NACIÓN

La verdad sobre los diez ecuatorianos asesinados cruelmente por Guacho en la frontera

El 21 de marzo del 2018, Walther Arizala, líder del Frente Óliver Sinisterra, le declaró la guerra al Ecuador. En su afán por causar terror, secuestró y mató a diez personas, entre ellos tres periodistas de El Comercio. Un año después de las tragedias, dos periodistas recogieron los hechos en un libro necesario e imperdible.

Edison Paucar*
18 de marzo de 2019
El libro se presentó el 31 de enero del 2019 en la Universidad San Francisco de Quito. | Foto: Asesinatos de Guacho. Fotomontaje: SEMANA

‘Guacho’ se desespera si una bruja no está a su lado para que lo rece. Cree que pierde fuerzas, que las balas de los militares le van a alcanzar. Es una persona supersticiosa. Un narcotraficante fanático de la magia negra, pesada. Lleva en su cuerpo amuletos y cadenas; la gente creía que era inmune a la muerte porque estaba ‘rezao’.

Este es uno de los perfiles del delincuente más peligroso del último tiempo. La historia se  recoge en Rehenes: un libro pulcro, revelador, con una prosa acogedora y precisa.

También puede leer: El fantasma de Guacho todavía espanta

Los autores del texto son dos periodistas ecuatorianos con amplia trayectoria, que han seguido el tema de la frontera colombo-ecuatoriana de cerca. María Belén Arroyo es editora política de la Revista Vistazo. Arturo Torres fue editor general de Diario El Comercio y publicó Juego del Camaleón, relacionado con el tema del narcotráfico en la frontera.

Torres, en la introducción de Rehenes, nos dice que empezó a trabajar en la continuación de su primer libro. Y, sin advertirlo, sucedió el secuestro de sus colegas Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra. La pérdida como punto de quiebre en la narrativa. La escritura como un acto necesario para sanar el alma; recuperar el aliento.

Origen del proyecto

En el preludio de la historia está la carne. Arturo Torres toma la palabra. Cuenta que en el mes de enero, él se despedía del periódico en el que laboró cerca de dos décadas. Iba a iniciar un nuevo proyecto literario, siguiendo un tema silenciado y olvidado por los gobiernos de turno.

Pero el panorama se recrudeció. El tráfico de drogas de los grupos que operaban en la frontera salió a la luz. Los ciudadanos no entendían qué sucedía. Ciertos policías y funcionarios públicos que lo sabían, no procedieron de la forma correcta. ¿Cómo es que en Esmeraldas y Carchi mandaban grupos disidentes que solo entendían el lenguaje del dinero, la amenaza, el plomo y la detonación?

Le puede interesar: Tras la muerte de Cadete y Guacho, así va la guerra contra las disidencias de las Farc

El 27 de enero del 2018 un coche bomba explotó afuera de un cuartel de Policía en San Lorenzo, cantón de Esmeraldas. El 20 de marzo, una detonación de un explosivo mató a tres infantes de marina; un cuarto soldado, herido de gravedad, fallecería días más tarde.

Los hechos ocurrieron en la cabecera parroquial de Mataje, poblado fronterizo de Ecuador. El 26 de marzo, el equipo periodístico de Diario El Comercio sería plagiado en el mismo lugar. Dos semanas después, los asesinarían tras las negociaciones fallidas del gobierno con ‘Guacho’.

De aquí para adelante, los datos son más difíciles de descifrar. El estado calla. Las sospechas se incrementan. Entre el 11 y 12 de abril, habrían secuestrado a Katty Velasco y Óscar Villacís. Semanas después, esta joven pareja aparecería muerta.

Una de las imágenes inéditas que aparece en el libro Rehenes.

Y el sábado 12 de mayo, posiblemente, habrían plagiado al cabo segundo Wilson Ilaquiche, en Tobar Donoso, poblado de Carchi. Casi diez meses después de su desaparición, su cuerpo fue encontrado de casualidad en la morgue de Tumaco, por sus familiares.

Nadie se cansa

El gobierno de Ecuador con el panorama de secuestros y asesinatos no se sentía a gusto. La imagen de las autoridades se desgastaba. Se oscurecían. Intentaron, entonces, separar los hechos. Analizar cada caso de manera aislada; revictimizando, en varias ocasiones, a los diez difuntos.

Pero Arturo Torres y María Belén Arroyo no separaron los hechos. Sabían que su viaje recién empezaba. Querían reportear. Sacar a la luz los informes que eran ocultados por altos funcionarios. Intentaban exponer cómo ocurrieron los hechos. Intentaban, sobre todo,  entender por qué.

Se lee en su libro: “Nosotros –colegas de los asesinados– decidimos iniciar nuestra propia ruta. En medio de la incertidumbre, con la sensación de tener una deuda impostergable frente a su memoria. Con la angustia de imaginar las horas de dolor y sufrimiento en manos de sus verdugos. Con la responsabilidad de narrar desde el terreno de lo factual, y no desde las emociones, el secuestro y la ejecución, en el contexto de la crisis de violencia en la frontera norte”.

Rehenes es el inicio de la búsqueda de una historia con revancha a verdad. Una exploración hacia las sospechas agrietadas –constancia de entender que la negligencia gubernamental se lava las manos: siempre culpa a un tercero–. Y las preguntas ahí, latiendo constantemente. ¿Por qué ejecutaron a los plagiados? ¿Quiénes negociaron? ¿Por qué el gobierno decidió mal en todos los casos?

Puesta en escena

Si bien el libro inicia hablando de Walther Arizala, con el transcurrir de las páginas sabremos que él es solo un pretexto para abordar un problema más grande: el narcotráfico en la frontera. Y los periodistas realizan una contextualización precisa –a momentos reiterativa, pero necesaria–para saber que los casos sucedidos no son espontáneos, sino que se han acumulado por pactos, malas decisiones y el olvido de los gobernantes.

El lunes 11 de marzo, mientras bebemos un café en una cafetería de Quito, Arturo Torres me dirá: “En el libro hay una línea argumental en la cual decimos que todos los casos están conectados. Tienen un denominador común: fue parte de la estrategia del Frente Óliver Sinisterra. El 21 de marzo, ‘Guacho’ le había declarado la guerra al Ecuador”.

Cuando terminamos el café, Arturo me obsequia el libro Rehenes. Yo le agradezco el detalle. Salimos conversando hasta el umbral del local. Le comento que Javier Ortega fue mi amigo en la universidad. Una corta sonrisa brota antes de la despedida.

Un poeta bajo toda sospecha

Galo Ortega, padre de Javier, menciona que el sueño de su hijo era ser escritor; quería publicar un libro. “No sé en qué momento decidió ser periodista. Habíamos viajado a España, y él se graduó del colegio con buenas notas. Un día nos sorprendió, anunciando que volvería a Ecuador, era responsable y dedicado, cuando le veía apurado, le planchaba con cariño sus camisitas para ir al trabajo”.

Termino de leer estas palabras y me quiebro. Siento que un bloque de hielo seco se deslíe en el puerto de mi pecho. La pregunta surge: ¿qué querías escribir, amigo? Y luego: ¿qué es escribir? En la sala de redacción del periódico donde trabajo, miro a mis compañeros tecleando concentrados y me vuelvo a interrogar: ¿por qué, para qué y para quién escribimos?   

Cada nota en el periódico, mostraba el compromiso de Javier por contar historias y atraparnos en las escenas. Quizá la lucha más difícil en el oficio, es saber escoger las palabras precisas. El sonido único. Por eso, quizá, siempre sobresalgan los poetas que, sin saberlo, sueñan y se pierden en el eco de la luna. Cada verso como brisa. Cada despedida como un acto de reencuentro.

Rehenes es un libro necesario para entender que en medio del magma de maldad, hay regazos de lírica, belleza y paz. Un tratado para conocer mejor a los amigos que perdimos. Una historia para sonreír con las posibilidades nuevas que surgen –como la de saber que Javier, en verdad, quería escribir un poemario y llenar de versos el mundo–.

La historia que construyeron Arturo Torres y María Belén Arroyo es esencial para cualquier amante de la verdad. Un libro que se ubica entre lo mejor que se ha publicado en periodismo narrativo e investigativo en estos últimos años.

Posdata:

  • Mientras terminaba de escribir este artículo, en la frontera de Ecuador y Colombia, la guerra que libran el Frente Óliver Sinisterra y Los Contadores hizo que alrededor de 200 personas de nacionalidad colombiana dejen su hogar. Las personas desplazadas llegaron al poblado de Palma Real, Esmeraldas, donde no saben qué sucederá con ellos a futuro.
  • El sábado 16 de marzo del 2019, un carro intentó atropellar a soldados ecuatorianos en el cantón San Lorenzo. Los uniformados respondieron al ataque, mientras el vehículo huía. Luego de dos horas, uno de los ocupantes del auto falleció en un centro de salud. Aún se investigan los hechos.
  • Los presidentes Lenín Moreno e Iván Duque no han presentado hasta la fecha un plan a mediano o largo plazo para detener el problema del narcotráfico en la frontera norte.

*Escritor y periodista ecuatoriano.