En los próximos meses el presidente de la compañía, Anko van der Werff, tendrá que definir desde el tamaño de la flota hasta las rutas y los mercados que planea atender.

AEROLÍNEAS

Así es el plan de vuelo para salvar a Avianca

En las últimas semanas la compañía consiguió 2.000 millones de dólares para garantizar la operación, pero antes de cantar victoria deberá enfrentar grandes retos.

10 de octubre de 2020

El proceso de reestructuración de Avianca ya despegó luego de que un juez del Tribunal de Bancarrotas de Estados Unidos, en el Distrito Sur de Nueva York, le aprobó un plan de financiamiento por 2.000 millones de dólares. Un oxígeno necesario para la compañía. En términos coloquiales, la aerolínea consiguió el dinero para tanquear un avión que se estaba quedando sin combustible. Con parte de ese dinero aprobado la empresa podrá abrir nuevas rutas, pagar tripulaciones y garantizar la operación en los próximos meses. Se trata de una buena señal.

En la actualidad, Avianca opera al 10 por ciento de su capacidad. Una reducción de estas proporciones se traduce en ingresos muy bajos frente a una nómina y unos costos fijos que se mantienen casi iguales. Sin embargo, hay que tener en cuenta que tiene una flota de aviones más grande de la que necesita, así como rutas y frecuencias que quizás no volverán a servir. Por eso la empresa deberá definir su hoja de ruta en cuanto a su operación. ¿Tendrá que devolver aviones? ¿Cuántos y en qué condiciones? Si reduce la nómina, ¿en qué medida lo hará? ¿Y las rutas? Estas preguntas y otras más intenta esclarecer la compañía por estos días.

Entre otras cosas, deberá calcular la reacción del mercado doméstico e internacional en los próximos meses. La temporada de vacaciones de fin de año será clave. Si los viajeros siguen mostrando temor por el riesgo de contagio o carecen de recursos para viajar de vacaciones o por negocios, seguramente el golpe será mayor. El tema es tan complejo que Avianca debe definir en unos meses hasta el tamaño de los aviones que operará, para que se acomoden a los mercados. Todo con el objeto de no ceder terreno ante sus competidores y recuperar cerca del 50 por ciento del mercado nacional e internacional de pasajeros que tenía en 2019.

Se da por descontado que la compañía se verá obligada a devolver o suspender algunas rutas habituales. El éxito operativo de Avianca dependerá de las rutas y frecuencias que decida abrir en el corto plazo. Si acierta y los aviones van con buena ocupación, dará una señal de que las cosas están mejorando. Y superará una turbulencia ya prevista en el radar. Pero si abre nuevas rutas y los viajeros no toman los vuelos, los problemas empezarán a agudizarse.

En materia de señales, hay dos muy positivas. El sindicato decidió apoyar el acuerdo, lo que implica sacrificios salariales y de otras prerrogativas con tal de salvar la compañía. Y Avianca logró esos fondos por 2.000 millones de dólares, aparte de lo que ofreció el Gobierno a la aerolínea; los polémicos 370 millones de dólares. Al final, necesitará de la nación unos 240 millones de dólares.

Si el Consejo de Estado o cualquier otra instancia frena definitivamente esos recursos, lo que se sabrá en unos días, Avianca tendrá que seguir volando solo con el dinero y la billetera de financiadores privados. Pero no es despreciable el monto que ofreció comprometer el Gobierno colombiano. Por eso la compañía aérea esperará hasta el último momento para acceder a este crédito.

Dos hitos clave determinarán el futuro de la empresa. El primero está atado a las decisiones que tome el Tribunal de Bancarrotas. Si Avianca tiene éxito para conseguir más recursos frescos, públicos o privados, podrá mantener la operación a flote. El segundo llegará cuando defina el tamaño de la flota y el mercado que operará en 2021 y 2022. En los detalles de la operación está el secreto. La compañía debe evaluar desde la nueva configuración de las sillas, hasta si ofrece pantallas de entretenimiento en vuelos domésticos. Cada centavo y gramo cuentan.