VIOLENCIA

“Se creía dueño de mí, decidió que si no estaba con él, tenía que estar muerta”

María Isabel Covaleda reconstruye cómo fue su relación con Camilo Sanclemente, el hombre al que acusa de intentar matarla porque no accedió a estar con él.

23 de septiembre de 2016
María Isabel Covaleda denunció que recibió una brutal golpiza por parte de su exnovio Camilo Sanclemente. | Foto: Carlos Julio Martínez

La huilense María Isabel Covaleda denunció esta semana a través de redes sociales que su exnovio el administrador de empresas Camilo Sanclemente la golpeó brutalmente porque ella no accedió a volver con él. La noche del ataque, el viernes 16 de septiembre, Covaleda hizo la denuncia en la Fiscalía y tres días después su expareja quedó en libertad.

Desde ese momento, no hay ningún avance en el caso. Ella denuncia que todavía no le han asignado un fiscal para ampliar la denuncia y que no tiene ningún esquema de protección.

El abogado de Sanclemente, Luis Fernando Becerra, aseguró que su equipo está "recogiendo la información" suficiente para pronunciarse. Aseguró, además, que los testimonios de otras mujeres que han a aparecido esta semana, señalando también ser víctimas de agresiones de Camilo Sanclemente, son “especulaciones”. “Me toca actuar con prudencia. Una vez tenga todos los elementos probatorios, lo anunciaremos".

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Semana.com habló con María Isabel Covaleda sobre su relación con Sanclemente y el infortunado desenlace. Este es su testimonio:

“Camilo y yo estuvimos juntos siete meses. Nos conocimos una noche en una fiesta. Yo vivía en Neiva pero constantemente viajaba a Bogotá. Finalmente me vine a vivir a Bogotá. Yo llevaba cinco años sola, sin pareja.

Desde el principio iba a un ritmo muy intenso: me llamaba y me enviaba mensajes todo el tiempo, muy pronto me empezó a decir “te quiero” y “te amo”, y me reclamaba porque yo no le respondía igual.

Estaba siempre pendiente y presente; me acompañaba todo el tiempo y a todas partes. De entrada me pidió que fuera su novia, viajó a conocer a mi familia y me presentó a la suya.

Como yo estaba casi todo el tiempo sola en mi casa con mi hija de cinco años, empezó a permanecer mucho con nosotras. Más que dejarme convencer por sus encantos y por el esquema de príncipe que él tiene montado, yo agradecí encontrar a alguien que estuviera a nuestro lado.

Lo primero que empezó a molestarme es que era muy posesivo. Después me preocupó una reacción de furia que tuvo cuando veníamos de Neiva para Bogotá en el carro. Él había dejado su cámara de fotos en mi casa y se molestó mucho por eso. Yo le exigí que se calmara, que respetara a mi hija que estaba presente. Mi hija siempre está conmigo. Hoy en día creo que fue ella quien impidió que antes sucediera algo peor.

Empezamos a tener peleas constantes. Y en esas peleas él siempre terminaba culpándome. Me llamaba egoísta, desagradecida, desconsiderada, manipuladora, y luego pasó a insultos como “zorra” y “culipronta”. Empezó a alejarme de mis amigos. Yo empecé a tenerle mucho miedo y él a controlar todos mis espacios.

Cuando peleábamos se iba a mi casa a la madrugada, me hacía escándalos, me escribía mensajes cada segundo por whatsapp. Cuando él está enojado te hace sentir la peor y al otro día te llega con flores. A él le gusta que estés muerta del miedo, sentir que puede dominarte. Por eso cuando me gritaba, yo le hablaba más duro y lo desarmaba. Empecé a comportarme como una persona que no soy para defenderme y detener su ira.

Él es un machista puro. Ejerce su poder de macho sobre ti para que le tengas miedo, para que hagas lo que él quiera, para destruir tu autoestima y someterte primero psicológica y luego físicamente.

Pero la peor parte vino el último mes. Me miraba los chats del celular, insistía en que yo lo estaba engañando. La mañana del lunes 12 de septiembre estábamos discutiendo en mi casa y él me empujó con la cabeza, como un toro. Yo intenté levantarme y volvió a empujarme.

Le exigí que se calmara, que recordara que mi hija estaba ahí, y no sé cómo logré que se fuera de la casa. Luego él resultó indignado, diciendo que yo era la que le había pegado. Me decía: “Eres una mentirosa. Una embustera. Nos estabas engañando a tu hija y a mí con tus mentiras”. Ese día le dije: “Esto se acabó”.

Nos volvimos a encontrar el viernes de esa misma semana en un evento en el teatro Faenza. Durante la noche él empezó a pedirme insistentemente que habláramos, afirmaba que yo lo había engañado; me pedía que volviéramos, que me fuera con él a su casa. Y yo le repetía que no, que no iba a volver con él, que no me iba a ir con él.

Con estas imágenes María Isabel Covaleda denunció públicamente la brutal golpiza que le propinó su exnovio Camilo Sanclemente. 

Mi rechazo lo enfureció. Me amenazó. Finalmente, se me vino encima y empezó a golpearme en la cara. Fueron tan fuertes los golpes, que yo perdí el conocimiento. Por lo que me dijeron quienes presenciaron los hechos, también me estrelló contra una columna y los dolores en mi cuerpo indican que además de puños, también me propinó otros golpes en distintas partes. Lo que siguió la gente me lo contó después.

Él salió corriendo empujando a todo el mundo, creo que pensó que me había matado, por eso huyó. Más o menos una hora más tarde regresó como si nada hubiera pasado, fumándose un cigarrillo, y me preguntó: “Chiqui, ¿qué te pasó?” Yo todavía estaba muy mareada, como metida en una nube, pero lo reconocí y le dije a la gente que me estaba auxiliando: “Es él, cójanlo, que fue él”.

Llegó la policía. Yo les pedí que me llevaran a hacer la denuncia. Y me montaron en el mismo carro que a él. En el camino me estuvo amenazando. Me decía: “Traidora, mentirosa, esto no se va a quedar así”. Llegamos a la Fiscalía y nos metieron en el mismo salón. El trato fue terrible. No me ofrecieron ni un vaso de agua. Así me tocó esperar horas.

Venía de una golpiza de un hombre que se creía dueño de mí y que por eso decidió que si no estaba con él tenía que estar muerta, y llegué a un lugar rodeada de otros hombres que no me dieron el trato de una víctima sino de una maleante.

Los papás de Camilo me llevaron al hospital. Su mamá me preguntó que qué le iba a decir a mi familia. Me insistía: “¿Cómo te vas a presentar así?” Y yo, muerta del susto, llamé a mi familia y les dije que había tenido un accidente.

El domingo me llamó su mamá a preguntarme si ya había recuperado la memoria. “Como dijiste que claramente no te acordabas”, me dijo. Y yo le respondí: “Sí me acuerdo. Me acuerdo que su hijo me pegó, intentó matarme y siguió amenazándome”. 

El lunes (19 de septiembre) él quedó libre. Me envió un mensaje diciendo que había sido víctima de una injuria, diciendo que la gente se había escandalizado porque vio a “una dama con sangre” y que la sangre es muy escandalosa. Desde ese momento no tengo paz. Tomo pastillas para dormir y no logro conciliar el sueño. Él sigue suelto. No tiene orden de captura. A nosotras no nos han asignado un fiscal para ampliar la denuncia.

Tengo mucho miedo por mi hija. Y por las otras mujeres que han sido maltratadas por él y que se han sumado a estas denuncias”.