EDUCACIÓN
Así comenzó el regreso de los niños a los colegios en Colombia
Los primeros estudiantes ya regresaron a las aulas en medio de la pandemia. ¿Cuáles son los retos para implementar el retorno seguro a clases y qué amenazas representa?
Esperanzador. Así se puede calificar el regreso de los primeros niños colombianos a las aulas seis meses después de que se cancelaron las clases presenciales en colegios y jardines del país. En ese momento, más de diez millones de estudiantes quedaron alejados de sus compañeros y profesores de un día para otro y tuvieron que adoptar modelos de educación en casa, circunstancia para la que muchas instituciones ni padres de familia estaban preparados.
“Es incómodo usar las caretas y los tapabocas, nos lavamos mucho las manos, pero me siento muy segura. Prefiero venir al colegio, he aprendido en una semana más que lo que aprendí en mucho tiempo en clases virtuales”, dice Isabella, estudiante de cuarto de primaria del colegio Rochester, en el municipio de Chía, primero del país en retomar la presencialidad.
Al igual que esta institución, desde este momento, cualquier colegio privado en Colombia podrá regresar a clases presenciales si cumple los protocolos necesarios para hacerlo. Deberán presentarlos ante las autoridades locales, que en últimas determinarán si cumplen las medidas necesarias para que retornen los estudiantes.
Juan Pablo Aljure, presidente del colegio Rochester, explicó que obtuvieron el aval para reabrir en plena pandemia gracias a una inversión de 400 millones de pesos en 24 baterías de puntos de lavado, desinfección y secado de manos con sensores inalámbricos, cámaras de reconocimiento facial, verificación de temperatura y señalización en todo el colegio. Además, adecuaron los salones para albergar 16 estudiantes por clase con una distancia de dos metros entre cada uno.
La reapertura de colegios causa temor a muchas familias, sin importar el estrato. Un sondeo realizado por la Alcaldía de Bogotá mostró que el 80 por ciento de los padres aún no enviaría a sus hijos a estudiar. Pero por mucho tiempo y empeño que le pongan, la educación desde la casa no es la misma. A esto se suma que mantener alejados a los más pequeños y jóvenes de estos entornos educativos puede tener efectos graves. Por ejemplo un retroceso en el aprendizaje de hasta un año escolar, de acuerdo con cifras del Banco Mundial.
Además, explica el psiquiatra infantil Felipe Agudelo, en el jardín los niños más pequeños adquieren las bases del desarrollo cerebral, las habilidades sociales, la motricidad fina y gruesa gracias a la interacción con los demás. Eso sin contar las ya documentadas afectaciones en salud mental.
“Tenemos que darle la posibilidad a la familia que decida si quiere enviar a su hijo al colegio o al jardín”, señaló la secretaria de Educación de Bogotá, Edna Bonilla, al anunciar que los más de 1.700 establecimientos educativos y jardines infantiles de carácter privado de la ciudad podrán retomar actividades presenciales.
Desde la próxima semana, los primeros colegios aprobados en la capital podrán funcionar lunes, martes, miércoles, viernes y sábados (en el caso de los jardines). No habrá restricción horaria, pero solo estará permitido el 35 por ciento del aforo de estudiantes inscritos. Por esto, cada institución debe presentar un plan de trabajo que garantice la educación de los estudiantes que vayan a las aulas, así como la de los que decidan no participar en planes pilotos de presencialidad.
Este será uno de los principales desafíos para las instituciones educativas, pues deben ajustar horarios y personal docente y administrativo tanto para quienes van al colegio como para los que se mantendrán en el modelo virtual. En el caso del colegio Los Nogales, uno de los mejores del país según las pruebas del Icfes, los alumnos comenzarán a ir una o dos veces a la semana por tres horas diarias para que socialicen y se familiaricen con los nuevos protocolos. Después de la semana de receso se regirán por el modelo de alternancia en el que tendrán una semana presencial y otra virtual. “Hemos hecho inversiones en señalización, lavamanos adicionales, implementos de bioseguridad. Deben lavarse las manos cada dos o tres horas, todo parte de una cultura de autocuidado”, señalaron voceros del colegio.
Decenas de instituciones ya tienen listo el protocolo para presentar a la Alcaldía, que dispuso de un sitio web para recibir las propuestas de cada institución y decidir si aprueba su apertura. Pero la inmensa mayoría de colegios y jardines privados no tienen la capacidad de hacer las inversiones requeridas para abrir.
Según Martha Castillo, presidenta de la Confederación Nacional de Asociaciones de Rectores y Colegios Privados (Andercop), actualmente la mora en el pago de matrículas de esa asociación, que aglomera cerca de 1.000 instituciones, se acerca al 75 por ciento y la deserción de estudiantes llega al 20 por ciento. “Se requiere hacer inversiones en un momento en el que no hay forma, la inmensa mayoría de colegios privados del país son de estratos medios, que son los más afectados por la pandemia”, dice.
Los jardines infantiles tienen una situación similar. Cifras de la Asociación Colombiana de Jardines Infantiles (Jardinco) indican que cerca del 85 por ciento funciona en instalaciones arrendadas. Por eso muchos quebraron desde antes de la reapertura.
Para el caso de los colegios públicos, el Distrito tiene contemplado iniciar pilotos en octubre, después de concertar con los colegios y el gremio de docentes de la capital, que se mantienen en su posición negativa a la presencialidad. La gran duda es cómo cumplir los protocolos. Por ejemplo, el colegio Inem de Kennedy tiene cerca de 6.000 alumnos. Si funciona al 35 por ciento, como dice la norma, más de 2.000 niños y jóvenes estarían en las instalaciones al tiempo, lo que plantearía un desafío enorme. El Gobierno nacional dispuso de 92.000 millones de pesos para que los colegios públicos del país puedan cumplir con los protocolos, cifra calificada de insuficiente por Fecode y asociaciones de padres.
¿Y si se contagia un estudiante?
Como explicó la presidenta de Andercop, a algunos rectores de instituciones educativas les preocupa la falta de claridad respecto a la responsabilidad que le puedan atribuir al colegio ante un eventual contagio. Por esta razón, los colegios y jardines deben exigir el consentimiento informado de los padres y acudientes. Sin este documento no podrán retomar actividades.
De acuerdo con María Ángela Torres, rectora del colegio Marymount, en este momento no se puede hablar de responsabilidad en un contagio, “¿cómo se sabe si se contagió en el colegio o la casa?”, se pregunta. Opina que el consentimiento informado, más allá de buscar blindar a los colegios de una responsabilidad penal, es un documento de corresponsabilidad entre padres y colegio, en el que ambas partes se comprometen a cumplir los protocolos y el autocuidado.
De acuerdo con lo estipulado por la Alcaldía, en caso de presentarse dos o más casos de covid-19 en una institución, se configurará un brote. Los colegios informarán a la familia y al sistema de salud para efectos de la atención urgente, seguimiento y rastreo en la comunidad. “Se tomarán las medidas de aislamiento y la presencialidad se detiene de manera automática en la institución”, dice la norma.
Todos los rectores coinciden en que es imposible reducir a cero el riesgo de contagio, pero sí mitigarlo al máximo. “No pueden estar encerrados indefinidamente”, dice el rector de Los Nogales. Llegó la hora de volver a clases.