Entrevista
Atentos: el presidente Gustavo Petro bajará como sea el precio del servicio de energía. La reducción será del 10% confirmó MinMinas
En entrevista con SEMANA, la ministra dijo que la disminución de finales del año pasado no fue suficiente y advirtió que no se van a regular las tarifas a “pupitrazos”. El Gobierno busca más operadores en el mercado.
La semana pasada, el Gobierno expidió el decreto con el que el presidente Gustavo Petro asumirá, por tres meses, las regulaciones generales de los servicios públicos en agua, energía y gas. Ello incluiría la definición del cálculo de las tarifas de energía que se han convertido en un componente importante en el aumento de la inflación en el país.
Ha sido uno de los temas más polémicos en el sector, en especial en el de energía, porque a juicio de distintos analistas se estaría rompiendo la institucionalidad que se ha construido en los últimos 30 años, tras el apagón de 1992, y generando incertidumbre jurídica que podría afectar las inversiones que se necesitan para ampliar la capacidad de generación y evitar limitaciones frente a una demanda creciente.
En entrevista con Vicky Dávila en SEMANA, la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, explicó los alcances de la decisión del presidente Petro, descartó que los precios de las tarifas se vayan a regular a “pupitrazos”. Aunque el año pasado se logró una disminución en las tarifas de más del 4 %, dijo que “no es suficiente” y señaló que el Gobierno espera una reducción del 10 % en las tarifas de energía. También anunció la búsqueda de nuevos operadores para prestar el servicio.
“El presidente va a reasumir las funciones de la Creg. Su interés es que se regule el mercado de la energía, no es que vaya a regular los precios a pupitrazos. Es importante saberlo. Esperamos que sea por un tiempo y que el presidente logre efectos rápidos sobre las tarifas que siguen siendo altas”, dijo la ministra Vélez.
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Destacó que el año pasado con el pacto por la justicia tarifaria que habían hecho con los operadores se logró una reducción del 4,6 % en promedio y que ahora el Gobierno busca una disminución del 10 %.
“El año pasado hicimos un esfuerzo enorme que se llamó el pacto por la justicia tarifaria. Logramos algo histórico: parar la tendencia de ascenso en las tarifas de la energía. Luego logramos un descenso, pero sabemos que la tendencia es a que vuelva a subir por la inflación”, explicó Vélez.
Calificó como “insostenible” esta situación, en especial para los sectores más empobrecidos. “Hicimos un análisis y entendimos que a los estratos 1 y 2 son a los que más duro les pega el alza. Dichas tarifas altas son sinónimo de mayor empobrecimiento”, dijo la ministra.
Pero también advirtió que esos costos hacen más difícil la industrialización. “Si es carísima, el restaurante se quiebra, el hotel se quiebra y también la industria. Lo que dice el presidente es: “Vamos a tomar esas funciones para ponerle orden, rapidez a las decisiones y asegurar que recaudemos esto en lo inmediato, no podemos esperar más”. Aunque el pacto tuvo un buen efecto en lo inmediato, no fue suficiente”, explicó.
Vélez dijo que hay asuntos “que no nos gustan en el mercado” y puso como ejemplo que las generadoras no les ofrecen a todos los contratos a largo plazo. “No todas las comercializadoras pueden acceder a esos contratos. El efecto es que hay algunas comercializadoras y mercados de energía que quedan demasiado expuestos a lo que se llama precio en bolsa. Por eso, todo el tiempo está subiendo y bajando, y más en esta época que comienza a llover menos y las tarifas están superaltas. No tienen contratos de largo plazo que les respalden esa comercialización. La pregunta es por qué no le están vendiendo a todos los comercializadores por igual”.
Explicó que el mercado tiene irregularidades y fallas. “Cuando los mercados tienen menos actores, las fallas son mayores. Creemos que, si hay fallas en el mercado, el regulador tiene que entrar a corregirlas. Dice: “Un momento, necesitamos que haya una obligación de venta de energía, por ejemplo””, dijo la ministra y, en ese sentido, confirmó que el Gobierno quiere que haya más empresas operadoras para prestar el servicio.
“Queremos que haya una democratización en la generación de la energía. Que más gente y en diferentes escalas pueda producir energía. Queremos que haya comunidades energéticas. Nos interesa la democratización, es decir, que se diversifique el portafolio, que no haya barreras. Que no sean los mismos, que también haya iniciativas populares, comunitarias, barriales. Que digan: “Como nosotros vivimos en este conjunto residencial de vivienda de interés social, si ponemos paneles, podríamos estar generando energía a la red”. Eso lo hacen en España, en Alemania. Aquí es muy difícil hacerlo”, anunció la ministra Vélez.
Agregó que hay barreras regulatorias y técnicas. “Necesitamos hacer una transformación de esas tecnologías para poder habilitar que las comunidades, los barrios, las casas, el colegio, la Junta de Acción Comunal puedan generar energía”, dijo Vélez.
Frente al reto de reducir las tarifas pero que no baje la calidad, Vélez dijo en la entrevista a Vicky Dávila que lo ideal es un balance.
“Nosotros no vamos a sacrificar la calidad ni mucho menos. De hecho, en muchos casos, mejorando la calidad, se reducen las pérdidas técnicas y, al reducirlas, baja la tarifa. Eso se hace a través de la inversión en calidad y la expansión de las redes”, explicó.
Sin embargo, reconoció que hay tareas pendientes. “Se necesita que ciertas cosas no pasen. Teníamos indexadas las tarifas al IPP (índice de precios al productor), que es la manera como se define la tarifa. Con el covid empezó a subir y la disparada fue exponencial y, obviamente, la consecuencia fue la subida de las tarifas. ¿Qué había qué hacer? Desindexar nuestra fórmula de ese indicador y utilizar otro que no se estuviera comportando como un loco en la inflación. No lo hicimos. Esa es de las cosas que queremos hacer, un indicador específico que refleje de mejor manera el comportamiento del sector”, dijo.
Ante la posibilidad de intervención de algunos operadores, dijo que en algún momento se intervino Electricaribe porque no estaba prestando un buen servicio, no podía pagar la energía que les debía a los generadores. “Eso pasa –explicó- cuando la empresa está en una crisis total. Nuestro objetivo es que ninguna empresa llegue a eso”.
Una de las mayores preocupaciones de las empresas es que si bajan las tarifas se comprometa su viabilidad. “No vamos a bajar las tarifas a pupitrazo –insistió-. Vamos a hacer una revisión de las metodologías tarifarias que necesitan ser revisadas desde hace años. Resulta que las mismas tienen un periodo de cinco años por ley y no se han revisado desde 1997. Esta es la oportunidad para asegurar que responda a principios de mercado adecuados y justos”.
Y dijo que una de las principales tareas es pensar en el usuario. “Lo que nosotros queremos hacer aquí es con rapidez, celeridad, compromiso y pensando en el usuario. En muchas ocasiones, no se ha pensado suficientemente en el usuario. Se piensa mucho en la empresa, pero el otro actor clave del mercado es el que compra. Si quiebras al que compra, pues también quiebras el mercado. ¿Entonces, cómo se mantiene un mercado? Pues con un equilibrio entre empresas rentables. No nos interesa quebrar ninguna empresa ni intervenirla, no nos interesa quebrar a la gente”, puntualizó.
Esta es la entrevista completa de la ministra Vélez en SEMANA:
Vicky Dávila: Ministra Irene Vélez, quedo sorprendida de verla tan joven.
Irene Vélez: Pero no tanto, estoy cuarentona ya.
V.D.: (Risas). Sí, ya es grande. Déjeme empezar por preguntarle, ¿por qué no se ha ido del cargo si le han pedido la renuncia tantas veces?
I.V.: En primer lugar, porque el presidente no me la ha pedido y él es mi jefe. Voy a estar aquí hasta que él lo decida. Pero sobre todo porque tengo una profunda convicción por el proyecto político de la transición energética.
V.D.: Cuando algunos sectores le piden su renuncia, ¿se mortifica, no le para bolas o se ríe?
I.V.: Entiendo que no es un asunto personal. Hay un ejercicio de oposición razonable y es parte de la democracia. Intento entender que hay gente y partidos que pueden preferir otro camino. Pero me aferro con mucha energía al pueblo, a la gente del barrio, de las veredas. Cada vez que estoy en campo, siento un enorme respaldo de esa población, de esos nadies, con los cuales y para los cuales se eligió este Gobierno.
V.D.: De una vez por todas, ¿va a haber o no nuevos contratos de exploración y explotación de petróleo?
I.V.: Hoy tenemos 381 contratos vigentes para exploración y explotación de hidrocarburos. De ellos, 118 están en fase exploratoria, lo cual quiere decir que en los próximos diez años vamos a tener nuevos hallazgos. El año pasado, el Gobierno anterior firmó 27 nuevos contratos. Entonces, estamos convencidos de que la apuesta en este momento es una mejor gestión de los contratos existentes en hidrocarburos. Eso quiere decir que nos interesa la eficiencia en el periodo exploratorio y poder acompañar estos contratos que están en fase preliminar. Son los que apenas están arrancando y no queremos que se traben. Queremos que las licencias se hagan bien, que las consultas previas sean responsables y que también la administración en las tecnologías y en los tiempos de las inversiones en la exploración sean los adecuados.
V.D.: ¿Pero eso es un sí o un no?
I.V.: Eso es un análisis de que en este preciso momento los contratos que tenemos vigentes son suficientes.
V.D.: Entonces, eso es un no. Solo estarán los contratos vigentes y no habrá nuevos.
I.V.: Hoy estamos apegados a que esos que existen son los que necesitamos potenciar y acompañar.
V.D.: Cuando ha dicho que no va a haber más contratos de exploración y explotación de petróleo, el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, ha dicho que eso no está definido. ¿Cómo es su relación con él?
I.V.: Es buena.
V.D.: ¿Sí?
I.V.: Sí, es un hombre muy preparado, que ha sido ministro varias veces y de quien uno puede aprender. Es un académico como yo. Tenemos simpatías, incluso por autores en común. Cuando vino Mariana Mazzucato estuvimos felices debatiendo con ella sobre los enfoques de la economía en este nuevo Gobierno. Eso nos pone en un lugar dialógico interesante. Ahora él es el ministro de Hacienda.
V.D.: Sí, el que maneja la plata.
I.V.: Sí, y de mi sector depende buena parte de la generación de recursos. Él quiere que actuemos con responsabilidad e igualmente lo queremos nosotros.
V.D.: ¿El Gobierno está preparado para reemplazar los billones de pesos que le ingresan por petróleo o hace cuentas alegres?
I.V.: Estamos frente a un desafío, que es el cambio en la economía global y se deriva de una decisión de muchos Gobiernos respecto a la descarbonización de sus economías. Es decir, la crisis ambiental ha llevado a que muchos Gobiernos decidan un cambio rápido porque el planeta no aguanta más tiempo. Eso va a significar menos demanda de hidrocarburos y carbón. Frente a esa situación, que sabemos que se avecina, creemos que tenemos entre 10 y 15 años. Hay que tomar decisiones en nuestra economía nacional. Esas decisiones son de un compromiso moral frente al cuidado del ambiente, pero también de tipo económico. Somos un país dependiente de los hidrocarburos y del carbón. Esa dependencia es histórica y, desde la década de los noventa, nos volvimos más dependientes. Necesitamos acelerar nuestra industrialización, nuestro sector del turismo, y creemos que acelerando nuestras energías no convencionales podemos generar otra economía verde.
V.D.: Pero mientras no se produzcan los recursos que le deja el petróleo al país, ese negocio tendrá que seguir.
I.V.: Sí. El negocio del petróleo tiene que seguir porque en este momento somos dependientes de esa economía, de esas exportaciones y porque el planeta todavía no ha logrado descarbonizarse como debería.
V.D.: Cuando dice que Colombia tiene entre 10 y 15 años para acabar con el negocio del petróleo, un malpensado dirá: ¡Pero si ellos se van en el 2026!
I.V.: ¿Quiénes se van?
V.D.: Pues el Gobierno (risas).
I.V.: (Risas). Sí, el presidente Petro termina ahí su periodo. Esperamos que los cambios que estamos proponiendo trasciendan esos cuatro años porque responden a una realidad global.
V.D.: Ministra, es distinto gobernar a ser activista. ¿Eso lo tiene claro? ¿Lo ha experimentado a lo largo de estos seis meses?
I.V.: Sí, era profesora, académica y activista. Fui la profesora titular más joven de la Universidad del Valle, el más alto rango de un docente. Pero siempre fui muy cercana a la gente. Toda mi agenda de investigación fue activista. Eso me permitió construir un conocimiento útil para las agendas de cambio social, territorial e incluso económico en varias zonas del país. Ese aprendizaje me es útil para hacer el gobierno del cambio porque conozco muy bien la Colombia profunda, la de las fronteras, la rural, la de las cordilleras, la de las comunidades indígenas, afrodescendientes, la de los campesinos mestizos del Cauca y del Caquetá. Creo que llegar con ese legado, con esas rutas caminadas, es útil para un gobierno de cambio. Por supuesto, ser gobierno es distinto a ser profesora. Tiene un ritmo de trabajo increíble, no hay fines de semana, siempre estás alerta, la adrenalina es una cosa que nunca baja y algo que ha sido muy nuevo para mí es la exposición pública.
V.D.: ¿Eso en particular le ha costado trabajo?
I.V.: Sí, no siempre es cómodo verse en una pantalla, escucharse en radio.
V.D.: Y que le hagan tantas preguntas, contrapreguntas.
I.V.: Sí, a veces muchos periodistas hablan a la vez y uno no sabe a cuál escucha, a cuál mira, hay dificultad para entender cómo funcionan todos los medios, los diferentes enfoques, los expertos, las casas editoriales. Eso es un aprendizaje en estos seis meses.
V.D.: Pero ha aprendido.
I.V.: Sí, y ahora entiendo más.
V.D.: Mi impresión es que, cuando inició, usted era una ministra más espontánea. Y poco a poco ha ido entendiendo que, cuando se está en el Gobierno, hay que ser muy prudente y responsable al hablar.
I.V.: Lo que logramos en estos seis meses fue consolidar nuestro programa de gobierno. Traíamos una propuesta de campaña, pero en este tiempo hemos podido robustecerla. Eso se refleja en lo que hoy puedo decir. Y no es porque antes no lo pudiera afirmar, sino porque teníamos que transitar en este diálogo con las comunidades y en esta construcción de ser un gobierno también plural.
V.D.: Que no puede ser dictatorial.
I.V.: No, para nada. Nuestro principio es: vamos a hacer de este Gobierno el más democrático que haya tenido Colombia y esa democracia nos lleva a decir: para hacer democracia necesitamos poder popular. Esta idea de traer a estos otros actores a hablar con nosotros y hacer gobierno con nosotros es nuestra gran apuesta.
V.D.: De repente, ¿a veces siente que es el terror de la industria del petróleo?
I.V.: Sabe que no. De las cosas más simpáticas que me han pasado es que, en Davos, los petroleros estaban pensando en su transición energética. He hablado muy bien con la presidenta de Shell Colombia, entendiendo sus apuestas de descarbonización, sus metas de diversificación del modelo económico, todo eso me parece muy emocionante. Lo que tenemos es un miedo social que tiene que ver con la dependencia. Frente a eso, la angustia es que no logremos reemplazar nuestra economía. Lo entiendo como un fenómeno social, incluso mediático. También tuve una reunión con SierraCol, una de las más grandes operadoras de hidrocarburos en el país, y me explicaban claramente cuáles son sus metas de transición energética, de autogeneración. El sector petrolero está cada vez más metido en ese cuento. Entonces, no creo que les asuste tanto. No soy el terror de los petroleros.
V.D.: A quienes la han descalificado y han dicho que una filósofa no puede ser ministra de Minas, ¿qué les dice?
I.V.: Entiendo que puede haber ciertas prevenciones por el hecho de que una persona formada en ciencias humanas represente una cartera que es tradicionalmente técnica en ingeniería o economía.
El 90 % de los ministros (en esa cartera) han sido hombres. De pronto, una persona formada en ciencias sociales puede ser aterrador. Pero es una decisión de este Gobierno por el nuevo enfoque que queremos darle al sector minero-energético desde la transición, lo cual nos da un compromiso con los temas de justicia ambiental y social. Es decir, es una manera renovada de ver el sector también desde la interdisciplinariedad. Mi equipo de trabajo está superbién formado. Me acompañan doctores en geología y en geografía política.
V.D.: ¿Y le ha funcionado la filosofía en el Ministerio de Minas y Energía?
I.V.: Ha funcionado toda mi formación. Soy filósofa, mi maestría es en estudios culturales, el doctorado es más en temas de geografía y política, ahí hice mucho sobre minería y sobre expansión de monocultivos e hidroeléctricas. Lo último que hice del doctorado fue sobre contaminación con mercurio en el contexto de la minería ilegal. He hecho un montón de cosas. Esa combinación de técnicas es un buen ejercicio para renovar el sector.
V.D.: En días turbulentos, cuando le hacen memes y titulares acá y allá, ¿se ha sentido mal?
I.V.: No. ¿Sabe que no?
V.D.: ¿Quizá se deprime?
I.V.: Bueno, le voy a confesar: me deprime Twitter. Entro y salgo, es un ambiente virtual muy agresivo. Prefiero no estar ahí. Estoy solo para contar cosas positivas, no para estar leyendo comentarios.
V.D.: ¿Y cuando le hacen memes?
I.V.: Eso me parece hasta simpático. Habrá algunos que pueden ser ácidos, pero están superbién para mí.
V.D.: ¿O sea que no le molesta?
I.V.: No me molesta.
V.D.: ¿Es de mal genio?
I.V.: Creo que soy pausada, no soy impulsiva, pero me imagino que también me puedo poner muy brava, pero verdaderamente creo que no soy muy brava. Me pongo brava tal vez con mi esposo, cuando toca.
V.D.: ¿Y con los hijos?
I.V.: Con mis hijos soy bastante serena. Me gusta mucho ser pedagógica con ellos.
V.D.: Ser mamá-profesora.
I.V.: Sí, mamá-profesora. De hecho, mi hijo grande me dice mamá-doctora-profesora.
V.D.: Ya que estamos hablando de su familia, conversemos acerca de su papá, Hildebrando Vélez. ¿Por qué él es tan importante en su labor como funcionaria?
I.V.: Mi papá es ambientalista, así ha sido toda su vida. Comenzó a hablar de los temas de sustentabilidad y de cambio climático incluso antes de que eso tuviera fama global. Y se conoce con mucha gente del sector político de la izquierda, desde siempre, porque ha sido activista. Creo que él en sí mismo es un personaje público y no creo que sea importante en mi cartera, es importante per se, ha hecho mucho por el ambientalismo de este país.
V.D.: Pero, constantemente, lo vemos defendiendo a su hija ministra.
I.V.: Sí, por un lado, él es tan ambientalista como yo, buena parte de mi ambientalismo fue aprendido con él. Estas son sus luchas y por supuesto que lo representan también mis reivindicaciones, pero, por otro lado, no puede dejar de ser papá.
V.D.: ¿Y usted no le dice a su papá: calma?
I.V.: Sí, le digo.
V.D.: ¿Le jala las orejas?
I.V.: Sí, le digo que esté tranquilo, que de esto salimos, porque también entiendo que puede ser angustiante cuando hay estos tsunamis en la opinión pública. Yo puedo respirar, pero mi papá y mi mamá entran un poco en angustia.
V.D.: La exviceministra Belizza Ruiz dijo que su papá era quien revisaba las hojas de vida en el Ministerio. ¿Eso es verdad?
I.V.: No es verdad. Las hojas de vida de buena parte de los directivos del Ministerio y en las entidades adscritas se las pedí a gente del sector y a las universidades. Hablé con vicerrectores de investigación de los Andes, la Nacional y la UIS. Entre esas opciones, comencé a elegir. Por eso, muchos son profesores.
V.D.: Entonces, ¿la exviceministra por qué dijo eso?
I.V.: No lo sé.
V.D.: ¿Cómo quedó su relación con ella?
I.V.: Estoy tranquila, y espero que regrese a sus labores de profe y que también esté tranquila. Me parece importante que en la vida uno pueda asumir que hay momentos difíciles y que todo se recompone. Creo también que es importante que no haya asperezas entre nosotras. No pudimos combinar un trabajo en el Ministerio. Es una lástima, hubo una intención muy sincera de mi parte, creo que de parte ella también, pero fracasamos muy rápido.
V.D.: Muy rápido.
I.V.: Pero me parece honesto decirlo. Si no pudimos trabajar juntas, y no pudimos mirar para el mismo lado, con la importancia que tiene la transición energética para este país, pues mejor que los que sí estamos viendo para el mismo lado sigamos remando.
V.D.: Aquí ocurrieron cosas graves. La exviceministra dice que usted le mintió al país con el informe de las reservas gasíferas.
I.V.: Vicky, no le mentí al país. Eso debe quedar clarísimo. El documento al que se refería la exviceministra responde a cifras oficiales y no miente. Hubo una confusión al hacer pasar ese documento de balance de contratos por un documento de informe de reservas. Dichos informes técnicos solamente los genera la Agencia Nacional de Hidrocarburos, una vez al año, y generalmente salen en mayo y tienen metodologías muy específicas. Lo que hicimos no fue un informe de reservas. Nunca quiso serlo, nunca se presentó como tal. En el texto en ninguna parte se dice eso. Lo que hicimos fue mostrar nuestro potencial gasífero. La forma en que lo presentamos la usa Ecopetrol, que el año pasado presentó un documento con la misma metodología. La Asociación Colombiana de Petróleos y Gas (ACP) también usa la misma forma de reservas probadas, probables, posibles y contingentes para poder hacer un análisis de potenciales reservas. Aquí no hay ninguna intención de engañar a nadie.
V.D.: El presidente, como ha ocurrido en todas las polémicas, la defendió, pero dijo que usted cometió un error matemático. ¿Lo reconoce?
I.V.: Lo que pasó ahí es que pusimos en una gráfica, con diferentes colores, dos tipos de recursos y reservas. En los hidrocarburos hay tres tipos de clasificación. Unas que se llaman prospectivos, otras que son contingentes y las reservas. En estas últimas tenemos tres tipos: P1, P2 y P3. Lo que hicimos en nuestro documento fue poner de recursos contingentes tres hallazgos que las empresas mismas reportaron.
Tomamos los datos de los hallazgos en su 50 %, castigando la probabilidad de éxito. O sea que sí hubo una intención de no poner un dato que fuera matemático.
V.D.: Pero no me contestó la pregunta: ¿el presidente tiene razón en que usted cometió un error matemático?
I.V.: Nosotros ahí…
V.D.: Contésteme la pregunta, ¿el presidente tiene razón o no?
I.V.: El presidente, creo, interpretó el documento a partir de una polémica mediática.
V.D.: O sea que no tiene razón.
I.V.: Lo importante es que en el documento está claramente expresada la metodología.
V.D.: O sea que el presidente no tiene la razón. ¿Qué les dice a los críticos que están pensando mal de la ministra a raíz de ese informe?
I.V.: Les digo que lean el documento porque nunca hace pasar recursos por reservas. Nunca. Nunca hicimos una sumatoria de peras con manzanas. Lo que estamos mostrando es un gráfico sobre cuáles son esas potencialidades.
V.D.: El último informe sobre reservas se divulgará en mayo. ¿Pero cuáles son hoy los datos oficiales sobre las reservas de gas y petróleo en el país?
I.V.: Hoy, en gas, tenemos entre 8 años en reservas probadas y hasta 11,4 años en reservas posibles. En el caso del petróleo tenemos de 7,6 años a 12,9 años.
V.D.: Su primera gran polémica fue porque anunció que le íbamos a comprar gas a Venezuela. Hoy, seis meses después, ¿eso va a pasar o no?
I.V.: Eso no va a pasar en este momento. Tenemos una infraestructura de gas entre ambos países, pero no sabemos su estado. Dicen de un lado y del otro que no está bien. Se tendría que analizar todo eso antes de pensar si hay una posibilidad de compra o no. En este momento, ni la revisión de la infraestructura ni la posibilidad de compra son una realidad. ¿Por qué? Porque nos interesa, primero que todo, hacer una habilitación de nuestro potencial gasífero.
V.D.: Con la guerra en Ucrania, muchos países que son dependientes energéticamente de Rusia han sufrido. ¿El Gobierno tiene claro que no podemos ser dependientes de Venezuela en materia de gas?
I.V.: No deberíamos ser dependientes de ningún país en nada, por ejemplo, en alimentos. Nuestra dependencia ha hecho que tengamos una mayor inseguridad alimentaria. Deberíamos, en todos los casos, propender por la soberanía. Ahora, hay momentos en los que no se puede. Por ejemplo, en el caso de Colombia, cuando estamos en el fenómeno de El Niño y se incrementa el consumo que hacen las termoeléctricas de gas, nos ha tocado importar gas y por eso tenemos la regasificadora en el Caribe. Por eso estamos pensando en la importancia de una regasificadora en el Pacífico. Ojalá que con los hallazgos offshore podamos tener una suficiencia cada vez mayor y confío en que eso pueda ser así.
V.D.: ¿Pero podría llegar a ocurrir si las reservas bajan?
I.V.: El proceso exploratorio de Colombia es de seis años y esto tiene unas prórrogas posibles de más de dos años. En promedio, el periodo exploratorio en el país es más o menos de ocho años. Todo lo que pase de aquí a los próximos tres años es el resultado de lo que se decidió, pasó o dejó de pasar hace cinco años. Entonces, hoy sí estamos viendo que tenemos reservas de gas para ocho años, pero, si hay unas demandas en algún momento por día más altas, tenemos nuestra regasificadora. Hemos hablado con Ecopetrol sobre Uchuva porque parece tener una característica y es que está muy cerca de la costa. Eso haría que la infraestructura de transporte lleve a que entre antes a la etapa de comercialidad. Ellos están hablando que entre hacia 2025 o 2026, pero esa es una decisión que va a ser sobre todo empresarial.
V.D.: El portal Armando.Info reveló que la firma Prodata Energy fue autorizada por el Gobierno venezolano para explorar gas en Colombia. ¿Es verdad?
I.V.: Sí, leí esa información y la he preguntado en todos lados. Le pregunté a la ANH, al director de Hidrocarburos, a Ecopetrol, pero nadie tiene esa información oficial. No sabemos la veracidad de eso ni tenemos una certeza sobre qué está pasando ahí.
V.D.: ¿Qué va a pasar con el carbón en Colombia?
I.V.: Tenemos el compromiso de que todos los derechos adquiridos sobre los títulos existentes se van a respetar. Eso es muy importante porque tenemos varios y hay buenas reservas que queremos que sigan en explotación. Nuestro compromiso es no otorgar nuevos títulos de carbón a cielo abierto y eso tiene una racionalidad. El mercado internacional de carbón está decayendo. Tuvimos un paréntesis en este invierno por la guerra, pero mire esto tan interesante: el país más afectado en términos de su seguridad energética fue Alemania. En vez de cambiar sus políticas respecto al carbón, lo que hizo fue acelerar su transición energética. Ahora está completamente desbordado en inversiones de hidrógeno verde e hidrógeno azul. Entonces, no es que el mundo esté viendo nuevamente al carbón como una oportunidad, sino que más bien, en este contexto, está viendo que necesita acelerar la transición energética.
V.D.: Pero cuando lo necesitó, volvió y compró masivamente carbón.
I.V.: Sí, claro. En este invierno compró masivamente, pero esto no nos indica que lo vaya a seguir haciendo.
V.D.: ¿Se están imaginando que la industria del carbón sea parte del pasado? ¿De aquí a cuando terminen el Gobierno, en el 2026?
I.V.: El país tiene que comenzar a imaginar y construir un modelo económico, social y educativo que vaya a superar el carbón, pues va a ir desapareciendo. Antes del covid, la tonelada de carbón estuvo a 32 dólares. Cuando estuvo así de barato, Prodeco dijo: “Aquí están sus títulos”. Eso puede volver a pasar. En cualquier momento en que ojalá finalice la guerra entre Ucrania y Rusia, volverá a bajar el precio del carbón. Puede que algunos, obviamente, lo utilicen. China es un consumidor de carbón tremendo, pero produce su carbón y no va a comprar el nuestro. ¿Quiénes todavía lo están demandando y lo van a seguir demandando, sobre todo para termoeléctricas? Europa, pero ya se ha comprometido a ir decreciendo en esas tecnologías de generación de energía eléctrica. Tenemos que saber que eso va a cambiar. Frente a eso, tenemos alrededor de una década. De aquí a allá, nuestros más importantes títulos mineros van terminando. Son renovables, se pueden volver a extender. Entre 2032 y 2035 tenemos un montón de títulos que terminan. Si en ese momento el carbón está barato en el mercado internacional, no nos van a pedir que renovemos. Como Gobierno, creemos que el compromiso para asegurar que las comunidades, los trabajadores y la economía se renueven es haber hecho una transición.
V.D.: ¿El Gobierno no va a acabar con la industria del carbón, sino que va a dejar que naturalmente se extinga?
I.V.: Sí, pero mientras se acaba naturalmente, porque el mundo está cambiando y la economía global del carbón está cambiando, tenemos que tener otra economía. Esa sí es la urgencia. Sabemos que eso va a ir en declive. Tenemos que asegurar que, mientras eso ocurre, otro sector crece.
V.D.: El Gobierno está esperanzado en la industria del turismo. Usted sabe que para que ese sector produzca billones de pesos se necesita infraestructura y una inversión inmensa, que tardaría muchos años. Ahí es donde se encienden las alarmas por las posibles cuentas alegres.
I.V.: Estamos trabajando en varios sectores en simultánea. El turismo es uno muy importante, especialmente el de biodiversidad, que es menos extractivista. Estamos trabajando también en agricultura e industrialización del agro. La ministra Cecilia López tiene 20 líneas de cadenas productivas, en las cuales todos debemos contribuir para que lleguen a buen destino. También estamos trabajando en energías renovables no convencionales. Estamos haciendo nuestras grandes apuestas de complementariedad económica. Hemos aprendido que no debemos depender de un solo sector. La historia de los hidrocarburos y del carbón lo que nos enseña es que depender de una sola cosa es una mala idea. Debemos hacer diversificación productiva.
V.D.: Pero acabar con lo que produce sin tener con qué reemplazarlo es peor.
I.V.: También.
V.D.: En eso estamos de acuerdo.
I.V.: Estamos muy de acuerdo.
V.D.: ¿Tacones o tenis?
I.V.: Tenis. Siempre voy de tenis a trabajar.
V.D.: ¿Cómo recibió las críticas por recibir en tenis a la ministra de Industria, Comercio y Turismo de España?
I.D.: Me sorprendió que fuera un tema de discusión porque en Europa los tenis son el común denominador de los gobernantes y diplomáticos. Después me pareció divertido ser “la ministra de los tenis”.
V.D.: ¿Cuántos pares de tenis tiene?
I.V.: Cuatro pares en Bogotá y dos pares en Cali.
V.D.: ¿Y es marquera o no?
I.V.: Hay unos que son mis favoritos. En las fotos se sabe.
V.D.: Ministra, hablemos de servicios públicos. El presidente regulará precios y eso ha generado polémica. ¿Qué se busca?
I.V.: El presidente va a reasumir las funciones de la Creg. Su interés es que se regule el mercado de la energía, no es que vaya a regular los precios a pupitrazos. Es importante saberlo. Esperamos que sea por un tiempo y que el presidente logre efectos rápidos sobre las tarifas que siguen siendo altas.
V.D: ¿Y qué pasó con los acuerdos a los que habían llegado con los operadores?
I.V.: El año pasado hicimos un esfuerzo enorme que se llamó el pacto por la justicia tarifaria. Logramos algo histórico: parar la tendencia de ascenso en las tarifas de la energía. Luego logramos un descenso, pero sabemos que la tendencia es a que vuelva a subir por la inflación. Eso es insostenible sobre todo para los sectores más empobrecidos. Hicimos un análisis y entendimos que a los estratos 1 y 2 son a los que más duro les pega el alza. Dichas tarifas altas son sinónimo de mayor empobrecimiento. Además, es más difícil la industrialización porque se necesita energía y resulta que, si es carísima, el restaurante se quiebra, el hotel se quiebra y también la industria. Lo que dice el presidente es: “Vamos a tomar esas funciones para ponerle orden, rapidez a las decisiones y asegurar que arreglemos esto en lo inmediato, no podemos esperar más”. Aunque el pacto tuvo un buen efecto en lo inmediato, no fue suficiente.
V.D.: ¿Cuánto deben bajar las tarifas de energía, según el Gobierno?
I.V.: Con el pacto bajaron 4,6 %, en promedio. Ahora buscamos una reducción del 10 %. Hay que ver asuntos que no nos gustan en el mercado y es que las generadoras no le ofrecen a todo el mundo los contratos a largo plazo. O sea, no todas las comercializadoras pueden acceder a esos contratos. El efecto es que hay algunas comercializadoras y mercados de energía que quedan demasiado expuestos a lo que se llama precio en bolsa. Por eso, todo el tiempo está subiendo y bajando, y más en esta época que comienza a llover menos y las tarifas están superaltas. No tienen contratos de largo plazo que les respalden esa comercialización. La pregunta es por qué no le están vendiendo a todos los comercializadores por igual.
V.D.: ¿Ha habido privilegios al adjudicar este tipo de contratos?
I.V.: Eso, en economía, se llama que el mercado tiene irregularidades, fallas, es normal. Cuando los mercados tienen menos actores, las fallas son mayores. Creemos que, si hay fallas en el mercado, el regulador tiene que entrar a corregirlas. Dice: “Un momento, necesitamos que haya una obligación de venta de energía, por ejemplo”.
V.D.: ¿Eso quiere decir que el Gobierno quiere que haya más empresas operadores con la oportunidad de prestar el servicio?
I.V.: Sí, Vicky.
V.D.: Esa es una noticia importante.
I.V.: Queremos que haya una democratización en la generación de la energía. Que más gente y en diferentes escalas pueda producir energía. Queremos que haya comunidades energéticas.
V.D.: ¿Sienten que hay unos monopolios en ese sector?
I.V.: Nos interesa la democratización, es decir, que se diversifique el portafolio, que no haya barreras.
V.D.: Que no sean los mismos.
I.V.: Que no sean los mismos, que también haya iniciativas populares, comunitarias, barriales. Que digan: “Como nosotros vivimos en este conjunto residencial de vivienda de interés social, si ponemos paneles, podríamos estar generando energía a la red”. Eso lo hacen en España, en Alemania. Aquí es muy difícil hacerlo.
V.D.: ¿Por qué?
I.V.: Porque hay barreras.
V.D.: ¿De qué tipo?
I.V.: De todo tipo. Regulatorias y técnicas. Necesitamos hacer una transformación de esas tecnologías para poder habilitar que las comunidades, los barrios, las casas, el colegio, la Junta de Acción Comunal puedan generar energía.
V.D.: Obviamente, a todo el mundo le gusta que le reduzcan las tarifas de energía, pero a nadie le gusta que baje la calidad. ¿Cómo van a hacer?
I.V.: Lo ideal es un balance. Nosotros no vamos a sacrificar la calidad ni mucho menos. De hecho, en muchos casos, mejorando la calidad, se reducen las pérdidas técnicas y, al reducirlas, baja la tarifa. Eso se hace a través de la inversión en calidad y la expansión de las redes. Se necesita que ciertas cosas no pasen. Teníamos indexadas las tarifas al IPP (índice de precios al productor), que es la manera como se define la tarifa. Con el covid empezó a subir y la disparada fue exponencial y, obviamente, la consecuencia fue la subida de las tarifas. ¿Qué había qué hacer? Desindexar nuestra fórmula de ese indicador y utilizar otro que no se estuviera comportando como un loco en la inflación. No lo hicimos. Esa es de las cosas que queremos hacer, un indicador específico que refleje de mejor manera el comportamiento del sector.
V.D.: ¿Puede ocurrir que los operadores de hoy puedan ser intervenidos?
I.V.: En algún momento se intervino Electricaribe porque no estaba prestando un buen servicio, no podía pagar la energía que les debía a los generadores. Eso pasa cuando la empresa está en una crisis total. Nuestro objetivo es que ninguna empresa llegue a eso.
V.D.: Los empresarios dicen que se van a volver inviables porque, al bajar las tarifas, no van a poder subsistir.
I.V.: No vamos a bajar las tarifas a pupitrazo. Vamos a hacer una revisión de las metodologías tarifarias que necesitan ser revisadas desde hace años. Resulta que las mismas tienen un periodo de cinco años por ley y no se han revisado desde 1997. Esta es la oportunidad para asegurar que responda a principios de mercado adecuados y justos. Lo que nosotros queremos hacer aquí es con rapidez, celeridad, compromiso y pensando en el usuario. En muchas ocasiones, no se ha pensado suficientemente en el usuario. Se piensa mucho en la empresa, pero el otro actor clave del mercado es el que compra. Si quiebras al que compra, pues también quiebras el mercado. ¿Entonces, cómo se mantiene un mercado? Pues con un equilibrio entre empresas rentables. No nos interesa quebrar ninguna empresa ni intervenirla, no nos interesa quebrar a la gente.
V.D.: Con la subasta de energía que el Gobierno acaba de convocar, algunos dicen: “No me presento porque no hay seguridad jurídica, y si el presidente va a ser el regulador, a lo mejor las condiciones de hoy no me sirven para mañana”. ¿Qué les dice a quienes expresan esos temores?
I.V.: Que la seguridad jurídica no está cambiando. El hecho de que hagamos una revisión de las metodologías tarifarias es absolutamente obvio. Es lo normal que tiene que hacer una entidad que regula el servicio público de la energía, revisar los criterios, un indexador, el funcionamiento del mercado. Lo que se quiere es mejorar las condiciones de ese mercado y evitar que se profundicen las fallas.
V.D.: ¿Votó por Petro?
I.V.: Voté por Petro.
V.D.: ¿Le hizo campaña?
I.V.: Le hice campaña.
V.D.: ¿Algunos dicen que usted es cuota de Francia Márquez?
I.V.: (Risas) No. Este Gobierno no funciona con cuotas. Nadie en nuestro gabinete, diría yo, es una cuota.
V.D.: Pero alguien tuvo que recomendarla. Alguien tuvo que decirle al presidente: mire, esta señora puede ser la ministra de Minas y Energía.
I.V.: En la campaña estuve liderando un grupo que tenía que ver con ciencia, tecnología e innovación. Entonces, ahí me fui metiendo, porque estoy muy convencida de Petro, soy superpetrista. Siempre le he hecho campaña en la medida en que puedo.
V.D.: Es, además, fan de Petro.
I.V.: Sí, sí, siempre me ha encantado. Siempre he votado por él.
V.D.: O sea, ¿usted es petrista de corazón?
I.V.: Soy muy petrista de corazón, y soy ‘franciamarquista’ de corazón.
V.D.: ¿Pero al fin qué? ¿Es cuota de Petro o Francia?
I.V.: No, aquí no hay cuotas, le repito.
V.D.: ¿No es cuota de Francia? ¿Segura?
I.V.: Segura.
V.D.: Otros dicen que su papá es amigo del presidente y que usted entró al gabinete por él. ¿Eso también es paja?
I.V.: De las mujeres dicen muchas cosas de esas. Por ejemplo: “¿Por qué está ahí? No se lo merece, es la hija de, la esposa de, la hermana de”. Creo que es hora de que reconozcamos nuestros propios valores y alas. Estoy aquí porque soy ambientalista, comprometida, académica muy seria en este campo y estoy puesta por este Gobierno
V.D.: Y no porque alguien le haya dado la “patadita de la buena suerte”, como Jorge Barón…
I.V.: (Risas). ¿Sabe que no tenía televisión de niña? Entonces, no sé cuál es la “patadita de la buena suerte” de Jorge Barón.
V.D.: Jorge Barón siempre les daba una “patadita de la buena suerte” a los artistas que iban a lanzar un trabajo musical. Entonces, siempre les iba bien.
I.V.: Entonces, creo que no hay “patadita de la buena suerte”.
V.D.: Dicen que el gabinete está dividido. Que de un lado están usted y las ministras Carolina Corcho y Susana Muhamad. Y del otro están los ministros José Antonio Ocampo, Alejandro Gaviria y Cecilia López. ¿Eso es verdad?
I.V.: Es verdad que somos un gabinete diverso y que hay unas relaciones naturales. Por ejemplo, tengo que ser pana de Susana, tenemos que estar en el mismo lado. Eso no quiere decir que seamos compinches y hagamos un corrillo. No. Eso quiere decir que nuestras políticas tienen que estar alineadas porque la visión de este Gobierno es que el ordenamiento minero se circunscriba al del agua. Tengo mucha empatía con Carolina Corcho, me encanta también Gloria (Inés Ramírez), porque tiene mucha experiencia. Y tengo otras empatías. Por ejemplo, Osuna me encanta, al igual que Velásquez. Es muy sereno, muy pausado.
V.D.: Velásquez debe hablar poquito en los consejos de ministros.
I.V.: Cada vez que habla, lo hace con mucha inteligencia porque habla siempre asertivamente. No sé si es mucho o poquito. No es de grandes discursos. Es de apuntes buenísimos. El de Ciencia también me gusta mucho, porque el doctor Luna es joven también. Ambos venimos de la academia. Decía que con el doctor Ocampo siento mucha empatía por haber sido académicos.
V.D.: Pero entre ustedes hay grandes diferencias.
I.V.: Pues diferencias en edad, grandísimas…
V.D.: Se va a poner bravo (risas).
I.V.: Pero es lo más verdadero (risas).
V.D.: Pero no me dijo nada de Alejandro Gaviria.
I.V.: Me cae bien.
V.D.: ¿Sí? O sea que a usted le caen bien todos…
I.V.: Sí.
V.D.: Pero le caen mejor las que mencionó primero.
I.V.: Todos me caen bien. Somos un equipo diverso, tenemos diferentes roles respetables y podemos aprender los unos de los otros. Lo importante es que vamos a defender a este Gobierno y a hacer realidad las políticas del cambio. No es fácil cambiar y no es fácil hacerlo si partimos de profundizar las diferencias. Más bien se trata de que, desde la diferencia, podamos construir un camino común.
V.D.: ¿Está de acuerdo con la reforma a la salud de Carolina Corcho aunque esa no sea su cartera?
I.V.: Esa no es mi cartera, pero estoy segura de que tenemos que hacer un cambio en el modelo de aseguramiento. Tenemos que hacer un cambio respecto a que la salud llegue también a las poblaciones rurales y a las poblaciones históricamente desatendidas.
V.D.: Pero una cosa es mejorar el sistema de salud y otra destruirlo.
I.V.: No vamos a dañar nada. Ni en salud ni en minería. Aquí vinimos a cuidar. El gobierno para la vida es del cuidado, y cuidar significa ver hacia esas otras poblaciones que históricamente han sido marginadas. Hoy estar viendo hacia allá es hacer una reforma a la salud. Seguirá la reforma pensional, la laboral y en algún momento el Código de Minas.
V.D.: ¿Qué sorpresas va a tener ese Código de Minas?
I.V.: Sorpresas no creo. Todos los sectores, incluido el corporativo, estamos de acuerdo en que ese código necesita renovarse. Es del 2001, es decir, más de dos décadas en donde el mundo minero ha cambiado. Tenemos que hacer algo para que haya un reconocimiento a esos pequeños mineros y asegurar que la formalidad nos permita tener una minería más limpia. La minería informal lastimosamente termina también arrastrada a la utilización de unos tóxicos que son terribles para la salud y el ambiente.
V.D.: En la minería, ¿apuesta por más empresas colombianas o extranjeras?
I.V.: De todo tipo. Nos interesa la inversión extranjera. Hay sectores que necesitan recursos cuantiosos y sería ideal poderlos traer. Por ejemplo, hay un tipo de minería del cobre que es subterránea y necesita enormes inversiones, y estamos abiertos y dándole una bienvenida a esa inversión extranjera directa. Que venga con responsabilidad social y ambiental. Toda la minería debe ser idealmente titulada. En este momento, por ejemplo, el 87 % del oro que se extrae en el país se hace en un marco de minería no formal. Lo que queremos es traer a la formalidad a esos mineros.
V.D.: ¿Y cómo les va a quitar la explotación ilegal a los grupos armados ilegales?
I.V.: Es un enorme desafío. Estamos insistiendo en que el Código de Minas es la herramienta con la cual podemos hacer un cambio estructural en ese mundo de la no formalidad minera y en el cual también entran actores armados.
V.D.: ¿Cuál es el pensador que más le gusta?
I.V.: Me encanta Paulo Freire.
V.D.: ¿Por qué?
I.V.: La pedagogía del oprimido es de las cosas más inspiradoras que he escuchado. Es esta idea de que te educas para que la gente pueda ser libre. Me parece bellísimo.
V.D.: La exviceministra Belizza Ruiz también alertó sobre la posibilidad de un racionamiento en Bogotá si no se cumplen unas metas.
I.V.: Hoy no hay una alerta de racionamiento. Hay demoras en unos proyectos y tienen que ver también con discusiones sociales. Ha habido gente que dice: “Por aquí no quiero que me pase mi línea de transmisión porque me daña el paisaje”. Eso es complicado de manejar porque se van retrasando los proyectos. Por tanto, ese es un fantasma que es más amenazante que real. Como que hay alguien que quiere que se difunda el rumor…
V.D.: Para infundir miedo.
I.V.: Como para meter miedo. Eso me parece que es un ejercicio de generación de miedo.
V.D.: Pero eso lo dijo su exviceministra de Energía.
I.V.: Imagínese. Pero el hecho de que no vayamos a entrar en racionamiento mañana no significa que nos vamos a cruzar de brazos, sino al contrario. Hay que reconocer que hay unos desafíos y que tenemos que seguir adelante para evitar cualquier problema en el futuro.
V.D.: Ministra, ¿todavía piensa que es bueno decrecer?
I.V.: (Risas).
V.D.: Eso le sacó canas, ¿no?
I.V.: (Risas). A ver, el decrecimiento es una teoría…
V.D.: Antes de que me explique, ¿la embarró cuando se puso hablar de decrecimiento? ¿Era el momento y el lugar?
I.V.: Ese día fui más profesora que ministra. Tal vez mi error fue creer que el concepto se entendía, que todos en el auditorio sabían qué era decrecimiento. Era un auditorio del sector minero.
V.D.: Y, entonces, usted pensó que la iba a sacar del estadio hablándoles de decrecimiento…
I.V.: Sí, claro, pensé: aquí estamos todos en lo mismo. No calculé que no se conociera el concepto y ese fue el error que cometí. Creo que me faltó precisar que hay unos sectores que tienen que creer, eso hace parte de esa teoría. En el caso de Colombia, deben crecer el turismo, la agroindustrialización, las energías verdes y habrá otros que tienen que decrecer y lo vemos a nivel global.
V.D.: ¿Cuáles?
I.V.: (Risas)… ¿Aprendí?
V.D.: Sí, ha aprendido bastante. La veo bastante fluida en la entrevista.
I.V.: Gracias, Vicky.
V.D.: Ahora sí, dígame cuáles son esos sectores que tienen que decrecer.
I.V.: A nivel global está decreciendo el sector del carbón porque hay compromisos de descarbonización por la crisis climática.
V.D.: ¿Qué más debe decrecer?
I.V.: La economía ilegal de la cocaína.
V.D.: Obvio, pero está creciendo en Colombia, ¿cómo le parece?
I.V.: Sí, está creciendo, pero debería decrecer. El otro día leí un informe sobre cómo el fentanilo en Estados Unidos ha desplazado a la cocaína y la ha puesto en un segundo plano en el consumo. Quién sabe que vaya a pasar con nosotros.
V.D.: Sin embargo, también un funcionario de Estados Unidos alertó esta semana que está llegando más cocaína de la que siempre llegaba.
I.V.: ¿Ah, sí?
V.D.: Sí.
I.V.: Tremendo. ¿Y está llegando de Colombia
V.D.: Sí. Está entrando más cocaína a Estados Unidos que siempre. Ya que estamos hablando de drogas, ministra, ¿ha consumido alguna vez?
I.V.: Esa es una buena pregunta, Vicky. Estoy pensando que el alcohol es una droga. He consumido ese tipo de drogas y en algunos momentos de la adolescencia hice alguna experimentación.
V.D.: ¿Qué probó?
I.V.: No, Vicky.
V.D.: No importa. Usted no es mojigata, es una pelada.
I.V.: No, pero no voy a decir aquí.
V.D.: Usted dizque del Gobierno del cambio, ¿cómo no va a poder contar eso?
I.V.: Son mis intimidades. Pero te voy a decir que me encanta la cerveza.
V.D.: No me salga con ese cuento tan chimbo.
I.V.: Es muy sincero.
V.D.: Pero me dijo que experimentó con drogas siendo jovencita. ¿Qué probó? ¿Marihuana?
I.V.: No voy a responder.
V.D.: Está bien. ¿Está de acuerdo con la legalización?
I.V.: Sí, porque creo que mantener las drogas ilegales lo que hace es darle más fuego a un mercado ilegal y en esos mercados es donde también se reproduce la violencia.
V.D.: ¿Está de acuerdo con la paz total?
I.V.: Muy de acuerdo.
V.D.: En lo que tiene que ver con los narcos, las trampas que han tratado de hacer y las polémicas alrededor de estos personajes, ¿qué piensa?
I.V.: Creo que hay que ir a la base de la información. Hubo mucho chisme. La paz total tiene una agenda muy transparente, hay que creerle a Danilo Rueda, que es el vocero oficial.
V.D.: Rueda reconoció, por ejemplo, que sí había un cartel de abogados cobrándoles hasta un millón de dólares a los narcos para entrar a la paz total.
I.V.: No dudo de que haya quienes en el río revuelto quieran aprovechar, pero lo clave es reconocer que el esfuerzo que está haciendo este Gobierno es muy honesto, muy transparente.
V.D.: ¿Cómo ve la posibilidad de que la primera dama, Verónica Alcocer, sea candidata presidencial en el 2026?
I.V.: Me parece que las mujeres debemos poder soñar con ser líderes, con ocupar cargos directivos, con ser presidentas, ministras, senadoras, rectoras. Creo que tenemos una enorme brecha que cerrar. Ojalá que esas alas vuelen alto.
V.D.: O sea que le gustaría que Verónica Alcocer fuera candidata.
I.V.: Me gustaría que ella y otras lideresas pudieran aspirar, llegar hasta ahí y demostrar esa enorme fortaleza que podemos tener.
V.D.: ¿Usted votaría por ella?
I.V.: Votaría por una mujer como Verónica y otras que también conozco que son muy buenas líderes, que proyectan una visión de cambio.
V.D.: ¿Como Francia Márquez?
I.V.: Sí.
V.D.: ¿Votaría por Francia?
I.V.: Sí, de hecho, voté por Francia y Petro.
V.D.: Si le toca decidir entre Francia y Verónica, vota por Francia, veo.
I.V.: ¿Y qué tal que sean presidenta y vice?
V.D.: Ah, también puede ser…
I.V.: Un combo de mujeres sería increíble.
V.D.: Si no hubiera sido mujer, sino hombre, y no fuera la ministra, sino el ministro Vélez, ¿cree que le hubieran dado tan duro?
I.V.: No creo. A las mujeres nos juzgan con otro rasero. Nos juzgan con un rasero que a veces es el de la apariencia física, donde los errores nos los cobran tres veces.
V.D.: Bueno, nos dicen brutas, gordas, viejas, feas...
I.V.: Brujas.
V.D.: Brujas, sí.
I.V.: Histéricas.
V.D.: Es mejor que le digan a uno gorda, vieja y fea, y no bruta.
I.V.: Claro, eso es verdad. Tengo esa misma sensibilidad cuando intentan hacerle creer a uno que no está cualificada.
V.D.: Excúseme esta pregunta porque el término es fuerte. Cuando le han dicho bruta, ¿le vuelan la piedra?
I.V.: Respiro, respiro y recuerdo todos mis logros, uno a uno, mis esfuerzos y me convenzo de que no es personal, es político.
V.D.: Al principio, ¿expresarse le costaba trabajo?
I.V.: Sí, es que creo que esto de tener cámaras por todos lados era atemorizante.
V.D.: ¿Ya no?
I.V.: Ya no, porque uno las naturaliza. Cuando uno las ve, sabe que hacen parte de la estantería. Le para uno menos bolas al sonido de las cámaras cuando le están tomando las fotos.
V.D.: ¿Se acuerda del día en que le llamaron la atención por leer en el Congreso?
I.V.: Fue en uno de los casi 20 controles políticos que me hicieron el semestre pasado. Llevé un documento porque justo dos días antes me habían dicho: “Es muy importante que lleves documentos para que no se te pierdan las ideas”. Lo hablamos en genérico en ese momento con quien me estaba preparando. No distinguimos entre seminarios, congresos y Congreso. Entonces llegué ese día al Congreso.
V.D.: Con todos sus apuntes.
I.V.: Sí, con todos mis apuntes, sin conocer que no se podía leer y comencé a hacerlo. Inmediatamente me dicen: “No puede leer”. Para mí eso está bien, no necesito leer, de profesor uno nunca lee cuando expone. Entonces, hice toda mi exposición superbién, superfluida, todo perfecto. Cuando salgo, recibo una llamada de alguien muy importante que me dice: “¿Qué pasó ahí?”. Eso fue en la Comisión Quinta del Senado. Luego me doy cuenta de todo lo que estaban diciendo.
V.D.: ¿Y quién la llamó?
I.V.: Me llamaron de Presidencia.
V.D.: ¿Laura Sarabia?
I.V.: Me llamaron de Presidencia.
V.D.: Laura Sarabia la llamó y le dijo: oiga, ¿qué le pasó?
I.V.: Sí, preocupada. Yo estaba tan tranquila, pero me ha pasado todas las veces, o sea, todas las veces me ha pasado que salgo tranquila porque me parece que son comportamientos naturales y puedo reponerme, pero resulta que se arman grandes polémicas.
V.D.: ¿A veces no le dan ganas de tirar la toalla?
I.V.: Ha habido momentos duros.
V.D.: ¿Cuál ha sido el más duro?
I.V.: El día en que me dijeron que me iban a hacer moción de censura. Me llamaron a las 5:45 de la mañana. Estaba todavía en mi cama y comencé a llorar y dije: no me quiero parar. No sé qué significa esto o qué me toca hacer. ¿Qué hice tan grave? La verdad es que esa moción de censura es de las cosas bellísimas de la vida, porque los grandes desafíos se convierten en enormes oportunidades.
En ese momento, algo que creía que iba a ser terrible se me convirtió en la oportunidad de acercarme al Senado. Me vi con senadores y representantes. Durante un mes me dediqué a eso. Hasta me armaron una oficinita improvisada en el Congreso, donde David Racero, que es supergeneroso. Me dijo: “Si vas a estar aquí todo el día, te organizo esta esquinita”. Se me convirtió en una oportunidad para conocer a los partidos, a sus presidentes, a las diferentes comisiones, hablar con todos. He logrado relaciones increíbles con los congresistas.
V.D.: ¿Ese fue el único día que lloró?
I.V.: Hubo otro día también durísimo, un día en una noche, que estaba agotada. Esto es como el ave fénix, es morir y renacer, morir y renacer. Lo que le voy a contar fue un día de una muerte. Estaba tan triste que pensé que no me iba a parar, no me veía con fuerzas y le dije a mi secretaria privada que cancelara todo. Ella me miró extrañada. Le respondí: de verdad, estoy agobiada. Pero llegué a mi casa, tal vez a las 10:00 p. m., que es la hora usual, y cuando sonó el despertador al otro día, a las 5:45 a. m….
V.D.: Se paró…
I.V.: Sí, me paré y dije: otro renacer, sí puedo.
V.D.: ¿Algún día le ha renunciado al presidente?
I.V.: No, nunca. Tiene que ver con que no soy impulsiva y tengo un compromiso demasiado profundo con este Gobierno. Siento que la historia nos dio esta oportunidad. Es una ventana que tenemos que hacerla una puerta y por donde tenemos que dejar entrar la luz.
V.D.: No la puedo dejar ir sin preguntarle algo: si el presidente Gustavo Petro, por alguna razón, decide que quiere quedarse después del 2026, ¿lo apoyaría?
I.V.: El presidente nunca haría eso.
V.D.: Si lo hace, ¿lo apoyaría?
I.V.: Estoy segura del criterio del presidente en este sentido. Él tiene una convicción, cree que se necesita la renovación en el poder y esa renovación es sensata. No es algo que tenga que preguntarme. Me parecería que no sería mi presidente el que hace ese tipo de cosas.
V.D.: ¿Quién tiene la razón: Rusia o Ucrania?
I.V.: Ninguno, en una guerra nadie tiene la razón, una guerra es terrible, saca lo peor de cada quien, el peor armamento, la peor estrategia, los peores odios y en la mitad siempre queda la población civil. Nadie tiene la razón. La guerra debería terminar y Colombia debería ayudar a que termine. Todos los países de Europa deberían estar haciendo más esfuerzos para que esa guerra pare ya.
V.D.: ¿Cómo se ha sentido cuando la han culpado por la disparada del dólar?
V.D.: ¿Se ríe?
I.V.: Sí, me río, porque digo: no, pues, qué tal que tuviera tanto poder. ¿Sabe qué me pareció fantástico? Cuando pasó lo de Davos. Allí hablé de los hidrocarburos y todo el mundo decía: va a subir el dólar y resulta que bajó, y la acción de Ecopetrol subió. En ese momento en que las condiciones eran favorables en la economía, nadie dijo que fue mi logro.
V.D.: ¿Quién va a ser el presidente de Ecopetrol?
I.V.: Está todavía en selección. Me gustan los que están sonando.
V.D.: ¿Cuál le gusta más?
I.V.: Es una decisión que va a tomar la junta directiva. Estoy segura de que los candidatos que van a llegar van a ser los ideales.
V.D.: Deme un nombre que le guste, dos nombres, algo.
I.V.: Dos nombres: Ricardo Roa y Saúl Kattan.
V.D.: ¿Cuál de los dos le gusta más?
I.V.: Esas son las preguntas que le encantan a mi hija de 5 años todo el tiempo. Dice: “¿A quién quieres más, a mi hermano o a mí? ¿Qué te gusta más, el de fresa o el de mora?”.
V.D.: ¿Y usted qué le dice?
I.V.: Que a los dos. Que los amo con mi corazón.
V.D.: ¿Extraña ser profe?
I.V.: Sí.
V.D.: ¿Cómo le decían los alumnos?
I.V.: Profe, todavía me dicen profe.
V.D.: ¿Es de izquierda o de centro?
I.V.: Soy progresista y feminista.
V.D.: Explíquele a la gente eso qué significa.
I.V.: Yo soy de izquierda desde chiquita. Nací en la Universidad Nacional, en las residencias estudiantiles, y una de mis primeras palabras fue: “Compañelo, compañelo”.
V.D. ¿Qué se ve haciendo después del Ministerio?
I.V.: No sé, por ahora que este Ministerio salga superbién.
V.D.: ¿Quiere tener más hijos?
I.V.: No. Tengo mis dos hijos hermosos y hasta aquí.
V.D.: Me quedó debiendo la pregunta de la droga que no me quiso contestar. Salió más mojigata que yo, y eso ya es mucho.
I.V.: Risas.