POLÍTICA

Dos años de Duque: un presidente que aún no ha podido con el Congreso

El mandatario no ha tenido victorias significativas en el legislativo. Sus proyectos han tenido un trámite muy complejo ante la ausencia de una coalición contundente que los apruebe. El presidente se ha abierto a los partidos y busca que el tercer año sea distinto.

8 de agosto de 2020
Al presidente Iván Duque le ha costado ganar gobernabilidad en el Congreso. | Foto: Archivo particular

En los dos años de su mandato, la gobernabilidad del presidente Duque aún no ha encontrado el camino. El mandatario ha movido sus fichas y se ha acercado a varios sectores pero tener consensos le ha costado. El tiempo se agota y cada vez se presentan nuevos retos.

Al llegar a la Casa de Nariño, el mandatario manifestó férreamente que no habría mermelada en su gobierno. El mandatario terminó alejado de los partidos y al final hubo un balance regular en el Congreso.

La entonces ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, no tuvo un papel relevante y su paso por el Legislativo no fue determinante. La ministra logró el respaldo de algunos sectores políticos pero no concretó las mayorías.

Desde Palacio le apostaron a las objeciones de la JEP y esto lo único que hizo fue afianzar a la oposición, evidenciar el respaldo al Acuerdo de Paz de casi todos los sectores y alejar a los independientes del gobierno central.

Duque entendió que, para este segundo año, necesitaba de otros partidos y convocó a los líderes de las bancadas que podía acercar. Por la Casa de Nariño pasaron Germán Vargas Lleras, de Cambio Radical; César Gaviria, del Partido Liberal; y Aurelio Iragorri, de La U.

Los acercamientos le sirvieron para obtener mayor representación en el Congreso y sacar adelante otras reformas en el segundo semestre del año, como la Ley de Crecimiento Económico, que se había hundido en el primer año. También salio adelante la reforma al sistema de las regalías, que debe reglamentarse en esta legislatura.

Pero sin duda el proyecto más importante que logró este año Duque en el Legislativo fue el de la cadena perpetua para violadores de niños, que era una promesa de su campaña. La iniciativa movió fibras, la coyuntura le favoreció y despertó el sentimiento de un país cansado de este crimen atroz.

Sin embargo, aún falta que pase la prueba de fuego ante la Corte Constitucional, ya que algunos argumentan que la cadena perpetua sigue siendo inconstitucional y esto podría tumbar el proyecto estrella del Gobierno. Por eso, una de las prioridades para esta nueva legislatura será blindarlo y evitar que esto pueda pasar.

La pandemia cambió de alguna manera la relación de Duque con el Congreso. En el primer semestre del año los parlamentarios se quedaron en la discusión sobre si sesionar de forma virtual o presencial y el presidente pudo avanzar por medio de decretos con un parlamento que hasta ahora empezará la discusión de estas modificaciones en medio de la emergencia.

Precisamente por las sesiones virtuales, Duque emitió un decreto en el que las regulaba. Sin embargo, este luego fue tumbado por la Corte porque consideraba que se inmiscuía en las decisiones del Legislativo.

Así mismo, con la llegada de Arturo Char a la presidencia del Senado, Duque logra acercarse más a la casa Char y a Vargas Lleras y continuar teniendo de de su lado al presidente del Congreso. Ernesto Macías, a pesar de que favoreció la agenda del Gobierno por ser de su bancada, no tuvo el mejor balance y con Lidio García también logró que la agenda del Gobierno fuera prioridad. 

Con Char se espera que Duque pueda sacar adelante la agenda que el Gobierno ha planteado y que el senador de Cambio Radical pueda apoyar, sin embargo, con toda la tormenta política ocurrida por el caso de Uribe, el mandatario deberá establecer sus prioridades.

El control político también quedó relegado en este primer semestre del año y no se sintió como en la primera legislatura. Precisamente, gracias a una moción de censura, Duque sufrió una de las más grandes derrotas en el Congreso.

En esa ocasión, Roy Barreras denunció que por un bombardeo del Ejército murieron varios menores de edad y esto no lo conocía la opinión pública. El escándalo fue tal que el entonces ministro de Defensa, Guillermo Botero, uno de los más cercanos a Duque, tuvo que renunciar al cargo.

En la nueva legislatura, la ministra del Interior, Alicia Arango, ha dicho que buscarán consensos con los partidos y juntará las diferentes corrientes para trabajar en pro de superar la pandemia con una ambiciosa agenda por parte del Gobierno.

Principalmente basarán su estrategia en buscar la reactivación económica, generar mayor empleo, alivios para los campesinos e incentivos para la cultura. También se sabe que desde el Gobierno se impulsará una reforma a la justicia y no se descartan otras iniciativas en materia laboral y pensional.

En cuanto a la reforma política, Duque la intentó en el primer periodo sin éxito, y a pesar de que dijo que posteriormente la volvería a radicar, este proyecto quedó relegado y no parece que vaya a salir desde el Gobierno.

Sin embargo, se sabe que sectores del liberalismo y otros partidos impulsarán una reforma de este tipo y se espera que desde el Ejecutivo se puedan meter de fondo en esta discusión, para sentar su posición y participar activamente.

Duque también deberá enfrentar una fuerte oposición no solo a sus decretos e iniciativas, sino se avecina la discusón de un proyecto clave:: la renta básica universal. Con esta iniciativa, los partidos opositores proponen que el Gobierno llegue a 9 millones de hogares con un salario mínimo mensual por tres meses. Un ambicioso deseo que deberá demostrar su viabilidad fiscal más allá de las pasiones.

Por otro lado, se le ha criticado al Gobierno que está jugando a dos bandas con varios de los proyectos aprobados en el Congreso. Uno de ellos fue el de pago a plazos justos, que el presidente Duque ha dicho que celebra su aprobación en reiteradas ocasiones, pero que el autor del proyecto, Mauricio Toro, ha dicho que nunca fue respaldado por el Gobierno e incluso manifestó que no fue invitado a la sanción presidencial.

Así mismo, en el caso de la regulación de las plataformas, Duque ha vivido una encrucijada que ha tenido que sortear con la ministra de Transporte, Ángela María Orozco, porque por un lado apoya el emprendimiento y la llegada de empresas extranjeras, pero por el otro debe tener conforme al gremio de los taxistas, quienes estuvieron cerca de unirse al paro nacional el año pasado y a los que prefiere tener conformes.

El episodio por el que la Corte Suprema de Justicia dictó medida de aseguramiento contra el expresidente Álvaro Uribe, puso en una dura encrucijada a Duque por una propuesta que planteó Paloma Valencia y otros líderes del Centro Democrático en la que piden una reforma a la justicia por medio de una Constituyente y se van en contra de la JEP.

El presidente le ha sacado el cuerpo a la constituyente, porque sabe que no es tiempo de echar para atrás la Constitución de 1991 y no hay ambiente político para ello. Pero esto lo pone contra las cuerdas frente a su partido, que busca una reforma a la justicia a través de ese mecanismo luego de la detención de Uribe.

Apostarle a una constituyente para irse en contra de la justicia dejará las demás prioridades relegadas y tendrá pocas probabilidades de ser exitosa. Esto podría costarle incluso la gestión y el avance que ha logrado con el Congreso y de nuevo ponerlo en una situación de poca gobernabilidad como ocurrió en la primera parte de su mandato.