Competencia
Bavaria y Coca-Cola, ¿una alianza demasiado poderosa?
La restricción de la competencia que podría causar, en el mercado de bebidas del país, una eventual alianza empresarial entre Bavaria y Coca-Cola motivó a la SIC a negarla. Pero el pleito aún no ha terminado.
El 16 de octubre de 2020, la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) recibió una particular solicitud: Coca-Cola y Bavaria, así como algunas de sus compañías filiales en el país, buscaban la aprobación de una alianza empresarial.
El objetivo era integrar las operaciones de distribución, ventas y logística de las poderosas marcas de bebidas alcohólicas y no alcohólicas para mejorar su eficiencia. En medio de la peor pandemia del último siglo, las compañías argumentaban que este acuerdo empresarial les permitiría operar mejor.
De hecho, un par de semanas después de presentar la solicitud formal a la SIC, las firmas reforzaron sus argumentos allegando nueva información para sustentar la propuesta.
Sin embargo, tras seis meses de estudio, la Superindustria acaba de objetar el negocio. Argumentó que esta es una alianza que potencialmente podría generar una cuota de mercado tan grande que afectaría la libre competencia. La entidad no le dio vía libre a la integración.
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Aunque las empresas pueden interponer recursos de reposición, con esta decisión, la Superindustria sienta un precedente importante en materia de protección de los derechos de competencia. Se trata de compañías con operaciones enormes, que incluyen embotelladoras, fábricas de tapas, canales de distribución, publicidad y una cadena logística extensa.
Por un lado, Bavaria es el principal productor y distribuidor de cervezas en el país, con una cuota de mercado cercana a 90 por ciento. Coca-Cola, por su parte, tiene una participación en el negocio de gaseosas de casi 50 por ciento.
Para las empresas que compiten en el negocio de las bebidas, esta alianza resultaría tan poderosa que incluso les daría un cierto poder monopólico. Así lo expresaron durante el proceso que siguió la Superindustria cuando se constituyeron en terceros interesados.
Además del enorme tamaño de mercado que alcanzarían las dos marcas al fusionar sus procesos de distribución, ventas y logística, también les preocupó a sus competidores la expansión que podrían alcanzar con sus contratos de exclusividad y la capacidad combinada de mercadeo.
También los sindicatos expresaron sus reservas frente a esta unión. Aunque la Superindustria no aceptó en el proceso como tercero interesado al Sindicato de Trabajadores de la Industria de las Bebidas (Sinaltrainbec) por extemporaneidad, sus directivos han insistido en la inconveniencia de la iniciativa.
Carlos Ortiz, presidente del sindicato, celebró la decisión al señalar que esta alianza podría generar una ola de despidos: “Nos parece acertada y razonable la posición de la SIC, y estaremos pendientes de los recursos que seguramente interpondrán las empresas para presentar nuestros argumentos”.
La razón central es que tanto Bavaria como el embotellador de Coca-Cola generan, cada uno, unos 3.000 empleos directos y alrededor de 5.000 indirectos. Estos últimos están en el área de distribución, a través de concesiones. La unión haría que muchos de estos puestos del área logística y de ventas se repitieran, lo que derivaría en recortes, insiste Ortiz.
Aunque durante el proceso ante la SIC las compañías ofrecieron condicionamientos para mitigar el posible efecto anticompetitivo, al final la entidad objetó la iniciativa.
Sin duda, las alianzas entre empresas serán cada vez más frecuentes, tras los desastres provocados por la pandemia. Pero garantizar la competencia también será un asunto clave para lograr la recuperación de la economía del país.