Judicial

Condenan a 16 años de prisión al cirujano bumangués Antonio Figueredo por golpear y abusar sexualmente a su expareja sentimental

El médico fue sentenciado por los delitos de violencia intrafamiliar y por acceso carnal agravados. Los hechos fueron denunciados en 2021 por SEMANA.

Redacción Semana
19 de febrero de 2024
Antonio Figueredo Moreno
Antonio Figueredo Moreno | Foto: Suministrado a Semana A.P.I

Este lunes, 19 de febrero, fue sentenciado el reconocido cirujano bumangués Antonio Figueredo Moreno por su responsabilidad en los delitos de violencia intrafamiliar y acceso carnal violento, los dos agravados. Los hechos tienen relación con las agresiones que sufrió entre agosto y noviembre de 2021 María Paula Pizarro Higuera, con quien sostenía una relación extramatrimonial.

El Juzgado 11 de Conocimiento de Bogotá lo condenó a 16 años y cinco meses de prisión. El funcionario judicial se abstuvo de emitir orden de captura contra el médico hasta que la sentencia no quede ejecutoriada; en otras palabras, hasta que la Sala Penal del Tribunal Superior de Santander o la Corte Suprema de Justicia emitan una decisión de fondo.

“El juez tiene la facultad excepcional de abstenerse de librar la orden de captura siempre y cuando sea justificada razonablemente“, señaló. “En este caso, este juez tiene en consideración que el incriminado se encuentra recluido en su domicilio por cuenta de este asunto”.

Igualmente, se tuvo en cuenta la falta de antecedentes judiciales, así como el comportamiento del médico durante todo el juicio. “Lo que ofrece al proceso de administración de justicia y las garantías que el mismo ofrece más allá de otro tipo de circunstancias que no fueron valoradas en el juicio como prueba”.

En un análisis más minucioso de las condiciones del procesado, el juez señaló que Figueredo “estuvo atento a las diligencias programadas, no eludió el llamado de las autoridades judiciales durante el trámite procesal, no ha dificultado su notificación, no tuvo que ser conducido policialmente para que hiciera presencia en este estrado judicial, no ha fomentado estrategias dilatorias para su beneficio ni ha solicitado aplazamientos de maneras injustificadas”.

Por esto, no se encontraron “elementos de peso” para ordenar el traslado del médico a un centro carcelario. “En el caso en concreto no hay un alto riesgo para la administración de justicia que impida al suscrito esperar a la ejecutoria de la sentencia para ordenar la correspondiente captura y su encarcelamiento (...) Una decisión de esa índole tiene repercusión en el derecho a la libertad y el debido proceso de don Antonio Figueredo Moreno”.

El médico cirujano seguirá cumpliendo la medida de aseguramiento en su domicilio en la capital santandereana. La defensa de Figueredo presentó recurso de apelación que deberá resolver la Sala Penal del Tribunal Superior de Bucaramanga.

Por su parte, el delegado de la Fiscalía, la Procuraduría y víctimas anunciaron que no presentarán recurso alguno.

Del “cuento de hadas” al infierno

Durante los alegatos finales celebrados el pasado 22 de noviembre, la fiscal del caso hizo una detallada cronología de la relación que sostuvieron Figueredo y Pizarro en el año 2021.

En el primer semestre del año 2021, María Paula se encontraba haciendo su rural en la Fundación Cardiovascular, en donde su jefe directo era su padre, Camilo Pizarro, y su jefe mayor, Antonio Figueredo. Para el segundo semestre, entró a trabajar en dicha entidad como médico general en la Unidad de Cuidados Intensivos.

“Al inicio, la relación con el señor Figueredo era estrictamente laboral, a pesar [de] que conocía que era amigo de su padre, y fue para mediados [de] abril de 2021 cuando la relación pasó de ser laboral a ser un poco más personal”, enfatizó la fiscal.

Durante algunos meses se empezaron a acercar más y más. Un día, Antonio Figueredo vio a María Paula llorando, por lo que la invitó a que fueran a hablar al carro de él, que estaba en el parqueadero de la Fundación Cardiovascular. “Ahí procede a abrazarla y se dan un beso en la boca, siendo este, su señoría, el primer encuentro físico entre la víctima y el procesado”.

“Su señoría, la víctima se empezó a sentir segura y protegida por parte del procesado, quien le manifestaba que la amaba, e inician una relación amorosa. Empiezan a realizar planes y proyectos a futuro. Compartían juntos. La mayoría del tiempo empiezan a sostener encuentros sexuales en las oficinas de la Fundación Cardiovascular, el Hospital Internacional de Colombia y en moteles”.

Igualmente, se dedicaban canciones, compartían almuerzos, comidas, salidas con amigos, “como cualquier pareja sentimental”. A los pocos meses, Figueredo le propuso el plan de irse a vivir juntos, formar una familia e incluso tener una hija, a la que quería llamar Macarena.

Durante este tiempo, el médico Figueredo le mintió a María Paula una y otra vez sobre la relación que tenía con su esposa, diciendo que ya no estaban juntos y que él dormía en otra habitación de la casa, todo esto estaba muy alejado de la realidad.

“Fue muy cuidadoso de no utilizar sus tarjetas de tal forma que su esposa no se diera cuenta”, aseveró la fiscal, citando las pruebas recolectadas. “Antonio tenía guardada, efectivamente, a la víctima en su celular como Macarena, que es el nombre que ambos habían planeado ponerle a la hija que estaban planeando tener en un futuro. Hasta este momento, su señoría, la víctima vivía en un cuento de hadas con el procesado, a pesar de que su relación aún no era pública”.

Pero el cuento de hadas se fue deteriorando muy rápido. En el mes de agosto, María Paula empezó a ver un comportamiento controlador de Figueredo, como que le exigía comunicarse todo el día y darle detalles exactos de lo que hacía, con quién se reunía o de las charlas que mantenía.

“Un día se quedó sin señal, y entonces el procesado, como no se había podido comunicar con ella en todo el día, como normalmente lo hacían, cuando la vio después de su cirugía, le recriminó el hecho de que no le hubiese contestado los mensajes en todo el día, y le exigió que cuando volvieran a tener inconvenientes con el celular, se comunicara con él a través de correo personal”, narró la fiscal al citar la declaración de la víctima.

Mientras el comportamiento celotípico salía a flote, el 29 de agosto de 2021, en un encuentro en el motel La Herradura, Figueredo le preguntó si le gustaría hacer un trío con él. En un primer momento, ella se negó, pero después –a modo de burla, como enfatizó la fiscal– le dijo que aceptaba, pero con otro hombre. Pese a que esperaba que su pareja se riera de eso, lo que recibió fue un insulto, seguido por maltrato físico y burlas.

“Aquí se presentó, su señoría, el primer evento de violencia intrafamiliar”. Tras escuchar la respuesta burlona de María Paula, y como detalló la víctima: “Se puso histérico, se salió de control y ahí fue cuando él se puso encima de mí y me pegó un puño en el brazo izquierdo. Él me empezó a pegar puños en el estómago y me escupió en la cara. Empezó a decirme ‘perra, zorra’, porque le había propuesto un trío con otro hombre, cuando en realidad no lo quería, lo decía de manera sarcástica”.

Tras esta agresión, María Paula, quien bajo juramento reconoció que estaba enamorada, le creyó a su pareja cuando le dijo que no lo volvería a hacer y lo perdonó. “El típico libreto lleno de manipulaciones, su señoría, que utilizan los hombres misóginos cuando quieren y necesitan seguir teniendo a sus víctimas a su lado para demostrar una vez más el poder que tienen sobre ellas”.

Pese a que muchos familiares y amigos cercanos le pidieron a María Paula que denunciara, siguió su relación con Figueredo, que continuó con su comportamiento machista, controlador y celoso. En varias oportunidades le hizo reclamos, incluso dentro de las instalaciones de la clínica, en las que no la bajó de “puta, zorra y vagabunda”.

Igualmente, aprovechaba cualquier oportunidad para burlarse del trabajo de María Paula, asegurando que nadie la respetaba y que ella no sabía qué hacer durante una emergencia.

El 12 de noviembre fue catalogado por la víctima como el día más duro de su vida. Tras ir al motel referido anteriormente, “María Paula se levanta y se da cuenta [de] que Figueredo le estaba revisando el celular y le dijo: ‘Usted no sirve para nada, usted no quería tener relaciones conmigo, usted no quería estar conmigo porque ya tiene a otro. Usted es una vagabunda, ya le revisé todo su celular, usted tiene conversaciones con muchas personas de la clínica’. Procediendo después de esas manifestaciones a enviarse todas las conversaciones a su celular”.

“Posteriormente, su señoría, y después de decirle estas tres palabras favoritas para referirse a María Paula (estas son puta, zorra y perra), con la mano derecha procedió a pegarle un puño en el ojo izquierdo [a] María Paula. Procediendo luego a cogerla del pelo y ponerla sobre la cama, y luego, de la misma manera, mientras la víctima le suplicaba que no la golpeara más, con la mano derecha, Antonio Figueredo procedió a pegarle un golpe de abajo hacia arriba en el mentón. Procediendo la víctima a ponerse en posición fetal con la cabeza escondida entre las piernas para que no le pegara más en la cara, continuando entonces a golpearla con patadas y puños en su lado izquierdo”, agregó la narración.

Después de decirle una y otra vez que no le pegara más, María Paula sintió un respiro y procedió a recoger su ropa y levantarse de la cama.

“Cuando me botó a la cama –según narró en juicio la joven– y con muchísima fuerza se montó encima (...). ‘No más, no más, no me pegues más. ¡Deje de hacer esto!’. ¿Cómo es posible? Yo le empecé a rechazar y le decía: ‘No más, no más’. Y estábamos desnudos. Y él se montó encima de mí”, dijo.

“Y en el momento él tenía mucha más fuerza que yo, él tiene muchísima fuerza. Me cogió los brazos, me empujó los brazos hacia atrás y ahí fue cuando Antonio Figueredo me penetró y con su cara histérica parecía otra persona, poseído (...). Él es blanco, estaba rojo, rojo, y los ojos rojos, y me decía: ‘Esto era lo que yo quería, esto era lo que yo quería’, y en un par de minutos eyaculó dentro de mí y pues fue como si hubiera sentido placer. Él estaba tranquilo, pero yo no estaba tranquila. Fue como si me hubiesen quitado toda la fuerza del mundo porque yo no podía defenderme”.