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Atrapados en Bagdad
35 mercenarios colombianos que se fueron a buscar fortuna en Irak terminaron estafados y no pueden regresar.
¿Cuando recupere la libertad y vuelva a Colombia, qué es lo primero qué va a hacer? El ex mayor del Ejército Nacional Juan Carlos Forero no duda un segundo: "Dormir, quiero volver a dormir, dormir profundamente". Está en Bagdad, Irak, en una guerra sin treguas y donde ningún combatiente puede tomarse un respiro: "Esto es el infierno: Hay bombazos todo el tiempo, disparos, helicópteros cerca y lejos, sirenas día y de noche. No hay descanso. Uno siente una presión en el pecho permanente".
La situación de desespero que enfrenta este hombre curtido en mil batallas lo ha llevado al extremo de añorar la guerra colombiana. "Yo tenía mucha experiencia en combate contra la guerrilla. Pasábamos meses entre la manigua, nos hostigaban, pero en cualquier momento nos sacaban. Volvíamos a la ciudad, nos vestíamos de civil y uno podía salir a caminar".
Pero en Bagdad no. No sólo porque no hay para dónde coger, el calor es sofocante, la arena se impregna en el cuerpo, dar un paso en la calle lo convierte en blanco de cualquier francotirador, sino porque quedó atrapado allí tras haber sido engañado. Es como si fuera un 'secuestrado' en el desierto. Su consuelo es que no es el único. Junto a él, 34 ex militares colombianos más afrontan la misma situación.
Por eso quieren regresar. A cada instante le piden a Dios que les devuelva la libertad, tomar un avión a Colombia. "Mi país del que nunca debí salir", exclama Forero. Pero, ¿en qué momento este y los demás compatriotas quedaron atrapados en semejante conflicto? ¿Por qué no pueden salir de Bagdad? ¿Quién los engañó?
Todo empezó con un sueño: iban a hacer el negocio de su vida por cuidar bases militares de Estados Unidos y por prestar seguridad a diplomáticos y ejecutivos de ese país. La oferta era demasiado tentadora porque aunque sabían de los riesgos, en sólo seis meses de trabajo ahorrarían en dólares lo que jamás se hubieran ganado durante años de trabajo en Colombia. Pero el sueño se les convirtió en una pesadilla y, por eso, Forero confiesa que se siente como "un miserable secuestrado".
El 2 de junio dejó a su esposa y a sus dos hijos y abordó un avión en Bogotá. Al día siguiente viajó Esteban Osorio, un capitán retirado también del Ejército Nacional que siguió los pasos de su compañero de armas hacia Bagdad. El 4 de junio el turno fue para el ex teniente Carlos Millán.
Cada uno de los tres hombres viajó con otros 11 ex miembros de la Fuerza Pública colombiana. Entre el 2 y el 4 de junio viajaron en total 35 personas a Irak. Todos con una larga hoja de vida.
Dos fueron detectives del DAS. Otros dos, ex policías. Los demás, personal retirado del Ejército, ocho oficiales y 23 suboficiales. Todos estos hombres, algunos con cicatrices por las heridas recibidas en la selva o en las montañas colombianas, iban para un infierno.
"Cuando dejamos nuestras familias y salimos de Colombia sabíamos a qué veníamos a Irak. Lo que nunca nos imaginamos es que esto era el horror", le dijo a SEMANA el mayor Forero desde la capital de Irak. Forero y sus 34 acompañantes están, según ellos, "secuestrados" en Bagdad. "El grupo de 35 con el que nosotros llegamos, y otro de 34 que llegó como dos semanas después, queremos devolvernos a Colombia, pero no nos dejan. Cuando se enteren que hemos hablado sobre lo que nos están haciendo aquí, no sabemos qué nos pueda pasar. Pero la verdad es que la gente acá en Bagdad está desesperada", le dijo a SEMANA el ex capitán Osorio desde la base en la que se encuentra en Bagdad.
Su pesadilla, como la de Forero, tuvo sus orígenes en septiembre del año pasado. "Fue cuando me encontré con un sargento que me dijo: 'mi mayor, están reclutando gente para mandar a Irak. Pagan buena plata, como 6.000 ó 7.000 dólares mensuales libres, vamos y pasemos las hojas de vida'. A mí se me quedó esa cifra en la cabeza". Sus cuentas fueron sencillas: 7.000 dólares son como 20 millones de pesos mensuales. "Jamás había imaginado tanta plata junta", recuerda Forero.
Y no era que en Colombia le fuera mal. Al contrario, el mayor había sido retirado del Ejército a comienzos de 2005 y estaba trabajando como jefe de seguridad de una empresa de transporte en donde recibía un salario mensual de casi tres millones de pesos. ¿A quién no lo tienta el hecho de un trabajo donde gane seis o siete veces de lo que a uno le pagan?", dice.
El oficial retirado acudió entonces a una oficina cerca del centro de Bogotá para presentar su hoja de vida. "La empresa se llama ID Systems y queda por los lados del barrio Teusaquillo. Esa empresa es la representante en Colombia de una firma gringa que se llama Blackwater. Ellos son unos de los más grandes contratistas de seguridad privada en el mundo y trabajan para el gobierno de Estados Unidos", afirma el mayor.
Así las cosas, Forero se fue a la sede de ID Systems y se encontró con una agradable sorpresa. En el lugar había varios ex militares más, entre ellos el capitán Osorio y el cabo Millán, con quienes tenía lazos de amistad. "Nos recibió el capitán Guevara, que trabaja con esa firma y es retirado del Ejército. Nos contó que básicamente lo que teníamos que ir a hacer era prestar seguridad en instalaciones militares en Irak. Nos dijo que los salarios estaban alrededor de los 4.000 dólares mensuales". Ya no eran los 7.000 dólares del rumor, pero de todas maneras "era muy buena plata", recuerda Osorio.
En las primeras semanas de octubre Forero, Osorio y Millán fueron llamados para hacer un curso de reentrenamiento antes de viajar a Irak. "Llegamos un total de 36 personas que habíamos sido seleccionadas. Nos citaron en la Escuela de Caballería en el norte de Bogotá", contó el cabo Millán a SEMANA al precisar que el lugar del encuentro era una de las bases más importantes del Ejército Nacional.
"El curso duró dos semanas. Iba de 5 de la mañana a 6 de la tarde todos los días. Los instructores eran tres ex militares gringos, cuenta Millán. La primera semana recibíamos clases teóricas en las aulas de la Escuela de Caballería sobre el enemigo y el país. La segunda semana fue manejo de armas y pruebas de polígono todo el tiempo".
Cuando el grupo terminó el reentrenamiento, a mediados de octubre de 2005, les informaron que debían estar preparados para viajar en cualquier momento. "Yo renuncié a mi puesto porque se suponía que el viaje debía ser en pocos días y tenía que estar listo", contó el mayor Forero.
Finalmente, a comienzos de junio de este año, los representantes de ID Systems les informaron que había llegado la hora. "En la noche del primero de junio nos citaron a la oficina a un grupo de 12 y nos dijeron que nos íbamos para Irak al día siguiente. Ahí nos informaron que el sueldo no iba a ser de 4.000 dólares, sino que eran 2.700. El asunto no nos gustó porque siempre habíamos estado convencidos de los 4.000 dólares, pero ya no había nada qué hacer". ¿Por qué? Porque a esas alturas ninguno tenía trabajo y todos estaban desesperados por sostener a sus familias.
Forero recuerda que la decisión no fue fácil, pero al final todos aceptaron. "Nos transamos porque de todas formas era más de lo que cualquiera de nosotros se ganaba en Colombia. Hasta esa noche no habíamos firmado ningún contrato y todo había sido verbal".
Al filo de la medianoche del primero de junio, a Forero y sus compañeros los hicieron firmar unos contratos y les entregaron una copia. "Nosotros no alcanzamos a leer nada del contrato. Sólo firmamos y salimos corriendo porque cuando nos lo entregaron nos dijeron que teníamos que estar en cuatro horas en el aeropuerto y como todo fue de afán, escasamente tuvimos tiempo de ir a despedirnos de las familias, empacar maleta y salir para El Dorado", contó Forero.
Cuando los demás empezaron a salir a cuenta gotas, entre el 2 y el 4 de junio, ya la suerte estaba echada. De Bogotá salieron rumbo a Caracas, de allí a Frankfurt, Alemania, en donde tuvieron que esperar 12 horas para tomar otro vuelo hacia Amán, Jordania, y de allí un último avión hacia Bagdad. "Como en el aeropuerto de Frankfurt nos tocó esperar tanto tiempo, nos pusimos a leer el contrato y ahí nos dimos cuenta de que algo andaba mal porque decía que nos iban a pagar 34 dólares diarios, es decir que nuestro sueldo iba a ser de 1.000 dólares mensuales y no de 2.700", recuerda Forero.
El primer grupo, en el que iba Forero, llegó al aeropuerto de Bagdad hacia el mediodía del 4 de junio. Los estaba esperando un iraquí con un cartel que decía 'Blackwater'. El bautizo de fuego fue en el mismo aeropuerto. No hubo tiempo ni para estirar las piernas porque allí, en el corazón del aeropuerto, a cada uno de los ex militares le entregaron uniformes color caqui, un chaleco y casco blindado, un fusil M-16 y varios proveedores. Los montaron en varios vehículos blindados y los llevaron a una instalación militar en el centro de Bagdad.
El primer impacto con el país les quedó grabado en la memoria. Una ciudad destruida, los helicópteros volando, las caravanas militares, el calor, el polvo. Al final llegaron a un lugar al lado de dos de los antiguos palacios de Saddam Hussein. En este momento es una base para guardar armamento del Ejército de Estados Unidos. "Cuando llegamos había un ex capitán del Ejército colombiano, Edgar Ernesto Méndez. Lo primero que le pedimos fue que nos explicara por qué el contrato decía que nos iban a pagar 1.000 dólares cuando nos habían prometido 2.700, recuerda. La respuesta fue que no le paráramos bolas a eso y que esperáramos a que llegaran los demás que venían desde Colombia".
Al día siguiente llegó a la base en Bagdad otro grupo de 12 ex militares encabezados por el capitán Osorio, y un día después, el contingente quedó completo con la llegada a Irak del tercer grupo, del cual hacía parte el ex teniente Millán.
"Nos tumbaron"
La misión del grupo de 35 ex militares colombianos consistía en reemplazar a un grupo de contratistas de Rumania que habían terminado su contrato. "Cuando estábamos haciendo el empalme con los rumanos nos preguntaron que por cuánto nos habían contratado y les dijimos que por 1.000 dólares". La reacción de los rumanos fue de burla. "Nadie cuerdo en el mundo se viene a Bagdad por sólo 1.000 dólares", dijeron con ironía.
Los rumanos les contaron que a ellos por hacer el mismo trabajo les estaban pagando 4.000 dólares. El hecho desembocó en un malestar con los demás contratistas que estaban en la base. El ambiente se volvió hostil contra los colombianos porque si bien cada ex militar pone sus condiciones que quiera cuando se va a pelear a otro país, siempre hay unos márgenes de ganancia porque al fin y al cabo se están jugando la vida. Nadie les hablaba a los colombianos y cuando lo hacían era para ofenderlos y tratarlos de regalados.
"Nosotros optamos por aguantar esa situación antes de reconocer que en realidad habíamos sido unos idiotas a los que habían estafado", le dijo a SEMANA el ex teniente Millán desde Bagdad. La situación del grupo de ex militares colombianos fue de mal en peor muy rápidamente. "Una cosa era la guerra contra una guerrilla en la montaña con pausas para tomar aire, y otra, en un infierno donde no hay tiempo ni para dormir", le dijo Forero a SEMANA.
En medio de este ambiente de tensión y antes de finalizar su primera semana en Irak, el grupo de 35 colombianos solicitó una reunión con los representantes de ID Systems en Bagdad, la empresa que los había reclutado en Bogotá. "Les pedimos que nos explicaran por qué sólo nos pagaban 1.000 dólares", cuenta Forero. Lo que ocurrió después fue sencillamente asombroso.
En suma, los contratistas en Bagdad contestaron que no había nada qué hacer porque ellos habían firmado un contrato por 1.000 dólares y tenían que cumplirlo. " Desde Colombia, José Arturo Zuluaga, el dueño de la ID Systems, la empresa que nos contrató, llamó por teléfono hasta acá en Bagdad. Nos pusieron un altoparlante y escuchamos cuando nos dijo: que esto es un negocio y que él tenía que ganarse una plata por cada hombre. Ahí fue cuando empezamos a preguntar nos con cuánta de nuestra plata se estaba quedando ese tipo", le aseguró el ex teniente Millán a SEMANA. Frente a la enorme diferencia de salario y en vista de que no iban a solucionar el problema, los 35 colombianos les comunicaron a los comandantes de la base y a los contratistas en Bagdad que preferían devolverse. Entonces Forero les puso su propio ejemplo: "En Colombia yo me ganaba tres millones de pesos trabajando como coordinador de seguridad de una empresa de transporte. Ahora, acá en Bagdad, en donde estoy exponiendo la vida todo el tiempo, recibo el equivalente a dos millones y pico de pesos. ¿ Qué clase de negocio es ese?"
El 9 de junio, cuando ni siquiera llevaban una semana en Bagdad, los 35 redactaron y firmaron un documento dirigido a los representantes de ID Systems y Blackwater. En la comunicación les decían que si no les pagaban los 2.700 dólares prometidos, solicitaban el regreso inmediato a Colombia de todo el grupo.
La carta en la que los colombianos reclamaban sus derechos fue interpretada como un amotinamiento y las consecuencias no se hicieron esperar. "Cuando nosotros llegamos a la base, a todos nos quitaron los tiquetes aéreos de regreso. Después de la carta nos reunieron y nos dijeron que si queríamos regresar, lo hiciéramos por nuestros propios medios. Irónicamente, y en una actitud antipatriota, una de las personas que más presionaron en contra nuestra es un excapitán del Ejército colombiano, Méndez, quien es el enlace acá en Irak del contratista en Colombia", le dijo a SEMANA el ex capitán Osorio desde Bagdad.
"Nos dijeron que el que quisiera devolverse podía hacerlo, pero nosotros no teníamos un solo peso y de dónde íbamos a sacar en Bagdad los 10 ó 12 millones que vale el tiquete hasta Colombia". Y lo peor, nadie puede salir de una base militar en Bagdad, atravesar la ruta sin ninguna escolta hasta el aeropuerto y tomar un avión. Esta situación es posible en cualquier país normal, pero no en Bagdad, donde la carretera al aeropuerto es la ruta preferida para las emboscadas. Conscientes de todo ese poder de intimidación, los superiores de los 35 ex militares comenzaron a actuar. "Para forzarnos a cumplir con el contrato, nos empezaron a presionar. Nos amenazaban con sacarnos de las instalaciones de la base a plena calle en Bagdad en donde uno queda expuesto a que lo maten o en el mejor de los casos lo secuestren", afirma Osorio.
El grupo de colombianos estaba contra la espada y la pared. En una tierra ajena, en guerra, sin dinero y sin nadie que pudiera ayudarlos. Además, cuando fueron contratados en Bogotá, a los ex militares les habían dicho que iban a hacer turnos de vigilancia de ocho horas. Después de la protesta, los turnos les fueron aumentados a 12 horas. Cuando el grupo se quejaba, la respuesta era decirles que les iban a quitar el agua potable o que no podían recibir la misma comida de los demás miembros de la base. Al momento del reclutamiento en Bogotá, a los ex militares les habían dicho que tendrían seguro médico, odontológico, acceso a las zonas de descanso dentro de las instalaciones en Bagdad y un seguro de vida por 1,5 millones de dólares. Al igual que el dinero ofrecido, nada de eso resultó cierto Entonces vino el deterioro físico. "Varios se han enfermado o han tenido accidentes y no ha sido posible que reciban atención. Cuando pedimos una explicación, lo único que nos dicen es que nuestro contrato no cubre ese tipo de servicios", afirma Forero.
La mayoría de los testimonios de los ex militares recogidos por SEMANA desde Bagdad así lo confirma. (Ver recuadros). Como si todo lo anterior fuera poco, permanentemente dentro de las instalaciones en Bagdad amenazan a los colombianos con que si cuentan a sus familias lo que les pasa, bien sea por correo electrónico o por teléfono, las dramáticas condiciones en que están en Bagdad, pagarán las consecuencias a su regreso a Bogotá.
Los contratistas insisten en la influencia que tienen en el Ejército Nacional y en el gobierno y que la empresa puede cerrarles las puertas para que no consigan trabajo en el país. Y las amenazas van más lejos. "Tenemos miedo por las consecuencias, no sólo por el hecho de arriesgarnos a que nos dejen sin trabajo cuando volvamos a Colombia, sino porque también nos han dicho acá que nos acordemos que ellos tienen los datos de nuestras familias e hijos y eso, en términos simples, es una amenaza", dijo a SEMANA Forero.
"Sabemos que cuando algo de todo lo que nos está pasando salga a la luz pública también habrá repercusiones acá en Bagdad. Entonces justifica su denuncia en su situación de desespero y porque el miedo cotidiano ya no les deja otra salida. Estamos dispuestos a correr el riesgo y queremos que alguien nos ayude a regresar a Colombia y que, además, la gente que están reclutando en el país no se deje engañar y esté enterada de la realidad", explicó. Lo grave es que por ahora no parece existir una solución para estos colombianos.
Atrapados sin salida
Independientemente de las condiciones en las que firmaron el contrato, el documento está redactado de tal forma que los militares no tienen más opción que cumplir. "Es lo que se conoce como un contrato leonino. Básicamente, cuando ellos firmaron, aceptaron todas las condiciones. El contrato no sólo libra a la empresa que los contrató de cualquier tipo de responsabilidad laboral, civil o penal, sino que además deja a los ex militares en una posición extremadamente vulnerable. Tienen que cumplir con lo que la empresa quiera. El contrato no es ilegal, pero sin duda no se ajusta a parámetros éticos o morales", explicó un asesor del Ministerio de Protección Social de Colombia a quien SEMANA le enseñó el contrato.
Hasta el momento, en Colombia, con excepción de algunos familiares y amigos, nadie sabe sobre la situación por la que está atravesando este grupo de ex militares en Bagdad. Aunque el tema del reclutamiento de ex militares es conocido por el Ministerio de Defensa, el Ejército y la Embajada de Estados Unidos en Colombia, ha sido un asunto que se ha manejado con un perfil muy bajo en el cual nadie acepta tener responsabilidades.
Lo más cerca de ello es que los funcionarios del Ministerio o del Ejército aceptan "estar haciendo un favor" al prestar una instalación militar colombiana para que allí sean entrenados los ex militares que son enviados a Irak. "Es una compañía avalada por el gobierno de Estados Unidos que le solicitó al Ejército colaboración, que consiste en permitirles utilizar las instalaciones militares, con el compromiso de no reclutar personal activo. No existe convenio, ni contrato, ni ningún otro tipo de relación con ellos, por lo tanto, el gobierno colombiano no tiene ningún tipo de responsabilidad. Lo que ocurre entre los ex militares y la empresa que los recluta es básicamente un negocio entre un particular y una empresa extranjera ", dijo a SEMANA un alto funcionario del gobierno.
Por su parte, un funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos en Washington, consultado sobre la situación de los 35 ex militares colombianos atrapados en Irak, afirmó que "el Departamento de Estado considera que es una disputa privada comercial entre los empleados colombianos y su empleador". Dijo que cualquier otro comentario le corresponde a la empresa Blackwater. SEMANA llamó en más de 10 oportunidades y le envió un cuestionario a Chris Taylor, vicepresidente de esa compañía, pero nunca obtuvo respuesta. Tampoco fue posible obtener una respuesta de los representantes de la firma ID Systems en Colombia, el ex capitán Gonzalo Guevara y José Arturo Zuluaga.
Entre tanto, Forero y sus compañeros de armas permanecen acosados, cercados e intimidados en Bagdad. Son 35 colombianos en el fragor de una guerra que no les pertenece. Todos quieren dejar atrás lo más rápidamente este infierno. Y quieren olvidar la ilusión que tuvieron de hacerse ricos. Ahora lo único que quieren es volver para estar con sus familias y dormir en paz. n
Todos los nombres fueron cambiados por razones de seguridad