SEGURIDAD
Atún contaminado de mercurio, ¿qué tan grave es?
Una vez más aparecieron lotes del pescado enlatado infectado. Aunque no hay un riesgo inminente, la persistencia del problema revela algo más grave.
El origen de la contaminación de mercurio en atún enlatado hay que buscarlo río arriba. La alarma nacional se encendió con el hallazgo en las últimas semanas de tres lotes del producto con niveles excesivos de ese metal líquido, cuya peligrosidad para la salud está científicamente demostrada.
Dos de los casos comprometieron a la popular marca Van Camp’s. El primero ocurrió el 13 de octubre cuando la Secretaría de Salud del Atlántico detectó un lote de 20.000 latas distribuidas en Boyacá, que contenían 1,39 miligramos por kilo de mercurio cuando en Colombia el máximo permitido por el Invima es un miligramo por kilo. No había pasado aún el pánico entre los consumidores cuando vino el segundo hallazgo. El martes 25 de octubre apareció un lote de 24.000 latas encontradas en el almacén Tía de Bucaramanga que arrojaron concentración de 1,51 miligramos por kilo. En ambos casos las autoridades ordenaron recoger y destruir las latas.
Y una semana después surgió un tercer caso, el martes 1 de noviembre. En esta ocasión la marca comprometida fue Carulla. Se trató de un lote de 12.310 latas diseminadas por esa cadena de supermercados en Bogotá, Cali, Barranquilla y Pereira, y que registraba 2 miligramos por kilo de mercurio, es decir, el doble del máximo permitido. El Invima emitió una circular de alarma para pedir a los consumidores verificar el código del lote (GD208 3281) y abstenerse de consumir el producto con dicho rótulo, y solicitar a las secretarías de Salud del país intensificar las visitas de verificación en particular a las tiendas y cadenas que distribuyen atún fabricado por Gracol S. A., proveedor de Carulla.
En un par de semanas los hallazgos sumaron un total de 56.310 latas recargadas de mercurio. Y en ese escenario, preocupante en sí, sobrevinieron los descargos de los responsables. La gerente técnica de Van Camp’s, María Emilia Paz, calificó de “innecesaria” la alarma y expuso su teoría del asunto de esta forma: “¿Recuerdan las amalgamas que ponían en los dientes después de retirar las caries? Esas emiten más mercurio que diez latas de atún. No hay riesgo para la salud del consumidor, nadie va a enfermar, incluso aquellos lotes señalados por el Invima no representan ningún riesgo”. Sin embargo, en los tres casos, el instituto corrió a retirar del mercado los lotes en cuestión como medida preventiva.
Se estima que los colombianos consumen al año cerca de 100 millones de unidades de atún enlatado. Es uno de los productos más comunes en la dieta nacional que comen todos los estratos socioeconómicos sin distingo. De ahí la preocupación general. Por otra parte, la producción atunera es también una gran industria: el país cuenta con 15 buques congeladores, 1 buque factoría, 7 plantas de procesamiento y otras 10 de estas últimas aprobadas para exportar productos de la acuicultura –entre estos el atún– a todos los Estados miembros de la Unión Europea.
Por todo ello, el director del Invima, Javier Guzmán, salió a calmar las aguas al asegurar que “ninguna persona va a morir por comer una lata con excedencia de mercurio”. El funcionario explicó que “los que más pueden ser afectados son niños, mujeres embarazadas y lactantes porque causa daños en el sistema nervioso central, pero daños que se acumulan con el consumo crónico de atún, no por un par de latas”.
¿Cuánto atún es peligroso?
Cada vez que salta a los titulares de prensa el reporte de un hallazgo de atún con concentraciones prohibidas de mercurio, se dice que el consumo esporádico no implica riesgo. Sin embargo, no es claro cuánto atún significa peligro. El profesor Jesús Olivero Verbel, director del doctorado en Toxicología Ambiental de la Universidad de Cartagena, el más avanzado programa académico del país en esta materia, explica que la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, basada en estudios epidemiológicos estableció una “dosis de referencia”, es decir, una cantidad de metilmercurio (el tipo de mercurio presente en los peces) cuya ingesta no genera un riesgo al consumidor.
“Este valor fue de 0,1 microgramos por kilogramo de peso por día, o sea que para un adulto con peso promedio de 70 kilos, la ingesta diaria máxima de metilmercurio sería de 7 microgramos (0,1 x 70). Una lata pequeña de atún tiene 80 gramos y sabemos que en promedio el 80 por ciento del mercurio en el atún es metilmercurio. Según la matemática básica, para una persona de 70 kilos consumir en un día una lata de atún con 1 parte por millón de mercurio total, significaría exponerse a una dosis de 64 microgramos de metilmercurio (80 x 1 x 0,8), es decir, aproximadamente 9,14 veces más de lo recomendado para ingesta diaria”, dice Verbel. Con estos cálculos se concluye que las personas deberían comer máximo un par de cucharadas diarias de atún con niveles de mercurio permitido, pero si la concentración es superior, apenas probarlo resulta nocivo. También hay que tener en cuenta que, a diferencia por ejemplo del arroz, el atún no se consume día tras día.
La ciencia también tiene clara la razón por la que este enlatado está asociado al mercurio. Los atunes son una especie oceánica que se pesca en mar abierto, pero que acumula mercurio proveniente de peces de agua dulce por efecto de la extensa cadena alimenticia, y por cuenta de la actividad humana los ríos están recibiendo gran cantidad de ese metal. En otras palabras, los grandes predadores como el atún, el tiburón y el pez espada tienen más probabilidades de contener concentraciones elevadas de mercurio.
Y en Colombia el vertimiento de este metal en ríos es una inmensa tragedia por cuenta de la minería ilegal, en particular por las minas irregulares de oro. Por cada gramo que se extrae se deben remover 8 toneladas de material de las entrañas de la tierra, y detrás de cada gramo de oro obtenido hay 14 gramos de mercurio usado para aislar el metal del material de extracción. El problema está en que buena parte del mercurio empleado termina en afluentes y ríos. El estudio ‘Evaluación de riesgo de mercurio en peces de aguas continentales en Colombia’, publicado en 2015 por el Instituto Nacional de Salud, concluyó que las especies con mayor acumulación de mercurio en las zonas de impacto minero son el bagre rayado, el blanquillo, la liseta, la mojarra amarilla, el moncholo, la pácora y la doncella. Y advierte el mismo estudio: “El consumo por semana de estas especies que sobrepase los niveles máximos de mercurio aceptados por la OMS puede producir neurotoxicidad, cardiopatías, enfermedad de Minamata, genotoxicidad, teratogénesis y carcinogénesis, alteraciones en niveles hormonales y células reproductivas y alteraciones cognoscitivas”.
Así que vale la pena aprovechar la alarma que encendió el atún enlatado para revisar el asunto desde el origen. Según Planeación Nacional, de las 1.150 fuentes hídricas que cruzan el país, 232 pasan por zonas de alta contaminación de mercurio. En particular en el norte, concretamente en los ríos Magdalena, Cauca, San Jorge, Nechí y la región de La Mojana. Y aunque en 2013 el Congreso expidió una ley que prohíbe desde 2018 el mercurio en la minería y demás actividades industriales, desde ya se requieren acciones inmediatas para detener el envenenamiento.
Durante la rueda de prensa que ofreció la gerente técnica de Van Camp’s, aseguró que la alarma frente al atún era innecesaria pues “en lo que va del año el Invima ha lanzado 800 alarmas y ninguna ha tenido relevancia mediática”. El argumento no tranquiliza, sino todo lo contrario. Y si a ello se suma que cada cierto tiempo se repite la noticia de atún con algún exceso de mercurio, resulta urgente que productores, el Invima y las máximas instancias del gobierno tomen medidas inmediatas río arriba. Para que los colombianos puedan volver a comer atún, cuantas veces quieran, sin temor alguno.