Medioambiente
Brigitte Baptiste habla sobre la COP16 y el papel de Colombia en el cuidado de la biodiversidad, ¿cómo está el país?
Brigitte Baptiste Ballera, la reconocida bióloga y rectora de la Universidad EAN, habla de los retos y virtudes de Colombia en la lucha por la sostenibilidad. Entrevista.
SEMANA: ¿Cómo va Colombia en los procesos de sostenibilidad?
Brigitte Baptiste: Pues estamos dando la discusión como muchos otros países. Creo que nos falta seriedad. Nosotros prometemos mucho, hablamos mucho de la biodiversidad desde hace ocho años. Llevo más de 30 años en este proceso de construcción de agendas de biodiversidad y no invertimos para cumplir con lo que prometemos. Siempre estamos alardeando de nuestra biodiversidad, pero al final hacemos proporcionalmente mucho menos de lo que corresponde. Esa es la nota autocrítica. Obviamente, el país ha cambiado mucho en estos treinta y pico de años con biodiversidad biológica, 16 COP, que son cada dos años. Hay una institucionalidad cada vez más robusta para los temas ambientales. Y vemos que la sociedad en general realmente está cada vez más volcada a hablar de biodiversidad. Pero se nos está escapando lo central, la urgencia de entender cómo funciona la biodiversidad en el territorio y no solamente valorarla porque es un componente estético o incluso muy llamativo desde el punto de vista de los números.
SEMANA: La COP16 busca emitir un SOS ante el tema de biodiversidad a nivel mundial, pero el proceso, según expertos, es muy lento. ¿Cómo lo ve?
B.B.: Sí, hay que tener en cuenta que es un acuerdo multilateral bajo el seno de Naciones Unidas. Entonces, tiene sus protocolos, sus ritmos. Es una negociación permanente que se da entre los ciento noventa y pico países firmantes y cada decisión que se toma tiene que estar acordada por consenso. Todo lo que se decida debe ser consensuado. Y el tema de biodiversidad es extenso. Ocurre desde los elementos básicos de la conservación, las áreas protegidas, hasta los elementos de los servicios ecosistémicos y los derechos de propiedad sobre la diversidad genética y el uso sostenible de la diversidad, la restauración y recuperación de los ecosistemas, y de todos los ecosistemas, los marinos, los de tierra firme, los forestales, los polares, los amazónicos, en fin. Entonces, es lenta, pero porque es complejo.
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SEMANA: Hay muchas empresas en el país que están yendo hacia esa transformación de conservación ambiental, pero les ha costado. ¿Qué se debe hacer?
B.B.: Todas las empresas que hoy en día quieren apostarle a la sostenibilidad se están dando cuenta de que sin una inversión seria en estos temas de mitigación y adaptación al cambio climático no van a poder prosperar, no van a poder competir en un mundo donde la gente está pidiendo estos componentes de la actividad industrial, de la actividad productiva. Va a ser muy traumático. Las empresas tienen que comenzar a construir sus estrategias de sostenibilidad. Ya la mayoría lo ha venido haciendo en los últimos diez años y se ha concentrado en los temas de descarbonización y de mejoramiento de la eficiencia en el uso de recursos, del agua, de la energía o de las materias primas. Pero, como estamos en el país de la diversidad, ese elemento adicional de responsabilidad con los bosques, con la fauna, la flora y la funcionalidad de todo ello se irá haciendo cada vez más importante.
SEMANA: El tema del agua es bastante complejo por los racionamientos. De continuar esta tendencia, ¿a qué panorama se podría enfrentar el país?
B.B.: Extremadamente preocupante. Estoy visitando ríos en el Valle del Cauca y se logra ver la destrucción del bosque, y la falta de presencia de las autoridades es muy visible. Hay minería o extracción ilegal de recursos en las cabeceras de los ríos. En el parque Farallones de Cali ha habido muchos operativos, pero la deforestación está presente en todas partes. La fragmentación de la propiedad también está incrementando la presión sobre los recursos en las cuencas altas y hay pocos proyectos serios de recuperación de los cauces de agua, que sería la solución. En Bogotá necesitamos restaurar con muchísima mayor agilidad las fuentes que llenan el embalse de Chuza en Chingaza y que pueden realmente ayudar a contrarrestar la incertidumbre que va a venir cada vez más grande con la crisis climática. Todo el país está abocado en este momento a una crisis de regulación hídrica y en gran medida está causada por el calentamiento global producido por los combustibles fósiles y el consumo de los países del norte, pero también por la deforestación y la destrucción del suelo, el bosque y los humedales que nosotros mismos hacemos. Hay que mejorar la eficiencia de las inversiones globales en biodiversidad.
SEMANA: En Colombia hay muchos recursos para cuidar a fin de reducir el impacto medioambiental. ¿Qué se debe hacer?
B.B.: En este momento, aparte de frenar la deforestación, que es una prioridad de los Gobiernos locales, regionales, nacionales, de las empresas, de los gremios, de todos, tenemos que empezar fuertemente a fortalecer el plan de restauración o de regeneración de la biodiversidad. Es decir, realmente hay que rediseñar el territorio, hacer que esas siembras de árboles, por ejemplo, que serán dispersas y que se hacen como campañas, se conviertan en mecanismos reales de restauración ecológica, de recuperación de las funciones de la biodiversidad, la recuperación de los humedales, y estaba en el Plan de Desarrollo la descontaminación de nuestros ríos. Creemos que es inaudito que en estas alturas de la historia todavía una gran parte de nuestras ciudades y poblaciones no cuenten con plantas de tratamiento de aguas residuales, que no haya mecanismos de separación de basuras y que todo esto llegue finalmente al océano o que se convierta en problemas de contaminación muy graves en todas partes.
SEMANA: ¿Cree usted que la COP16 tiene, más allá de un llamado a cuidar la biodiversidad, un tinte político?
B.B.: Por supuesto que es una reunión cargada de política, porque para todos los países se está convirtiendo en un tema de vida o muerte. La preservación de los procesos biológicos que dan lugar al bienestar humano está severamente comprometida, y yo creo que en este momento pocos países podrían decir que están siendo responsables o suficientemente responsables con la calidad de sus procesos ecológicos para garantizar la adaptación al cambio climático y a unos sistemas de producción sostenibles urgentemente necesarios para llegar al próximo siglo. Entonces, es necesario el tinte político.
SEMANA: Usted es una de las voces más autorizadas en Colombia para hablar de biodiversidad. ¿Qué factores incrementan el riesgo de posibles afectaciones a la biodiversidad?
B.B.: Las economías ilícitas siguen siendo muy graves, en especial la extracción ilegal de oro. En todo el país está disparado el narcotráfico, el tráfico de fauna y flora, las invasiones biológicas, los hipopótamos, el pez basa y el mal uso del suelo. En síntesis, Colombia podría realmente hacer una revolución en términos de la conservación si el Ministerio de Agricultura y las instituciones del sector agropecuario públicas y privadas tuviesen una serie de lineamientos mucho más claros y eficientes en términos de producción de alimentos, gestión del agua y gestión de los bosques.
SEMANA: ¿Por qué es especial esta COP?
B.B.: Sobre todo, porque es una oportunidad grandísima de que los colombianos nos creamos el cuento. Nos creamos que ser el país de la biodiversidad es una condición especial y que debemos ser no solo responsables con ella, sino aprovecharla como una de las mejores oportunidades para el futuro. El mundo después del petróleo va a requerir la biodiversidad. De ahí que las negociaciones sobre intercambio de material genético, información de material genético, sean tan importantes, pero también todas las inversiones que tienen que ver con innovación basada en servicios ecosistémicos o biodiversidad. A partir de 2050, Colombia va a depender ciento por ciento de una economía que haya logrado inventar en estos 20 o 25 años que nos quedan de petróleo.