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Atención: Autoridades confirman que hasta ahora solo se han hallado restos de animales en la búsqueda de Sara Sofía
Las autoridades mantienen una búsqueda intensa de la niña de dos años. Se descarta el primer punto en el que se encontraban agentes de la policía y la fiscalía este miércoles.
La intensa búsqueda que realizan las autoridades de Sara Sofía Galván comenzó a descartar algunas hipótesis. Un testigo había señalado que había visto cómo presuntamente había sido enterrada la niña en un río al sur de Bogotá. Los esfuerzos por encontrar a la pequeña fueron enormes y durante toda la tarde agentes del CTI, la Fiscalía y la Policía peinaron el caudal para ver si aparecía el cadáver.
Sin embargo, los resultados fueron distintos a la hipótesis que llevó a las autoridades a ese lugar. Y al final, luego de más de tres horas de operativo se encontraron restos de animales, que no corresponden de ninguna manera a la menor.
Vea como fue la búsqueda de la niña
Las autoridades han hecho todos los esfuerzos para dar con el paradero de Sara Sofía. El caso ha conmovido al país. A la fecha, no se sabe qué pasó con la menor de edad y aunque su madre y su pareja sentimental ya fueron capturados, ninguno ha dado información concreta que pueda ayudar a esclarecer los hechos.
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La historia de Sara Sofía refleja la complejidad y los graves vejámenes que viven algunos niños en Colombia. El pasado 18 de febrero, Carolina Galván Cuesta, la madre de Sara, una bebé que justo cumple 2 años este fin de semana, sorprendió a las autoridades con su frialdad. Como si no se tratara de su propia hija, llevó a la policía hasta el sitio exacto desde donde, según su primera versión, habría arrojado a la pequeña a un caño del río Tunjuelito, en el sur de Bogotá.
Los investigadores quedaron atónitos al escucharla. No podían creerlo. La madre de la niña, de 21 años, dijo que supuestamente le habría dado de comer a la pequeña y, tres horas después, la habría encontrado tiesa, fría, ya sin vida, con su carita morada y acostada en la cama. Al parecer, habría broncoaspirado. Según su relato, acompañada de su pareja, Nilson Bladimir Díaz, se habría trasladado hasta el río para arrojarla al agua envuelta en una cobija azul, dentro de un costal.
Todo eso habría ocurrido el pasado 28 de enero. Sin embargo, la muerte habría sucedido la noche anterior. La primera pregunta de las autoridades fue por qué, si se trató de una muerte aparentemente accidental, Carolina no se comunicó con nadie ni lo denunció. ¿Qué fue lo que realmente pasó con Sara?
Ese mismo día, de acuerdo con el testimonio de Xiomara Galván Cuesta, hermana de Carolina y tía de Sara, policías y bomberos inspeccionaron en ese sector del río, en el barrio Class Roma, en Kennedy, tratando de encontrar a la pequeña, pero no dieron con su paradero. Xiomara fue la primera que sospechó que algo malo había ocurrido con su sobrinita después de que su hermana se la llevó el 15 de enero con la excusa de que quería pasar un fin de semana con ella. Sara vivía en la casa de su tía, quien tenía la custodia temporal otorgada por el ICBF por negligencia y descuido de la madre.
El 19 de febrero, semanas después de la desaparición de Sara, de forma inesperada, Xiomara recibió un mensaje en Facebook. Ella fue contactada en esa red social por una mujer venezolana, llamada Marisela, quien es vendedora ambulante en el sector de Corabastos, a las afueras de la puerta siete. Marisela le dijo a Xiomara que tenía información sobre el paradero de la niña y le dio un número de contacto. Cuando hablaron telefónicamente, le contó que Carolina estaba en compañía de Nilson y dedicada a la prostitución en la calle 38, en el barrio Llano Grande, consumiendo drogas; que en ocasiones dormía en las calles o en pagadiarios, costeados por Nilson desde el 31 de enero. Además, le dijo que Carolina le entregaba, día de por medio, todo lo que se ganaba a él, quien la doblaba en edad.
Para hablar sobre la suerte de la niña, la venezolana impuso una condición: el encuentro tenía que ser personal. Así lo pactaron y se vieron en la avenida Primero de Mayo, frente a la entrada del sector de Roma, en el suroccidente de Bogotá. En ese encuentro, Marisela le confirmó a Xiomara que Carolina habría arrojado a su hija al río Tunjuelito y se comprometió con ella a avisarle tan pronto viera a su hermana en la zona.
Solo bastaron unos días para que ese aviso se produjera. Xiomara habló con Carolina, pero ella cambió su versión de los hechos y le dijo que había regalado a su hija a una mujer que había conocido por redes sociales. En otro momento, relató que se la había regalado a unas personas que iban en un carro rojo. Al oír lo que le contaba Marisela, Xiomara no salía de su asombro y se negaba a creer que todos esos relatos fueran verdad. Por esta razón, le ofreció a su hermana contar todo, no encubrir a nadie y que ella se encargaba del asunto en Bogotá y la enviaba en un bus a Bucaramanga.
“¡¿Carolina, en dónde está la niña?!”, le insistió Xiomara a su hermana. Carolina respondió que la había regalado a una mujer cuyos datos desconocía. “Yo le pregunté qué le había hecho él (Nilson) a la niña, si la había violado; me dijo que no, incluso le dije que ella no era médico, que ella había podido arrojar a la niña al caño viva. Se puso a llorar y me volvió a pedir perdón”, le dijo Xiomara a SEMANA.
Entre lágrimas de dolor, tristeza y rabia, Xiomara tomó la decisión de entregar a su propia hermana ante las autoridades en el CAI de Patio Bonito, en Kennedy. Allí, Carolina fue entrevistada por los policías e hizo el escalofriante relato sobre la suerte que habría corrido Sara, tras supuestamente ser arrojada al río Tunjuelito.
¿Qué pasó con Sara?
El fiscal general, Francisco Barbosa, el director de la Policía, general Jorge Luis Vargas, y el comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, general Óscar Gómez Heredia, trabajan en llave para esclarecer este caso que tiene hoy conmovido al país y se ha convertido en un símbolo de la violencia contra los menores.
No hay duda: Colombia es un país peligroso para los niños. Cada 24 horas se registran 27 casos de agresiones contra los pequeños, según Medicina Legal. El 98 por ciento de los casos queda en la impunidad, y actualmente 62.000 niños se encuentran bajo la protección del ICBF.
Al cierre de esta edición, las autoridades no habían ubicado el paradero de Sara, y tanto Carolina Galván como Nilson Díaz fueron enviados a la cárcel por orden de un juez, señalados de desaparición forzada agravada; podrían pasar al menos 50 años en prisión.
En las últimas semanas, Carolina, oriunda de Bucaramanga, ha cambiado de versión por lo menos cuatro veces e incluso se habla de que supuestamente habría entregado su niña a un prostíbulo, a cambio de dinero para consumir licor y drogarse. Hasta ahora, las autoridades tratan de establecer cuál de todas las versiones es la real. Según una de las más recientes, escondió a su hija en un sitio desconocido para evitar perder su custodia nuevamente.
En la madrugada del pasado miércoles, agentes del CTI de la Fiscalía capturaron a Carolina y a Nilson. Al finalizar la audiencia, en la que no aceptaron cargos, la mujer se acercó a una persona de la Fiscalía y le confesó: “No busquen más, yo lancé la niña al río”. Carolina fue capturada en un pagadiario en el sector de Bosa Centro, donde dormía en un camarote y cancelaba 7.000 pesos por pasar la noche. Hay versiones que indican que lloraba en las noches por lo sucedido. Sin embargo, su actitud, después de la captura, es contraria. Se ha visto indolente, tranquila, y no como la madre que acaba de perder a su bebé de 2 años.
SEMANA llegó hasta el sitio donde Carolina pasaba sus noches en Bosa Centro. El olor es repugnante y el aspecto da cuenta de que cualquier cosa puede ocurrir allí. Son pequeñísimos cuartos, donde duermen personas desconocidas entre sí. Luz María Díaz, la dueña del lugar, dijo que habló con Carolina y que el pasado domingo la vio sentada frente al televisor y le pidió que se bañara, porque estaba muy sucia. “Si yo supiera lo que ella le hizo a la niña, no la hubiera dejado salir de esta casa”, dijo la mujer.
Por su parte, Nilson, quien supuestamente trabaja en Corabastos, fue capturado en el barrio Class, en Kennedy, en el primer piso de una casa completamente abandonada y con ropa tirada por todas partes, acompañado de sus cuatro hijos. Algunos vecinos aseguran que varias veces lo vieron pedir limosna en la calle, acompañado de los menores.
Mientras estas capturas se daban, un dron ha sobrevolado durante varios días el curso del río Tunjuelito. Además, la Policía tenía pendiente con el CTI allanar la casa donde habitaba la pareja; allí, al parecer, Sara pasó sus últimos días, junto con los cuatro niños que acompañaban a Nilson y que están bajo la custodia del ICBF. Los pequeños, de 5, 7, 9 y 10 años, son valorados en su estado físico y emocional por los expertos de Bienestar Familiar. Además, los psicólogos escuchan sus relatos para tratar de entender mejor qué pasaba en ese hogar y obtener más pistas sobre lo que le pudo ocurrir a Sara.
SEMANA también recorrió la casa de Xiomara, donde la niña vivió feliz desde que nació, después de que su madre llegó embarazada, pidiendo ayuda. En la vivienda está intacto el recuerdo de Sara, sus juguetes, sus dos osos de peluche preferidos, los zapaticos que siempre usaba, su ropa y algunos productos de aseo por estrenar. En el cuarto donde pasó todas las noches, hasta que no volvieron a saber de su paradero, ya desarmaron la cuna, como si la familia estuviera perdiendo todas las esperanzas de que ella regrese.
Este miércoles, SEMANA acompañó a las autoridades a hacer la búsqueda de la niña en uno de los caños al sur de Bogotá. Al final, se confirmó que solo se trataba de restos de animales. Y así, la esperanza de encontrar a la niña de dos años viva, aún persiste.