ENTREVISTA

La última entrevista de SEMANA a Belisario Betancur (q.e.p.d)

El expresidente fue el primero en intentar la paz con las Farc. Aunque no se logró en su mandato, vivió el Acuerdo de Paz como propio. SEMANA habló con él en marzo en 2016. Este fue el diálogo.

3 de octubre de 2016
Belisario Betancur. | Foto: Guillermo Torres

SEMANA: Usted fue el primer presidente que intentó hacer la paz con las Farc hace ya más de 30 años. ¿Qué sintió el lunes pasado cuando se firmó el acuerdo entre Santos y Timochenko?

Belisario Betancur: Sentí que una antigua novia al fin me decía que Sí.

SEMANA: Usted quiso hacer la paz cuando prácticamente la guerra no había comenzado. ¿Por qué nos demoramos tanto en darle una oportunidad a la paz?

B.B.: Déjeme que le dé un rodeo poético como respuesta. Con las Rimas de Bécquer se casaban todos sus amigos sevillanos, los cuales le reclamaban que él siguiera solterón. “Tengo novia; mañana la verán”, les respondía el poeta también sevillano. Al día siguiente, sí pasó la muchacha, sin siquiera mirarlos. “Sí, ella es mi novia. Pero ella no lo sabe”, les contestó Bécquer. Algo así nos ocurría a los colombianos: queríamos la paz en lo hondo de nuestras almas; pero no sabíamos cómo encontrarla…; o quizá teníamos miedo de abordarla…

SEMANA: ¿O porque había enemigos agazapados de la paz?

B.B.: Creo que no hay ahora los enemigos de la paz que evocaba el gran pacificador Otto Morales Benítez. Todos los colombianos queremos esta situación difícil y esquiva, cada una a su manera… sí, pero todos la queremos...

SEMANA: Usted hizo unos acuerdos con las Farc y parte de ellos fue la creación de la Unión Patriótica que luego fue exterminada por la guerra sucia. ¿Cree que eso podría repetirse? 

B.B.: No, de ninguna manera, porque aprendimos de ese dolor… Esa experiencia de la Unión Patriótica ha sido un aprendizaje para la fuerza pública y para la guerrilla. Y porque en La Habana se tomaron las precauciones necesarias. Pero como todo puede ser posible aunque no sea imaginable, las cautelas deben ser permanentes e inmanentes.

SEMANA: ¿Qué tanto han cambiado las Farc?

B.B.: Los acuerdos que firmaron, demuestran que ya son un ente diferente… quedan otros rezagos que hay que mirar siempre con cautela…

SEMANA: ¿Qué tanto han cambiado las instituciones y las elites en Colombia de cara a la paz?

B.B.: A mi juicio, ya hay mucha y muy profunda madurez en la sociedad colombiana, la cual piensa, reflexiona, analiza y determina que es mejor la paz... que es más constructiva… no le quepa duda…

SEMANA: ¿Cómo interpreta usted la división de la sociedad colombiana en torno a este acuerdo?

B.B.: La democracia tiene la discrepancia analítica como esencialidad. El unanimismo no fue nunca un buen constructor. Es honroso y dialéctico estar en mitad de las controversias y de las contradicciones… es esforzado, pero al mismo tiempo educativo: es la otredad, el respeto al otro.

SEMANA: ¿Qué piensa de que dos expresidentes como Uribe y Pastrana se opongan a este acuerdo?

B.B.: ¿Que dos expresidentes se opongan? Que están en su derecho. En su pleno derecho. Yo los respeto y los aprecio.

SEMANA: ¿Hay que temer que las Farc lleguen a ser gobierno en el futuro?

B.B.: Necesitarán bastantes millones de votos, que no alcanzo a divisar… métase de candidato y verá lo arduo que es conseguir votos…

SEMANA: ¿Qué temores o dudas le genera la implementación de este acuerdo?

B.B.: No tengo dudas, sino ansiedades, tengo sed de paz...

SEMANA: ¿Cómo podemos sanar las heridas que ha dejado la guerra?

B.B.: ¡…anhelando la flor de la paz! ¡Cultivándola!

SEMANA: ¿Qué consejo le daría usted a Timochenko para los años que siguen?

B.B.: No suelo dar consejos. Pero sí opiniones: que Timochenko consolide el estadista que vimos y oímos en Cartagena.

SEMANA: ¿Qué consejo a los líderes que desde el establecimiento político y económico encararán el desafío de implementar los acuerdos?

B.B.: En manos, en almas, en corazón, en voluntad de cada colombiano, está la consolidación de la paz, para que sea desde ya un fértil sembradío. La patria como una siembra de grandeza en la historia.