BOGOTÁ
Cae la "Rosario Tijeras" de Ciudad Bolívar
Ordenar el asesinato de su exnovio marcó su declive. Intentó huir en medio de una guerra interna en la banda de la que hacía parte, confrontación que dejó una decena de muertos. Intentaba rehacer su vida cuando fue capturada.
En menos de dos años, "Lina" pasó de ser una muchacha trabajadora, que se hacía cargo de su hijo, a una poderosa delincuente que coordinaba la red de sicarios de un jefe del microtráfico en Ciudad Bolívar.
Sus acciones criminales escalaron hasta el punto que, según las investigaciones de la Sijín, intentó matar al hombre del que estuvo enamorada. La Policía la capturó esta semana cuando, luego de una guerra interna que dejó más de diez muertos dentro de su banda, intentaba reconstruir una vida lejos del delito.
Las afugias económicas llevaron a "Lina" hasta el límite. En 2014, cuando tenía 21 años, perdió su trabajo en una fábrica de lijas y decidió acudir a un "gota a gota" para solventar la situación. Cuando no tuvo el dinero para responder por su deuda, vino el cambio radical en su vida. Su prestamista tenía nexos con el Olimpo, una poderosa banda delincuencial que controlaba el microtráfico en Ciudad Bolívar. Entonces, le lanzó una amenaza disfrazada de ofrecimiento: que pagara su deuda trabajando para los criminales.
"Lina" comenzó como expendedora de drogas en una de las seis ollas que la banda dominaba en los barrios Paraiso y Jerusalén. Pronto comenzó a escalar. Su jefe, alias Jorge, la escogió para que transportara las armas de sus sicarios antes de cometer los asesinatos. Al ser mujer, pasaba desapercibida para las autoridades. Hacia 2016, según las investigaciones, ya era la consejera del líder del Olimpo y ayudaba a coordinar los homicidios, ubicando a las víctimas y dirigiendo a los sicarios.
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El 28 de mayo del año pasado, luego de que la Policía y la Fiscalía intervinieron el Bronx, el dominio del Olimpo empezó a tambalear. A la zona llegó alias Víctor, un antiguo capo del grupo criminal el ‘gancho nacional‘, que ostentó durante años un gran poder en la olla más grande del país.
Sin esa plaza, quiso consolidar su negocio en Ciudad Bolívar. Entonces le propuso una alianza a "Jorge". Durante algunos meses, el acuerdo funcionó, hasta que los dos jefes tuvieron disputas por la repartición del dinero fruto de la venta de bazuco, marihuana y cocaína, que les dejaba ganancias semanales de 70 millones de pesos.
Entonces se desató una guerra interna. Para ese momento, "Lina", por cuenta de un amor, ya había entrado en el radar de las autoridades. Se había metido con uno de los miembros de la banda. Cuando terminaron su relación sentimental y él quiso salir de la estructura, ella lo amenazó de muerte con una granada. Y no se detuvo allí. Alcanzó a coordinar, según la Policía, tres atentados contra su expareja.
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Primero lo buscó en su casa, luego en la de su madre y en la vivienda de unos amigos que lo escondían. Nunca lo encontró. Sus antiguos compañeros le avisaban cuando "Lina" le pisaba los talones. El hombre, acorralado, se volvió un informante de las autoridades. Así, los investigadores conocieron la historia de Lina y emprendieron su persecusión.
Mientras tanto, la guerra entre los jefes se intensificó. Cada grupo tenía alrededor de 30 hombres, provistos incluso de armas largas. En noviembre del año pasado, Víctor, el antiguo capo del Bronx, fue asesinado. Lo encontraron en la antigua vía a Llano, torturado, sin lengua. Sus hermanos buscaron venganza. La Policía calcula que más de 10 personas murieron en esa guerra, y otras doce fueron capturadas. Fue entonces cuando "Lina" intentó salir del mundo criminal.
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Se fue a vivir a Fontibón y consiguió trabajo en una empresa de textiles. Creyó que ya la habían olvidado, pero los investigadores seguían tras sus pasos, construyendo los expendientes que la relacionan con varios asesinatos, siguiendo las pistas de su expareja. La Policía la capturó esta semana en la calle, cuando se dirigía a la fábrica de ropa.