SALUD
Por primera vez, y tras una ‘noche loca’, hombre relata lo que sintió al contagiarse con viruela del mono: “Mirarse al espejo es lo más duro”
Uno de los 273 contagiados con la viruela del mono en Colombia habló con SEMANA y contó cómo es convivir con esta enfermedad.
A Miguel Andrade la viruela del mono lo sorprendió tres días después de una reunión informal con amigos y extranjeros recién llegados a Colombia. Se vieron en un lugar cerrado de Cali, intercambiaron copas, bailes, unos cuantos besos y algo más. Era otra noche de diversión, no había nada que temer y sí mucho por disfrutar.
Al tercer día de aquel encuentro, su cuerpo estaba más pesado con el pasar de las horas: un malestar general le congestionó las vías respiratorias y un dolor insoportable en huesos y articulaciones lo obligó a un descanso prolongado. Ese día, recuerda, durmió por más de diez horas y se levantó aún más cansado. Algo no andaba bien.
El malestar se prolongó por dos días más, hasta que recibió el primer reporte de uno de sus amigos cercanos. “Aló, Miguel, he estado muy mal de salud, me fui a hacer la prueba de la viruela del mono y salió positiva. Lo mismo les pasó a otros asistentes”. No necesitó más palabras para saber que, seguramente, él también estaría en esa lista de contagiados.
“Al principio fue como una gripa normal. Era un malestar general, pero con mucho dolor en las articulaciones y la cabeza. Y el cansancio y sueño eran impresionantes”, cuenta Miguel. Dos horas después de aquella llamada asistió a la EPS para realizarse el examen correspondiente. El resultado tardó cuatro días, pero cuando llegó ya no era necesario apresurarse a conocer si era positivo. Durante ese tiempo aparecieron los síntomas inequívocos de la viruela del mono.
“A los tres días del malestar empezó a salir el brote en la parte central del abdomen. Al principio son como barritos, un granito normal, pero ya después comienza a picar y arder muchísimo, y empiezan a botar una sustancia como materia (pus)”, señala Miguel.
Los días siguientes –hasta ahora– el brote se propagó en diferentes partes del cuerpo, siendo el abdomen bajo el más perjudicado, así como los brazos y piernas. En el rostro aparecieron, pero en menor medida. “Los primeros días no podía comer nada, no me pasaba ningún alimento. Cuando apareció el brote, el ardor tampoco me dejaba dormir, es como si tuvieras todo el cuerpo en constante ebullición. Eso se suma al dolor de cabeza permanente y al cansancio: en algunos casos te pesa hasta el alma para moverte de la sala a la cocina”, relata.
Miguel tiene 31 años, vive solo y desde hace 14 días no ve la luz del día. Todo lo pide por domicilio y su familia se ha abstenido de visitarlo, a pesar de que la viruela del mono se contagia a través de un contacto estrecho con un posible intercambio de fluidos. Él no lo dice, pero es consciente de que la enfermedad provoca cierto rechazo. La apariencia del enfermo no es la mejor y eso llega a impresionar hasta al más optimista.
“Mirarse al espejo es lo más duro. Porque uno piensa: ¿será que me quedaré así? Aunque a mi favor tengo que decir que los granos que ya se secaron no han dejado manchas”, dice. Y es tal la estigmatización que la viruela del mono ha generado en la sociedad, que la mayoría de contagiados prefiere pasar sus angustias en silencio, resguardados en sus casas y, en muchos casos, lo ocultan hasta en sus círculos laborales y sociales.
La viruela del mono, en comparación con la covid-19, es una enfermedad que se ve. Una afección que puede transformar por algunos días la apariencia física del afectado y esto es suficiente para que nadie quiera acercarse. “Obviamente mi nombre original no es Miguel, pero me toca contar mi experiencia así, porque, de lo contrario, no me vuelven a recibir en ninguna parte (risas)”.
Sobre sus amigos contagiados no sabe mucho. Solo se comunican vía telefónica. Ahora es inútil pensar en el “qué hubiera pasado si…”, pero igual Miguel lo medita. “Fue una fiesta algo alocada, como las demás. Y aunque sé que no moriré por esto, sí pienso en que pudimos cuidarnos más: utilizar tapabocas, separar las copas y utilizar protección en el momento de tener relaciones sexuales. Cosas tan básicas, pero que dejamos de hacer por confiados”.
El malestar completa 14 días y parece no irse pronto. El brote sigue creciendo y generando escenarios de desesperación por el ardor, que lo han llevado hasta ducharse por más de seis veces al día. “No hay nada que hacer, solo aguantar y ya. Actualmente, me hago aguas de caléndula y tomo medicamentos como loratadina, que fueron los que me mandaron”.
La enfermedad en Colombia
Los contagios de viruela del mono en Colombia avanzan rápido. A la fecha, y según el Instituto Nacional de Salud, hay 273 casos confirmados en 16 regiones del país. Durante el presente mes de agosto se ha presentado un incremento del 50 por ciento, de acuerdo con las cifras oficiales, por lo que desde el Ministerio de Salud han llamado a atender las recomendaciones para mitigar el contagio.
La mayoría de infectados está en Bogotá, ciudad que registra 227 casos. Le siguen Antioquia, con 14, y Tolima, con seis. Las otras regiones son Cali, donde ya hay cuatro personas con la enfermedad; Barranquilla y Cundinamarca con tres; Cartagena, Cauca, La Guajira, Risaralda, Santander y Valle del Cauca con dos; Atlántico, Meta, Norte de Santander y Quindío con uno.
Frente a este panorama, preocupa la llegada de las vacunas, las cuales estaban previstas para arribar al país muy pronto, pero algo no cuadra en el Ministerio de Salud. Un total de 5.600 dosis contra la viruela símica fueron dispuestas por la Organización Panamericana de la Salud para el país.
La ministra de Salud, Carolina Corcho, había asegurado que se realizaría la compra de estas vacunas, pero en el marco del lanzamiento del programa Salud para el Alma, en Medellín, la funcionaria aseguró que todavía no se ha firmado el acuerdo de compra de los biológicos.
Durante su visita a la capital antioqueña, la funcionaria reveló los detalles que tienen frenado el proceso de adquisición de las vacunas, explicando que hay una cláusula impuesta por el laboratorio que no cuadra y que, de hecho, es inconstitucional, a su juicio.
Según la ministra, se hizo “una revisión y la firma de este contrato representa un acto inconstitucional e ilegal en Colombia, ya que va en contra de los fines del Estado de derecho”. El problema radica en que, entre los términos propuestos por la farmacéutica que oferta las dosis contra la viruela del mono, se indica que en caso de que se presente algún tipo de falla, esta debe ser asumida por el Gobierno y la dependencia de salud.
“El laboratorio tiene una exigencia de una cláusula de indemnidad, donde el Estado y el Ministerio de Salud tenían que responder por todas las defensas jurídicas y gastos ante cualquier error que cometa”, agregó la ministra Corcho. Igualmente, señaló que aunque estas cláusulas se aplicaron durante la emergencia sanitaria provocada por el coronavirus, el contexto actual es diferente y el país no se encuentra en una situación de ese talante todavía.
Esto no quiere decir que no se piense en continuar con el ánimo de compra. Por el contrario, indicó: “Hemos enviado una carta a la Organización Panamericana de la Salud ratificando a Washington nuestra intención de comprar las dosis de viruela del mono y solicitando el replanteamiento de estas cláusulas, que son muy fuertes”. De hecho, la ministra añadió que este proceso ha sido complejo en otros países, tanto que solo 11 de los 33 que pueden acceder a los lotes de vacunas han sellado los acuerdos de compra.
“Nuestro reparo no es por el precio, el problema es porque hoy no es posible, desde la normatividad y la legislación colombiana, firmar el contrato y aceptar las condiciones de la cláusula de indemnidad del laboratorio”, agregó.
Mientras se realizan las negociaciones para adquirir las vacunas, los contagiados como Miguel tratan de mitigar las afecciones de cualquier manera, ya sea con medicina tradicional, bañándose seis veces al día o con medicamentos de control. Lo único cierto es que la viruela del mono no es un cuento. Es real y duele.