PAZ

“Colombia no va a tener paz si no hay duelo”

El KW de Berlín da la bienvenida a la retrospectiva más grande de la artista colombiana Beatriz González.

Alianza DW
15 de octubre de 2018
La imagen de Los suicidas del Sisga que publicó la prensa, fue el punto de partida de la pintura experimental de Beatriz González. | Foto: DW/M. Moraleda

Después de recorrer otros dos grandes museos europeos, el KW de Berlín da la bienvenida a la retrospectiva más grande de una de las artistas contemporáneas más influyentes de la escena latinoamericana.

Una humilde pareja de colombianos decide suicidarse. Pero antes, se retratan juntos y envían la fotografía a sus seres queridos. Esa imagen de Los suicidas del Sisga que publicó la prensa, fue el punto de partida de la pintura experimental de Beatriz González.

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Enemiga de que la encasillen con etiquetas como "artista pop" o "conceptual camuflada", Beatriz González nos recuerda que el arte cuenta lo que la historia no puede contar. Inspirada en las imágenes de los medios de comunicación, objetos cotidianos y obras de arte universales, esta artista ha sabido tomar el pulso a los protagonistas del dolor y la violencia de la historia de Colombia en su casi último medio siglo (1965-2017).

DW: Usted siempre cuenta que la década de 1980 perdió el humor de sus obras por la violencia que se vivía en Colombia. ¿Volvió a recuperarlo con el proceso de paz?

Beatriz González:
 Siempre hemos vivido la violencia. Estamos acostumbrados a ver imágenes de la violencia y a sentir el dolor de las masacres. Ya no hay masacres en Colombia. Pero ahora no vamos a pintar palomitas de la paz. No vamos a pintar a gente feliz, bailando con besitos campesinos. No.

¿No le inspira la paz?

Es una situación inédita que no hemos vivido. Es todo lo que puedo decir. Estoy trabajando mucho la necesidad del duelo. Me tomé un cementerio e hice una obra en el cementerio que está ahí. Estoy luchando para que no la quiten. Colombia no va a ver paz si no hay duelo. Porque sí, nos olvidamos de que todos tenemos duelos en nuestra familia. Todos tuvimos secuestrados, todos tuvimos gente de la familia muerta, pero nadie hace el duelo.

Ahora estoy trabajando en unas obras para Nueva York que se llaman "La guerra y la paz". Por un lado, son unas prostitutas asesinadas, y por el otro, unos indígenas felices tocando música. Estoy haciendo ese contraste.

¿Ayuda el duelo a perdonar y a crear memoria histórica?

Sí, el duelo es perdonar. El duelo y la memoria están concatenados. Pero sí creo que falta la conciencia del duelo que en otras partes se perdonó. Allá están borrando un poco todo. Eso no es bueno. Borrar queda, sale.

Vivimos unos tiempos muy polarizados. Como en su vecina Brasil, donde el ultraderechista Jair Bolsonaro podría convertirse en presidente. ¿Cómo vive usted como artista todo esto desde Colombia?

No soy optimista. Es muy difícil que no caigamos en la trampa del nacionalismo. Este mismo gobierno de Colombia tiene muchas tendencias nacionalistas. Es muy difícil salvarnos con Maduro al lado, Brasil acá... Muy difícil que Colombia se salve. Santos hizo una magnífica gestión. Logró muchas cosas universales e importantes. Nada más la firma de la paz fue maravillosa. Ojalá no las arruinen.

¿Haría usted en estos momentos alguna pintura sobre el presidente Iván Duque como ya hizo sobre el expresidente Julio César Tubay?

(Risas) La tentación no es cualquier cosa... Me gustaría pintar cómo se va a apoderar este gobierno de Duque y Uribe de esta situación. Hay algo que estoy tratando de percibir. Todavía no. Me inspira el poder. No soy caricaturista pero me gusta retratar el poder y la corrupción. En Decoraciones interiores (un gran telón que representa siluetas de una fiesta presidencial de Tubay) cuento el estatuto de seguridad por el cual García Márquez y otros artistas tuvieron que salir del país. Esa obra tenía la intención de llamar la atención sobre la corrupción.

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Usted dijo que le gusta apropiarse de obras de arte universales porque en Latinoamérica esas obras sufren una transformación visual y mental. Es decir, se ven diferente desde un país periférico. Un ejemplo es Telón de la móvil y cambiante naturaleza, que la llevó a la Bienal de Venecia.

Es la manera como llegan. Yo ví a Vermeer la primera vez en una calle de Bogotá, en el boletín de educación sexual, con polvo. Ahora las imágenes son perfectas gracias a internet. En esa época, llegaban imágenes de grandes obras muy torpemente reproducidas. Yo decía que la gente que estaba viendo Las Meninas de Velázquez, no las estaba viendo, las veía con mala calidad. Las diapositivas eran muy malos métodos de reproducción. Ahora no podría hacer mi obra por ejemplo. Me gustaban los errores de reproducción.

Y ahora, con la infinita cantidad de imágenes que hay, ¿esto le inspira o le abruma?

Es muy difícil seleccionar porque las imágenes son perfectas, y a mí me gustaban los errores de impresión. En Santa Marta hay periódicos. Yo voy a pasar vacaciones allá y el periódico se llama Santa Marta Hoy y es maravilloso. Todos los días dibujo, me meto con los números para Bogotá, pido que me llegue todos los días. Me gusta por los colores de impresión y los titulares: "Abre la puerta, le dan un tiro y cae muerto". Esos titulares me inspiran mucho.

Uno de sus temas constantes en su retrospectiva es el de la mujer como víctima de la violencia, sobre todo la mujer indígena. Un ejemplo es la pintura que usted hizo de Yolanda Izquierdo, quien acabó siendo asesinada por defender la tierra. ¿Cómo percibe usted actualmente en Colombia la situación de la mujer?

Beatriz González: La situación ha cambiado. Vienen reconociendo las víctimas desde el gobierno anterior. Están luchando mucho. Son evidentes. Antes no, era todo oscuro. No creo que vuelva a ver más Yolandas Izquierdo.

Y, por otro lado, ¿ha visto usted obstáculos en su carrera precisamente por el hecho de ser mujer?

Nunca. Yo dije alguna vez que el arte no tiene sexo. Me confirmo en eso. Nunca, ni en la universidad, porque tuvimos un fenómeno: Marta Traba (Argentina). Ella empezó a descubrir a artistas mujeres y nos parecía normal. Buscó las primeras artistas pop. Adoraba a Botero... y prácticamente me descubrió a mi. Nunca me sentí perseguida por serlo.

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¿Qué supone para usted traer la retrospectiva europea más grande sobre usted a Europa?

Yo creo que hay más interés en Latinoamérica. Antes enviaba mis obras en los setenta y nadie decía nada. Puede ser por la globalización. Uno la desprecia pero ha tenido ventajas como esta. En Latinoamérica me conocen lo suficiente. No les causa sorpresa. Es difícil que comprendan algunas obras mías allá. Y acá tienen aceptación. Es muy curioso, por ejemplo mis muebles del 70 hasta los 80, no los entendía la gente allá. Y aquí es muy curioso, tienen más aceptación que en América.

Usted considera el museo como un espacio educativo. ¿Qué opinión le merecen los museos de arte de su país?

Están usando el arte. Hacen cosas horribles. Hay muchas desviaciones. Con ideas modernas destruyen un museo nacional que narra una historia que debe ser contada. Hay que decir que Colombia produce petróleo y buscan cuadros que lo parezca. Hay una mala interpretación de las teoría de la museología moderna en Colombia. El arte tiene mucha fuerza y lo están arruinando metiéndolo en programas literales. Economía naranja, buscan cuadro con frutas naranjas. Cuando el arte es tan importante para la misma paz.

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