Monstruo de Monserrate: “Solo me acuerdo de haber matado 18”

Justicia

Asesino sí; violador, no: la historia judicial del ‘Monstruo de Monserrate’

La Fiscalía fracasó en su intento por demostrar que el asesino en serie abusó sexualmente de sus víctimas. Sobre él ya pesa una condena de 36 años por más de 10 homicidios. En 2015, a los pocos días de ser capturado, SEMANA lo entrevistó y así justificó sus atrocidades.

14 de octubre de 2020

En noviembre de 2015 el país se estremeció al conocer los horribles sucesos que tenían lugar en los cerros orientales de Bogotá. Un hombre de 34 años, que respondía al nombre de Fredy Valencia, era responsable de la muerte de más de 10 mujeres a las que asesinó y enterró en las inmediaciones de Monserrate. Más adelante, como suele pasar con los asesinos en serie, se llamó por un seudónimo que condensaba toda su sevicia: “El Monstruo de Monserrate”.

Desde noviembre de 2017, Valencia carga a cuestas una condena de 36 años de cárcel por varios de estos homicidios. Y este martes, en audiencia ante el juez 30 penal del circuito de Bogotá, la Fiscalía intentó demostrar que, previo a los viles asesinatos, el victimario violó a sus víctimas.

Fredy Armando Valencia, el ‘Monstruo de Monserrate’ vivió en este cambuche por varios años. | Foto: SEMANA

Pero el juez no acogió la tesis del ente acusador. En su criterio, no se presentó una prueba contundente que convirtiera en irrefutable la afirmación de que Valencia, quien siempre negó que las violaciones ocurrieran, abusó físicamente de las mujeres a las que posteriormente les quitaría la vida.

“El juzgado absuelve por duda al procesado porque considera que las pruebas presentadas solo son indicativas de que se pudo presentar un delito sexual, pero no logran acreditar en el grado que se exige legalmente que en verdad, antes de proceder a quitarles la vida en forma desalmada, el señor procesado procediera a acceder carnalmente mediante la violencia”, estableció el funcionario judicial.

“No soy un monstruo, no me gusta que me digan así. Tampoco soy un asesino en serie”, dijo el confeso asesino en entrevista con SEMANA.

Agregó también que la Fiscalía no logró afianzar su argumentación bajo la cual Valencia asesinaba a las mujeres como retaliación a que ellas no accedieran a tener relaciones sexuales con él. Y aunque solamente se comentó el sentido del fallo y no se leyó en su totalidad por razones de tiempo, el órgano investigador ya anunció que apelará la decisión.

En 2015, a los pocos días de ser capturado, SEMANA entrevistó a Valencia. En una entrevista que quedó registrada por las cámaras, el asesino explica los motivos que lo llevaron a la indigencia, al consumo de drogas y a convertirse en uno de los homicidas más temidos del país en los últimos años. Sus palabras fueron prueba de que lo que en principio creía saberse sobre él, realmente era mucho más oscuro.

El monstruo de Monserrate

Lo primero que llama la atención de este hombre que habla pausado es que pocas veces mira a los ojos. Siempre desvía la mirada al piso o al techo en busca de palabras para tratar de justificar los crímenes. Más que la atrocidad y la sevicia con la que cometió los asesinatos, su mayor –y única– preocupación es que lo llamen monstruo. “Yo no soy un monstruo, no me gusta que me digan así. Tampoco soy un asesino en serie”, afirma.

Como suele ser usual en los homicidas múltiples, es un hombre sagaz que trata de justificar en supuestos traumas de infancia sus acciones. “Yo vivía con mi papá, mi mamá y mis hermanos. A mí me molestaban mucho en el colegio y todo el tiempo decían: ‘No se metan con Valencia, no jueguen con Valencia’. Eso pasaba principalmente con las niñas. Ellas me molestaban mucho. Un día, cuando yo tenía 8 años, unas niñas me bajaron la pantaloneta y quedé mostrando mi miembro. Yo me volví muy agresivo. Mi papá era muy perro y se fue con otra mujer. Y la psicóloga del colegio me decía que me metiera a clases de karate para canalizar mi agresividad”, dijo Valencia a SEMANA.

Por momentos se queda callado y la mirada se pierde en el infinito. Retoma la conversación y dice que no quiere hablar más de su familia. Dice que terminó el bachillerato, pero jamás entró a estudiar a una universidad como se ha dicho. “Yo tuve una mujer por la que dejé a tres mujeres más y los vecinos me decían que ella me traicionaba y me ponía los cachos. Por eso empecé a consumir vicio”, afirma.

Según su relato, al terminar el colegio trabajó un breve tiempo vendiendo autopartes. “Después empecé a delinquir y a robar. Yo me la pasaba solo y comencé a reciclar y empecé a hacer mi cambuche en la montaña. Mi familia a veces me regalaba algo de plata para comer”.

En 2008, en un intento de robo quedó gravemente herido y pasó seis meses en un hospital. Tenía 26 años de edad. Cuando se recuperó volvió a las calles y pasaba los días en la antigua Calle del Cartucho. “Ahí empecé a ver a muchas muchachas que escarbaban la basura buscando comida. Yo me les acercaba y les decía que les podía dar comida y ropa y que a cambio solo me tenían que dar cinco minutos de placer”, afirmó. “Yo pude haber subido más de 100 mujeres a mi cambuche, algunas se quedaban varios días o semanas y luego yo las sacaba. La mayoría eran muy desordenadas”.

El monstruo de Monserrate: Freddy Armando Valencia. 9 mujeres asesinadas, 10 por aclarar.

Aunque dice estar arrepentido, sus palabras no suenan sinceras ni muestra el menor remordimiento. Dice que asesinó a la primera de ellas hace cuatro años porque quiso robarle una chaqueta. “Ella intentó chuzarme. Entonces yo empecé a ahorcarla. Yo no quería matarla. Pero después de esa vino otra y otra y otra. Yo siempre las ahorcaba, pero no siempre para matarlas. A veces las ahorcaba y luego las trataba de reanimar porque no es cierto lo que se dice. Yo no tenía sexo con muertas. Por eso trataba de reanimarlas”.

Su voz y la mirada no cambian mientras hace este escabroso relato. “Yo jamás descuarticé a nadie como dicen. Yo por las noches abría los huecos, las envolvía y las tapaba con tierra y los escombros”, recuerda sin inmutarse.

Aunque trata de justificarse, en medio de su cinismo dice que no es un asesino en serie. Sabe perfectamente que estaba cometiendo homicidios atroces, tanto así que reconoce que jamás pensó en entregarse a las autoridades “porque yo sé que había cometido un delito”.

Como si toda esta macabra historia no fuera lo suficientemente aterradora, Valencia afirma que no se acuerda de los nombres de sus víctimas. Pero dice que sí tiene muy claro y grabado en su mente la cara de cada una de ellas y los sitios en la montaña en donde las enterró. Lo más espeluznante es que con una pasmosa tranquilidad afirma que si bien hasta ahora han encontrado nueve cuerpos, la realidad es que la cifra es mucho mayor. “Yo me acuerdo que por lo menos fueron 18 mujeres más”, concluye.