PROVIDENCIA
Así viven los que aún no tienen techo en Providencia y Santa Catalina
SEMANA realizó un recorrido por el archipiélago y, aunque los trabajos de reconstrucción avanzan, aún hay muchas personas que no tienen hogar.
La noche del huracán, Ramiro Howard tuvo que derribar con una pala la pared posterior de su casa en Santa Catalina para lograr sacar a su familia en hombros. El agua sobrepasaba los dos metros, así que trató de poner a los más pequeños en lo más alto, mientras él caminaba por debajo de la marea con el único oxígeno que pudiera tomar una bocanada de aire antes de sumergirse.
Los vientos de hasta 260 kilómetros por hora destruyeron casi 80 % de su hogar. De la sala, techo y habitaciones no quedó nada, solo en pie está la cocina. Allí vive con su esposa y tres de sus hijos más pequeños (aún menores de edad), a los que logró rescatar la noche del 16 de noviembre de 2020 cuando el huracán Iota, categoría cinco, tocó tierra.
Desde ese momento, las maniobras de supervivencia son algo del día a día. La noche del huracán amarró a sus hijos a estructuras fuertes para que el viento no se los llevara, luego del fuerte temporal, condicionó el único lugar habitable en la casa -la cocina- como un refugio permanente en el cual ya llevan 365 días.
“Vivimos cinco personas en la cocina, es un cuarto pequeño, pero ahí nos ubicamos. Yo organicé todo para que cuando lloviera no se entrara el agua”, cuenta Ramiro. Dice que aún espera paciente el turno para que inicie el proceso de reconstrucción de su casa. “A uno al principio le daba rabia, pero con eso no vamos a sacar nada, solo queda esperar”.
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Sin embargo, dice que la reconstrucción de hogares en Providencia y Santa Catalina no ha sido por orden de prioridades. “Por ejemplo, la casa de mi mamá aún está destruida y ella tiene casi cien años. No le han reconstruido la casa a ella, pero sí a personas más jóvenes que, de alguna manera, tienen más fuerza para vivir en carpas o en otros espacios”, denuncia.
De acuerdo con cifras oficiales, 54 % de las viviendas destruidas ya están reconstruidas y renovadas con cimientos capaces de aguantar vientos de hasta 260 kilómetros por hora, los mismos que hace un año destruyeron la isla. En total, son 962 casas entregadas. Y la meta es que para diciembre el porcentaje de entrega llegue a 70 %. Por eso, el tiempo para las 1.800 personas (entre trabajadores, contratistas y fuerza pública) que llegaron a la isla es un enemigo común.
Susana Correa, directora de Prosperidad Social y la gerente de la reconstrucción de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, asegura que la posición geográfica de la isla ha sido el principal obstáculo para avanzar a un mejor ritmo. “No ha sido fácil, tal vez por la localización de la isla. Estamos a 720 kilómetros de Cartagena, que es el puerto más cercano”.
“Otro de los problemas es que el único muelle de Providencia no tenía dragado, barcos grandes no podían entrar. Tenía un dragado de 2,5 metros de profundidad y ahora está en 6. Los barcos que traen los materiales son grandes y por eso empezamos a tener muchos retrasos, así que optamos por hacer un muelle alterno (metálico y movible) de 1,8 y 2,5 metros de profundidad”, cuenta Correa.
El mayor problema ha sido el agua
Para Ramiro, y la mayoría de damnificados por el huracán Iota en Providencia y Santa Catalina, conseguir agua potable ha sido una de las tareas más duras durante los días después del fuerte temporal.
Providencia no tiene acueducto y la manera de recolectar el líquido era a través de grandes tanques ubicados en los techos de las casas, pero el huracán se llevó los tanques, los techos y las casas. No quedó nada.