Paro Cívico de Buenaventura, liderado por doce voceros en representación de 89 organizaciones sociales de esa región del país. Víctor Vidal Piedrahíta, el presbítero Jhon Reina, Narcilo Rosero, Judith Segura, Humberto Hurtado, Henry Tobar, Javier Torres, José Hernán Valencia, María Riascos, Carlos Ramírez, Nicolás Rodríguez y Miller Mejía, son sus integrantes.

A ellos se sumaron en silencio otras voces de líderes que como Temístocles Machado, hicieron parte activa del Comité y fueron tenidos en cuenta para las convocatorias a marchar.

Todos ellos y durante 21 días orientaron una protesta que paralizó la actividad en el único y más importante puerto que tiene Colombia sobre el océano Pacífico. Dicho comité, nunca perdió el rumbo y siempre habló en el mismo tono y con un solo mensaje: ser escuchados por el Gobierno Nacional, ya que estaban cansados del abandono, las promesas y los incumplimientos a los que vienen siendo sometidos desde hace décadas. 

En Colombia son comunes las protestas lideradas por sindicatos robustos y con años de experiencia y tradición, pero en este caso se trató de una expresión social única, genuina y bien intencionada.

En el fondo, ese comité exigía respeto hacia el pueblo, en su mayoría afrodescendiente, que lleva décadas soportando deficiencias en aspectos tan elementales como tener un servicio de acueducto durante las 24 horas del día; un hospital de nivel y complejidad superior; colegios y escuelas dignas para sus hijos y programas serios que brinden oportunidades laborales para atacar los niveles de desempleos que según una Encuesta Continua de Hogares realizada por el Dane hace un par de años, supera el 50 por ciento.

Bien lo dijo el entonces obispo de Buenaventura Héctor Epalza durante una entrevista periodística a esta casa editorial durante los días del paro, “la Costa Pacífica fue excluída del banquete del desarrollo al que sí invitaron al resto del país”.

Allí radica la mayor indignacion de los bonaverenses, ya que el puerto le genera regalías anuales al país por el orden de los 5.4 billones de pesos; es decir casi el monto de una Reforma Tributaria; y pese a ello esa ciudad y sus habitantes siguen padeciendo la pobreza y en algunos casos hasta miseria. 

Por todo ello, el Comité del Paro Cívico logró movilizar con facilidad a por lo menos 50.000 personas que salieron a las calles a protestar. Esta era la tercera ocasión que los porteños se unieron para visibilizar sus problemas y hacerse escuchar por las autoridades y el resto del país. 

Lo hicieron en 2010 cuando conformaron el Comité Cívico por el Agua, para quejarse ante la falta las fallas en el servicio de acueducto que solo funciona por horas: luego en 2014 para exigir a las autoridades que le pongan fin a la ola de violencia que padecía esa ciudad portuaria con las temidas ´casas de pique´ donde descuartizaban personas; y en mayo de 2016 con el paro cívico que fue una especie de metástasis ciudadana mezclada con indignación popular.

Gracias a esas movilizaciones sociales, Buenaventura cuenta hoy con un Plan de Desarrollo Especial formulado a diez años y con un fondo común por 1.5 billones de pesos que serán invertidos en obras de saneamiento básico, salud, educación, vivienda y desde luego, servicios públicos.

Todo ello gracias a que los bonaverenses se unieron ordenada y pacíficamente para gritar en sus marchas una arenga que quedó grabada en la historia de las protestas sociales en Colombia: !El pueblo se respeta, carajo!

Y ahora las balas de los sicarios cegaron la vida de uno de los promotores de esa protesta social. Irónicamente el señor Machado terminó como víctima de la misma violencia que combatió durante toda su vida.