ELECCIONES
Bochornoso: candidatos cuestionados y polémicos herederos que quieren llegar al Congreso
El Congreso ha sido el epicentro de escándalos de corrupción: el Proceso 8.000, parapolítica, Odebrecht, cartel de la toga, entre otros. El panorama no es halagüeño en estas elecciones, algunos ponen a sus herederos o buscan la reelección pese a los cuestionamientos.
Los escándalos pasan y los políticos se quedan, así sea en cuerpo ajeno. Esa sentencia resume lo que ocurre cada cuatro años para las elecciones al Congreso. Siempre hay antecedentes de senadores y representantes que han protagonizado escándalos y, sin ningún pudor, buscan su reelección amparándose en la garantía jurídica de que “nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario”. Pero si existen las pruebas, o incluso una condena que los obliga a dar un paso al costado, ahí están los herederos: hijos, esposas, familiares o aliados políticos que ocupan curules que parecen escrituradas.
Se han dado tantos escándalos que pareciera que la corrupción no tuviera coto. El Proceso 8.000, en el que parlamentarios resultaron relacionados y financiados por el poderoso cartel de Cali en épocas del mandato de Ernesto Samper; la compra de votos para la reelección que dejó en la cárcel a Yidis Medina; la parapolítica, que según el mismo exjefe de las AUC, Salvatore Mancuso, llegó cooptar más del 40 por ciento de los miembros de la corporación, y el cartel de la toga, que tenía a parlamentarios pagando millonadas por un boleto de impunidad.
Son muchos los hechos que han retumbado en el Capitolio, en una espiral de corrupción que no tiene fin. Se han aprovechado de los bienes decomisados a los narcotraficantes mediante la ya extinta Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE), que parecía una inmobiliaria para senadores, representantes y sus recomendados. Entre los más recientes, la compra de votos por medio de congresistas financiados por la constructora Odebrecht, para garantizar la reelección del expresidente Juan Manuel Santos, escándalo jalonado por los denominados ‘bulldozers’.
SEMANA ha puesto sobre la mesa la podredumbre que se esconde en estos escándalos. Así fue con la denominada ‘Casa Blanca’, que dejó al descubierto la alianza entre las principales casas políticas de la costa caribe, como los Char y los Gerlein, para comprar votos, en este caso a favor de la prófuga Aída Merlano.
Aunque tiene investigación en la Corte Suprema, Arturo Char está listo para ser reelegido. Merlano dijo que había pagado para lograr su fuga. En este grupo político de los Char también está el candidato a la reelección en la Cámara Modesto Aguilera, acusado de abuso sexual.
En esa misma región, y aliado de las tradicionales casas políticas, está el senador Laureano Acuña, conocido como el Gato Volador, era un mochilero especialista en la compra de votos que fue acumulando poder y se hizo senador. Se han filtrado audios en los que hace referencia a las transacciones para captar electores. Irónicamente, es el presidente de la Comisión de Ética del Senado.
Los más recientes escándalos tienen nombre propio, como el descarado complot criminal que tenía el senador del Partido Liberal Mario Castaño, investigado por la Corte Suprema luego de que SEMANA revelara una sofisticada red que comprometía más de 70 personas en departamentos como Caldas, Cauca, Chocó, Risaralda, Tolima y Valle del Cauca, dedicadas a saquear el erario. En la lista de socios está su fórmula a la Cámara, el exalcalde de Popayán César Cristian Gómez. Los audios son demoledores, dan cuenta de millonadas en corrupción.
El clan Aguilar de Santander tiene su carta. El exrepresentante Edwin Ballesteros, quien renunció a su curul luego de que se destapara un escándalo de corrupción en la empresa de servicios públicos del departamento, en supuesta complicidad con el exgobernador Richard Aguilar, pondrá en el tarjetón a su esposa, Johanna Milena González.
Los cuestionamientos no tienen orilla ideológica. En el Pacto Histórico, de Gustavo Petro, está la exsenadora Piedad Córdoba, quien tiene explicaciones que dar. Su estrecha relación con las Farc y si sus gestiones para la liberación de los secuestrados tenían de fondo intereses netamente políticos. Lo más complejo, en qué consistían sus negocios y transacciones, ya comprobadas, con el denominado testaferro de Nicolás Maduro, Álex Saab.
La casi total impunidad que ha rodeado la presunta financiación ilegal de la reelección de Santos contrasta con los congresistas que estuvieron involucrados y que ante el peso de la justicia están marginados de estas elecciones, pero, como es costumbre, pusieron a sus herederos. Así lo hizo Bernardo Miguel ‘el Ñoño’ Elías, quien postuló al Senado a su hermano Julio Alberto Elías Vidal.
Su socio, Musa Besaile, con quien prometían enmermelar Córdoba, haciendo gala de las promesas cumplidas de presupuesto y cargos en el Gobierno Santos, también tiene su carta: John Moisés Besaile. Se trata de una dinastía corrupta, Musa, Edwin (exgobernador de Córdoba) y John, quienes han estado involucrados en los escándalos de Odebrecht, cartel de la toga, cartel de la hemofilia, pero los votos siguen llegando.
La jugadita del exsenador Eduardo Pulgar, célebre por su frase “qué hay pa’ mí”, está lista. Fue condenado por tratar de torcer a un juez del municipio de Usiacurí y tiene lista su heredera. Él ya sabe hacerlo, en el pasado había puesto a su exesposa Karime Motta, y ahora espera hacerlo con Claudia María Pérez, esposa de su hermano Fredy Pulgar.
Herederos hay de todo tipo. Para estas elecciones está cantado el regreso del senador Juan Carlos ‘el Negro’ Martínez, condenado por nexos con paramilitares y corrupción electoral. Su hija, Lina Martínez, espera reemplazarlo. Lo mismo hará el exrepresentante sucreño Yahir Acuña, que ya tiene a su esposa, Milene Jarava, en el tarjetón. El exparlamentario antioqueño Rubén Darío Quintero mandará de nuevo a su hijo, Esteban Quintero, quien es representante a la Cámara.
El partido Comunes, antes Farc, tiene a sus miembros sentados en el Congreso sin necesidad de elecciones por cuenta del Acuerdo de Paz. Sin embargo, Julián Gallo, quien usaba el nombre de Carlos Antonio Lozada, le debe una explicación clara al país frente al asesinato de Álvaro Gómez Hurtado. Sus versiones en la JEP han sido diferentes y contradictorias.
El exsenador Álvaro Ashton tiene el combo completo: cartel de la toga, Odebrecht y parapolítica. Trató de expiar sus culpas metiéndose a la JEP, pero fue expulsado. Sin embargo, no está dispuesto a dejarse sacar del Congreso, a donde mandará a Laura Ester Fortich, esposa de su hermano David Ramón Ashton.
La lista de cuestionados tiene un largo etcétera, no están todos y seguro seguirán cayendo, así como surgirán nuevos escándalos. El panorama no es nada halagüeño, hasta las curules de paz, creadas para las víctimas del conflicto, están en la mira de los políticos tradicionales, incluso de quienes fueron victimarios. Las alarmas están encendidas.