Nación
Atención: caen 17 extraditables en operación conjunta con Estados Unidos y Paraguay
Entre los capturados hay 12 colombianos, dos venezolanos, un italiano, un dominicano, un holandés y un albanés. Sobresale, entre las capturas, la de Diego Mauricio Blanco, presunto piloto de una de las organizaciones criminales más grandes de tráfico de cocaína en Brasil, conocida como el Clan Rocha.
Un contundente golpe le propinaron las autoridades a una organización trasnacional dedicada al tráfico de drogas y lavado de activos. Este fue el resultado de una operación conjunta entre las autoridades investigativas y policiales de Colombia, Estados Unidos y Paraguay, en el marco de la cual fueron capturados 17 delincuentes que tenían vigente el pedido de extradición de nueve países diferentes.
Aunque se trató de una operación diferente a las que estaba trabajando el fiscal paraguayo antimafia Marcelo Pecci, que fue asesinado por dos sicarios en una playa de la isla de Barú, en Colombia, el esquema de colaboración entre las autoridades de los países avanza con pasos ciertos.
Sobresale entre las capturas la de Diego Mauricio Blanco, presunto piloto de una de las organizaciones criminales más grandes de tráfico de cocaína en Brasil, conocida como el Clan Rocha, la cual tiene vínculos con la estructura Primer Comando Capital (PCC) de Brasil, uno de los grupos que, como lo indicó el pasado 12 mayo, el director de la Policía, general Jorge Luis Vargas, era investigado por el fiscal Pecci.
El operativo, que también contó con el apoyo de la Interpol y de la policía europea Europol, dejó como saldo la captura de 12 colombianos, dos venezolanos, un italiano, un dominicano, un holandés y un albanés. El operativo se realizó de forma simultánea en diferentes lugares como Bogotá, Cundinamarca, Valle del Cauca, Risaralda, Antioquia, Bolívar, Atlántico y Nariño, donde se realizaron las detenciones.
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Se trata de una operación de largo aliento, cuyas investigaciones empezaron hace por lo menos cinco años. El primer pez gordo capturado fue el entonces jefe de la organización Luis Carlos Rocha, quien fue capturado en 2017. Esta cabeza fue reemplazada dentro del organigrama criminal por Joao Suárez Rocha, actual cabecilla, que comanda una organización que, según información de inteligencia, tiene capacidad para producir y enviar cerca de cinco toneladas mensuales de cocaína a Estados Unidos, África y Europa desde Bolivia, Perú y Colombia.
Para entender un poco el tema del homicidio del fiscal Pecci en Colombia y la necesidad de una actuación conjunta de las autoridades de los diferentes países en la lucha contra el tráfico de drogas y el lavado de activos, hay que tener en cuenta que, de acuerdo con las investigaciones, esta estructura criminal blanqueaba activos del narcotráfico en Paraguay, donde contaba con varias propiedades.
En el caso de Diego Mauricio Blanco, presuntamente habría participado de una red que realizó 23 vuelos con 400 kilos de cocaína cada uno para el Clan Rocha.
De momento las investigaciones se centran en las actividades de narcotráfico y lavado de activos del Clan Rocha y otras organizaciones como la Red Corona, de República Dominicana; Los Bruno, de Perú; el grupo NL, de Países Bajos; y la Negrangheta, de Italia.
Pero sobre el Clan Rocha ya las autoridades han hecho seguimientos y les han venido propinando golpes. Esta organización de origen brasilero ha venido a Colombia a contratar pilotos, ingenieros químicos y personas especializadas en todos los eslabones de la cadena de drogas para fortalecer su negocio.
El Piloto era línea directa con el mandamás de la organización, Luis Carlos da Rocha, más conocido como Cabeza Blanca, capturado en Brasil en 2017. Ellos no solo reutilizan la documentación de otras aeronaves y falsifican planes de vuelo, sino que alteran mediante cambios irregulares la pintura de estas.
Expertos químicos de la Dirección de Investigación Criminal e Interpol (Dijín Colombia) le explicaron a SEMANA que la coca es diluida con la pintura, dando la impresión de que la sustancia ilícita se convierte en líquida. En realidad, es un proceso que requiere fórmulas exactas que garanticen que una vez la pintura se seque sobre la superficie, se pueda retirar por trozos y volver a someterla a un proceso químico que permita recuperar la coca pura.