Momentos de pánico en Belalcázar, Cauca, cuando un grupo armado atacó la estación de Policía.
Momentos de pánico en Belalcázar, Cauca, cuando un grupo armado atacó la estación de Policía. | Foto: Autor Anónimo

Nación

Atención: habla bombero que tranquilizó a través de un megáfono a Belalcázar, Cauca, en medio de hostigamiento de grupo armado

Mientras las balas se escuchaban a escasos metros, Yeison Fabián Ramírez les pedía a los pobladores sacar pañuelos blancos en señal de paz. “Los que tengan camisetas blancas, arriba por favor. Si tienen alguna prenda blanca, ondearla”, decía.

5 de septiembre de 2022

Yeison Fabián Ramírez no era el maestro de ceremonia. Sí, el director del cuerpo de bomberos voluntarios de Belalcázar, Cauca, que acompañaba el bingo bailable con el que pretendían recoger fondos económicos para los niños menos favorecidos del pueblo, y que fue noticia el sábado pasado porque un grupo armado interrumpió en la localidad y hostigó a la estación de Policía del municipio. El saldo: una persona herida y 30 minutos de terror.

El parque central estaba a reventar. Al menos 2.000 participantes del bingo, entre mujeres, ancianos y niños, llenaban sus casillas de cartón y algunos gritaban triunfantes ‘bingo’.

El juego se extendió. Los ganadores fueron múltiples en la tarde del sábado. En la octava ronda, sobre las 9:30 de la noche, mientras el locutor anunciaba uno de los números de la letra B a pulmón entero, su voz la apagó el sonido de las metrallas. Los disparos se oían de un lado y del otro, y nadie parecía entender lo ocurrido. La alegría se transformó en desespero. Las mujeres gritaban, los niños lloraban, mientras los hombres buscaban cómo refugiarse. Un grupo armado atacaba a la Policía.

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Bajo las mesas, detrás de los árboles, acostados sobre el piso y algunos corriendo desenfrenados, eran las imágenes de Belalcázar esa noche. Yeison Fabián saltó a la tarima, casi arrastrado, cogió el micrófono y empezó a hablar.

“Tranquilícese, los que tengan camisetas blancas arriba, favor ondearlas, si tienen alguna prenda blanca, hacerlo. Personas en el piso, tranquilícense, no se muevan del lugar donde están”, dijo.

“Los niños: por favor al piso, las señoras, por favor. Todos al piso. Tranquilos. No se muevan del lugar donde están”, añadió.

La tranquilidad y la firmeza con la que hablaba era formidable. Así, con su voz clara, serena, pausada, llamando siempre a la calma y la cordura, tardó 15 minutos. El sonido de las balas no interrumpía sus plegarias. “Se actuó con serenidad, nuestro único objetivo era tratar de tranquilizar a la comunidad”, le contó el bombero a SEMANA.

Yeison -quien permaneció acostado en el piso de la tarima mientras hablaba- no dudó en confesar que tuvo miedo. “Mucho quizás, pero tenía que salir a ayudar a la gente, a darle una voz de tranquilidad y calma”, confesó. “Traté de controlar mucho mi voz. No podía llevar miedo a donde ya había miedo”, expresó.

Minutos después hubo una aparente calma. La gente empezó a dispersarse del bingo y él corrió hacia la sede del Cuerpo de Bomberos del pueblo. El fuego no había terminado. “Se escuchó una asonada muy potente y con un megáfono que nos prestó un socorrista de la Cruz Roja seguimos hablando y llamando a la calma”, narró.

Hoy, con más calma, Yeison Fabián Ramírez no sabe cómo logró contener la calma. Menos, cómo después de hablar por micrófono, terminó ayudándoles a algunos ciudadanos que quedaron momentáneamente inmóviles por el susto de escuchar las balas.

Él no habla sobre el grupo de armado que incursionó en el pueblo, porque seguramente ni sabe cuál es. Además, prefiere narrar cómo, sin imaginarlo, terminó entregando una voz de paz y calma a su pueblo en medio del desesperante ruido de las balas.