Indígenas de la etnia Misak tumban la estatua del conquistador español Sebastián de Belalcázar. Foto: Julián Moreno / AFP
Indígenas de la etnia Misak tumban la estatua del conquistador español Sebastián de Belalcázar. Foto: Julián Moreno / AFP | Foto: AFP

CAUCA

‘Cacería’ contra los indígenas Misak que tumbaron estatua en Popayán

Grupos de supuestos activistas amenazan con dañar la sede de los indígenas y expulsarlos de la ciudad. El alcalde López y la Policía ofrecieron cinco millones de recompensa para capturar a quienes participaron del hecho.

18 de septiembre de 2020

“Saquemos a esos desgraciados de aquí (...) Vamos a dañarles sus truchas”, se lee en una de las conversaciones -que se hicieron públicas- de un grupo de WhatsApp de supuestos activistas de Popayán que se autodenomina “gente de bien”. Se refieren a los indígenas Misak que el pasado miércoles en la tarde tumbaron la estatua del colonizador Sebastián de Belalcázar, ubicada en el Morro, uno de los sectores turísticos de la capital del Cauca. “Lo otro es dañarles las sedes indígenas que tienen en la ciudad”, agregan.

El acto simbólico de los Misak para castigar a la memoria del colonizador español por genocidio, despojo y acaparamiento de tierras, desaparición física y cultural, ha suscitado un profundo debate en Colombia sobre el tratamiento de la historia del país. No obstante, ese mismo acto también ha avivado en el Cauca las rencillas entre las comunidades indígenas y grupos de ciudadanos que vienen desde el paro -con bloqueo de la vía Panamericana- del año pasado.

En aquella ocasión, los indígenas bloquearon por 27 días el principal paso vehicular que une el sur con el centro del país por supuestos incumplimientos del Gobierno nacional a compromisos pactados. Pero la situación más crítica se vivió en Popayán, donde decenas de ciudadanos furiosos por las reclamaciones de los pueblos nativos fustigaron la sede del Consejo Regional Indígena del Cauca para presionar una apertura rápida de la vía.

La confrontación logró ser controlada por las autoridades, pero algunas heridas quedaron abiertas y la vieja rencilla se avivó con el acto de los Misak, que la autodenominada “gente de bien” consideran vandalismo y terrorismo contra los símbolos de la capital caucana. Así las cosas, ya está puesto en marcha un plan para interceptar a quienes tumbaron la estatua para obligarlos a salir de la ciudad o llevarlos ante la justicia.

A las amenazas por los grupos de WhatsApp se suma un panfleto firmado por un grupo llamado Resistencia Civil Sebastián de Belalcázar, que declara a los indígenas Misak personas no gratas en Popayán. “Estaremos atentos ante cualquier rebelión de su parte”, señala el escrito y advierte serán los indígenas culpables del derramamiento de sangre “que pueda haber en caso de taponamiento de vías. Están todos plenamente identificados”.

Ofrecen recompensa

Este jueves en la tarde, el alcalde de Popayán, Juan Carlos López Castrillón, ofreció cinco millones de recompensa para quien entregue información sobre el paradero e identidad de los indígenas misak que tumbaron la estatua de Sebastián de Belalcázar. Esta salida fue tomada como una intimidación, pues no tuvo nada que ver con lo que miles pedían en redes sociales: una revisión de la verdad oficial en la que “saqueadores” se convirtieron en héroes.

El anuncio lo hizo acompañado del mayor general Jorge Luis Vargas, director de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional, quien señaló que la Fiscalía está identificando a los responsables. “Es prioridad para la Policía, Fiscalía y Popayán identificarlos. Desde ayer se ha ofrecido una recompensa. Con prioridad se desplazaron unos investigadores desde Bogotá para apoyar a las autoridades de la ciudad para recopilar todos los datos alrededor de este daño al patrimonio de la ciudad”, señaló el uniformado.

Frente a este anuncio, centenares de personas iniciaron una campaña en redes sociales en apoyo a la comunidad Misak. Fotos con carteles escritos en color rojo señalan: “alcalde, fui yo”.

Lo que piden los indígenas

Entre sus razones alegan que la estatua de Belalcázar ubicada en el Morro hace más de 80 años fue producto de una promesa incumplida por parte del Estado. La idea original era ubicar en ese sitio un monumento al cacique Pubén, a quien atribuyen la fundación de Popayán, y la de Sebastián ponerla en la plazoleta de San Francisco. Sin embargo, solo hicieron una estatua y fue la del colonizador español.

“La estatua hace parte de la violencia simbólica que nos ha oprimido y nos ha puesto en un lugar de olvido. Los pueblos ancestrales no hacemos parte de la historia colonial”, agregan los Misak, y aseguran que lo que ocurrió este miércoles en la tarde fue un acto de justicia con la persona “que tras el hambre de oro, llevo a nuestros pueblos a la reducción demográfica más alta, el más alto índice de desaparición de indígenas durante los primeros años de la conquista”.