BOGOTÁ

“No vengo a hacer milagros”: Peñalosa

En su discurso, el nuevo alcalde de Bogotá dice que no es el mesías, pero asegura que tiene equipo y capacidad para que la capital mejore su calidad de vida. Es su obsesión.

1 de enero de 2016
Alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa. | Foto: Guillermo Torres

Aunque Enrique Peñalosa, nuevo alcalde de Bogotá, dice que en su administración “no habrá milagros”, su discurso fue ambicioso, esperanzador, y prometió que esta será la “última gran tarea de su vida”: construir una Bogotá “mejor para todos”.

Peñalosa tomó posesión de su cargo pasadas las 11:30 a. m. Lo hizo ante el juez primero civil de Bogotá, Andrés Eduardo Cabrales, quien recogió su juramento de cumplir la Constitución y la ley. Yefer Vega Bobadilla, de Cambio Radical, el concejal con mayor número de votos, fue quien le impuso la banda como nuevo burgomaestre.

Más de mil invitados acudieron a la Plaza de Bolívar. Entre ellos estuvieron el vicepresidente Germán Vargas Lleras, monseñor Rubén Salazar, los ministros de Vivienda y las TIC, Luis Felipe Henao y David Luna -respectivamente-, y el senador Carlos Galán, entre los que fueron saludados especialmente por Peñalosa. El exalcalde Gustavo Petro fue el gran ausente.

Peñalosa aprovechó el momento para posesionar a su gabinete de gobierno, todos los secretarios distritales asumieron este mismo primer día de administración.

Tras toma posesión de su cargo, el discurso de Peñalosa fue una mezcla de espejo retrovisor para hacer una dura radiografía de lo que se ha convertido la ciudad en las últimas administraciones, y para ofrecer una nueva capital que, según el nuevo mandatario, “sea una ciudad para vivir, no solo para sobrevivir”.

Peñalosa hizo un diagnóstico de lo que serán las principales urgencias de la ciudad, se concentró en tres asuntos: seguridad, movilidad y eficiencia en su administración.

Anunció que crearía la Secretaría Distrital de Seguridad. Y se comprometió a liderar como “primer comandante de Policía” la lucha contras las organizaciones criminales. Pidió a la Fiscalía mayor compromiso y respaldo a las labores de la Policía, y al gobierno nacional le exigió infraestructura carcelaria.

En movilidad se comprometió a construir más infraestructura vial, pero que no se hará a sacrificio de la salud o la educación, sino que propuso que los peajes ayuden a financiar no solo de las orillas hacia afuera, sino al interior de la ciudad.

También se comprometió a duplicar las troncales de Transmilenio, y a convertir el Sistema Integrado de Transporte Público (SITP) en eficaz. Igualmente se comprometió con la construcción de la línea del metro. "Bogotá tendrá el mejor transporte público del mundo en desarrollo". 

Así mismo anunció que triplicaría la infraestructura en ciclorutas y se mostró esperanzado en que en cuatro años sean más los bogotanos que utilicen la bicicleta, o que dejen sus autos y se suban al transporte público.

Una de las principales tares que el propio alcalde se trazó fue la redefinición del Plan de Ordenamiento Territorial (POT), que no se concentrará en la construcción de pisos elevados, sino en el crecimiento de la ciudad hacia el norte. Anunció que trabajará de la mano con el ministro de Vivienda, Luis Felipe Henao, que no tuvo una relación armónica con su antecesor.

“Pido paciencia y colaboración. Resolver problemas y construir la ciudad que queremos requiere esfuerzos y sacrificios. Juntos vamos a construir una ciudad mejor. (…) No soy un mesías, lejos de eso, la tarea es entre todos. Pero tengan la tranquilidad que tenemos equipo, capacidad y amor al servicio público para transformar la ciudad”, remarcó.

Peñalosa aseguró que el principio que guiará su administración es la igualdad de los ciudadanos ante la ley, como principio básico de la democracia, y la prevalencia del interés general sobre el particular.

Y a la vez que no prometió milagros, dijo que iniciaría proyectos que deberán ser desarrollados en la siguiente década. Tres de ellos muy ambiciosos: el malecón del río Bogotá, el parque del río Tunjuelo, y el corredor ambiental de los cerros orientales.

El nuevo alcalde dice que su obsesión es que Bogotá vuelva ser una ciudad donde el espacio público vuelva a ser el punto de encuentro, y en el que se desarrolle el potencial de sus ciudadanos. Dejó entrever en su discurso que esta será su última gran tarea como servidor público, convertir a la capital del país en una ciudad que garantice mejor calidad de vida.