JUDICIAL

Una bicicleta, la pieza clave para resolver el asesinato de un niño de Cesar

La muerte de Johan Alexander Rodríguez, un pequeño de 4 años, dejó huella en Curumaní. Así se resolvió el caso de asesinato y abuso sexual.

6 de junio de 2017
| Foto: Pixabay

Los palos de mango que adornan el Colegio Camilo Torres Restrepo de Curumaní son apetecidos, incluso en los días en los que no hay clase los niños van a buscar estas frutas. Como un juego matutino, ese 7 de mayo fueron al colegio y se encontraron con una escena que nunca olvidarán. En la parte trasera del lugar los niños se toparon con el cuerpo sin vida de Johan Alexander Rodríguez, quien solo tenía 4 años.

Contexto: Hallan muerto a niño de cuatro años en un colegio de Cesar

Los pequeños salieron despavoridos para avisar al celador. El señor, que estaba reemplazando por ese día al celador que el municipio había contratado, corrió al lugar y fue quien alertó a las autoridades. La noticia se regó como pólvora y llegó a oídos de Lilibeth, la madre de Johan.

El suceso recorrió Colombia, se podría decir que Johan es otra Sarita Salazar, otra Yuliana Samboní, otro de los tantos niños que han sufrido los vejámenes más indeseables y que el país ha llorado. El municipio del Cesar hizo su duelo público, sus habitantes salieron a las calles para reclamar “justicia” y ésta llegó.

La clave para los miembros de la Sijín de la Policía Nacional era armar el rompecabezas por horas, devolverse en el tiempo y descubrir dónde se encontraba cada quien hasta que todo encajara. La primera pista la dio Medicina Legal: Johan murió por asfixia mecánica y fue accedido sexualmente el 6 de mayo entre las 10 y las 12 de la noche.

Cada paso un indicio

Ese sábado en la tarde Lilibeth dejó a sus dos hijos de tres y cuatro años en la casa y se fue a jugar billar con su tío Carlos Alberto Florián a un sitio cercano. En la humilde vivienda, estrato uno del barrio Buenos Aires, quedaron los pequeños solos con la puerta entre cerrada, sin ningún tipo de seguridad.

La casa fue visitada por tres sujetos mientras la madre no estuvo. El primero en llegar, como a eso de las ocho de la noche, fue Diego Andrés Matute, un hombre de 32 años que habría sido pareja de Lilibeth, de 18 años. Según le contó Matute a las autoridades, en la habitación todavía conservaba algunas de sus pertenencias y entró a cambiarse de ropa, en ese momento un joven -después se supo que era menor de edad- llamó a la puerta para preguntar por Lilibeth. Como ella no se encontraba, decidió irse, pero Matute asegura que se quedó rondando por la casa.

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A las 10 de la noche, Matute llegó al billar y se quedó con Lilibeth, pero Carlos decidió irse para la casa, donde se encontraban los menores. Cuando llegó se percató que solo había un niño –faltaba Johan- pero pensó que estaba en el otro cuarto con la hermana de Lilibeth. En la madrugada llegó la joven madre, entró a la casa a la una de la mañana y salió a las cuatro nuevamente. Ella también notó que el menor no estaba pero pensó lo mismo que su tío.

Al saber esto los investigadores realizaron una prueba de ADN a Diego Andrés Matute y a Carlos Alberto Florián, pues en el cuerpo del menor Medicina Legal encontró material biológico. Solo faltaba una persona por identificar: el menor que había tocado a la puerta.

La bicicleta

Ese sábado uno de los testigos del caso recuerda que vio a Johan como a las 9:30 de la noche. La persona asegura que cuando iba a recoger a su pareja en el carro vio por las calles pasar un joven en una bicicleta con el niño cerca al colegio. Poco tiempo después, cuando esta persona conducía hacia su casa, volvió a ver la misma bicicleta recostada en la tapia de aproximadamente dos metros que separaba la calle de la institución. “Sacó conclusiones de que el niño y el joven estaban dentro (…) era normal que la gente se metiera porque había Wifi gratis”, dijo a este portal el coronel Mauricio Bonilla, subcomandante de Policía Cesar.

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Con esa pista los investigadores citaron al joven de 17 años -el de la bicicleta- para hacerle algunas preguntas, por ser menor de edad acudió con su mamá y estuvo presente el comisario de Familia y el personero. Muy puntual llegó curiosamente en una bicicleta que concordaba con la que había descrito el testigo.

Las autoridades le explicaron por qué estaba allí y le dijeron que le iban a hacer una prueba de ADN –tal como lo habían hecho con los otros dos hombres-. “En ese momento el menor se siente bajo mucha presión y de manera voluntaria empieza a hablar, dice que llevaba días sin dormir y sin comer. Empieza a confirmar su participación, su mamá se siente muy mal, rompe en llanto y el comisario empieza a hablar con ellos para tranquilizarlos”, cuenta el coronel Bonilla.

Ese día el joven fue aprehendido por las autoridades. Le fueron imputados los delitos de homicidio y acceso carnal con menor de 14 años. Actualmente se encuentra en el Centro de Formación Juvenil del Cesar ubicado en Valledupar a la espera de que un juez de conocimiento siga con el juicio.

Para no olvidar

Curumaní ha vivido la violencia en carne propia, sin embargo la muerte de Johan los impactó de una forma diferente pues nunca había sucedido algo similar. Antes de que el caso fuera resuelto los niños no querían volver a la escuela, cuenta Jorge Celis, alcalde del municipio.

“Eso va a estar siempre, se han disparado las denuncias de maltrato, abrimos una línea telefónica y en vista de eso han estado hablando en sitios donde se están cometiendo abusos contra menores”, cuenta Celis.

En las calles todavía se habla del asesinato, inclusive la madre de Johan ya no está en el municipio por “seguridad”. Ahora, la comunidad asiste a charlas y los niños reciben ayuda para tratar de digerir la tragedia y para evitar que se repita.