ESCÁNDALO
Así fue el 'milagro' de los Nule
La clave del vertiginoso crecimiento del grupo empresarial de los Nule fue una mezcla de inversiones con recursos indebidos, captación masiva de dinero sin autorización legal y operaciones financieras de alto riesgo.
Para todo fin práctico, el llamado Grupo Nule adquirió con la cédula los negocios más jugosos de su meteórica carrera empresarial. Esta, al menos, es una de las conclusiones preliminares que empiezan a arrojar las pesquisas que las autoridades y acreedores vienen haciendo a la contabilidad de este holding, que en pocos años armó un entramado de unas 80 compañías y consorcios, y que, con su súbita caída, protagoniza el mayor descalabro financiero de los últimos 20 años en el país.
Lo que pone en aprietos a Manuel, Guido y Miguel Nule es que su mezcla de ambición, ingenio e irresponsabilidad los llevó a cruzar la frontera de los códigos en algunas de sus actuaciones, lo que ya les ha significado señalamientos de defraudación de algunos de sus antiguos aliados e investigaciones administrativas y penales por posibles transacciones por fuera de la ley.
Hoy se descubre que la operación que los catapultó en el ámbito nacional fue a su vez la primera de gran envergadura en la que las cosas se empezaron a hacer mal. Esto fue en 2004, cuando ganaron, junto con otras dos compañías socias, la concesión de la doble calzada Bogotá-Girardot, un proyecto en el que dejaron en el camino a las más experimentadas empresas de ingeniería del país. Todo el mundo se preguntó entonces cómo iba a hacer esta firma, liderada en su momento por unos jóvenes de 32 años, para responder financiera y técnicamente por un proyecto que requería al menos 550.000 millones de pesos para ejecutarla, y se dudaba de su experiencia y capacidad pues hasta el momento llevaban una década haciendo contratos mucho menores.
Para conseguir semejante cifra, la concesión ideó una fórmula que no debía tener pierde. Emitieron bonos por 250.000 millones de pesos, que se vendieron como pan caliente pues están garantizados con el tráfico de la autopista más usada del país, y el restante lo aportarían en partes iguales los socios del negocio. Pero los 100.000 millones que tenían que aportar los Nule tuvieron una singular historia. Ellos aportaron 30.000 millones y, para cubrir los 70.000 millones de pesos de deuda que les quedaban, entregaron facturas de obras. Con la crisis del grupo, se desencadenó una minuciosa auditoría interna de las cuentas de la concesión y encontraron que esa operación, que parecía normal, era en realidad simulada. Las facturas que presentaron no tenían ningún acta de obra que las respaldara, por lo que sus otros socios tuvieron que cubrir la deuda para evitar un escándalo mayor. Además, luego de que los Nule hicieron su aporte en efectivo, solicitaron en 2006 un anticipo de 50.000 millones de lo recaudado a través de los bonos. Es decir que en el cruce de cuentas entre lo aportado y el anticipo que pidieron, en vez de poner plata, recibieron 20.000 millones de pesos.
Los acreedores y autoridades indagan para dónde se fue ese dinero. Y si bien una parte sirvió para unos primeros trabajos de obra, hay versiones de que el grueso se fue para el segundo gran negocio de los Nule, que es el que los consolida financieramente: Enertolima.
Esta electrificadora llevaba dos años en venta y, en una intensa puja final, el empresario Alberto Ríos había logrado quedarse con la primera opción de compra y tenía que pagar 254.000 millones de pesos, de los cuales 180.000 millones estaban cubiertos por un préstamo que la FEN le hacía a la electrificadora. Pero Ríos no tenía cómo cubrir el saldo y fue cuando acudió a los Nule y a su primo Álex Char, que en muy poco tiempo solventaron los 74.000 millones de pesos faltantes, y pese a no tener ninguna experiencia en este sector, se quedaron con el 49,99 por ciento de la empresa.
¿De dónde salió la plata para cubrir semejante préstamo? Hoy se sabe que 30.000 millones de pesos se le transfirieron como deuda a la electrificadora. La coincidencia de fechas entre esta negociación y el recibo del anticipo que los Nule habían logrado de la concesión Bogotá-Girardot ha dado pie para que ahora se indague para constatar si este dinero, que era para hacer una obra, se fue en la compra de la electrificadora. También por esta época fue que los Nule recibieron un controvertido préstamo de 25.000 millones de la Dirección Nacional de Estupefacientes, que habría tenido el mismo destino. De confirmarse esto, los Nule habrían logrado la participación en Enertolima solo con la cédula. Con el beneficio adicional de que este activo logró en muy poco tiempo una sorprendente valorización, lo que en un abrir y cerrar de ojos llevó el patrimonio de los Nule de 50 millones de dólares a 160 millones de dólares, como lo confirmó Miguel Nule en una entrevista con SEMANA a comienzos de este año.
Con semejante activo en el bolsillo y contratos llegando a manos llenas por los diferentes frentes de actividad en los que habían diversificado su compañía, los Nule lograron un sorprendente apalancamiento con recursos del sector financiero, que a su vez les servían para meterse en más negocios. Fue tal la situación, que en ese momento se le escuchó decir a uno de ellos que "el sistema financiero colombiano se había quedado chiquito para lo que ellos habían montado".
Con un esquema similar al usado en la compra de Enertolima, nuevamente la dupla Nule-Ríos le apuntó, en 2008, a otro de sus grandes negocios: la Empresa de Energía de Pereira, una compra por 202.000 millones de pesos. Cuando se hicieron al control de la compañía, estos empresarios compraron de forma anticipada 107.000 millones de pesos en energía a Enertolima. También sacaron 38.000 millones de pesos de la caja de la empresa de Pereira y constituyeron un fondo de capital privado que prestó la plata a diversas empresas de Nule y Ríos. Esta transacción ya está en la mira de las autoridades para evaluar si se configuró una suerte de autopréstamo y si hubo alguna ilegalidad.
Pero las cosas cambiaron en 2009 con la crisis mundial. La banca se recogió, y el espiral de caja que habían montado los Nule ya tenía una inercia imposible de parar de un solo envión. Ahí fue cuando salieron a buscar plata donde fuera para cumplir con sus compromisos financieros. Como ya habían tenido buenos resultados con el dinero que lograron de Estupefacientes, usaron esa misma figura para acceder a regalías que municipios petroleros de los llanos habían puesto en patrimonios autónomos de fiduciarias. A través de Fiduagraria los Nule lograron millonarios recursos, pero tan pronto estalló el escándalo de las fiduciarias suspendieron estas operaciones.
Luego acudieron a la figura de mesas de dinero. Una compañía de Cali les ayudó a buscar importantes recursos del mercado extrafinanciero. Es por este caso que la Superintendencia Financiera alertó a la Fiscalía que investigara, pues para ella se había dado una captación "de recursos recaudados del público en forma masiva sin contar con autorización legal". El Ministerio de Hacienda dio la alerta cuando descubrió que algunos municipios invertían sus excedentes de tesorería bajo esta modalidad, algo claramente irregular. La investigación penal contra los Nule se abrió a pesar de que esas operaciones se reversaron y de que no quedaron deudas con nadie. Aun así la justicia evalúa si aquí se cometió un delito, y esto es lo que podría poner a los Nule tras las rejas.
Ahora, con la liquidación de las empresas, se han descubierto docenas de pagarés de personas naturales, principalmente de influyentes familias políticas de la costa, que les entregaron plata a los Nule directamente. En la Superintendencia de Sociedades evalúan si la magnitud de esas deudas configura un delito por actuar por fuera del sector financiero, pues lo que precisamente se busca es evitar que la plata de los particulares esté en riesgo.
Las cuentas de los Nule están arrastrando pérdidas que, en las cifras más conservadoras, serían del orden de 400.000 millones de pesos, aunque algunas autoridades calculan que pueden estar más cerca del billón de pesos. También están dejando en evidencia una forma de hacer las cosas en la que, según varias autoridades financieras consultadas por SEMANA, no solo han participado los Nule. La alerta ahora es que estas prácticas parecen haber sido acogidas por otras firmas del sector de la infraestructura, del financiero y de las concesiones de servicios públicos.