NACIÓN
Capturan en Montería a alias La Flaca, exesposa de Otoniel
En una operación de personal de la Dijín de la Policía Nacional fue capturada en la capital de Córdoba.
Blanca Madrid Benjumea, alias La Flaca, exesposa de Darío Antonio Úsuga, alias Otoniel, fue capturada este miércoles 29 de marzo en el municipio de Montería, capital del departamento de Córdoba, en medio de un operativo desarrollado por la Policía Nacional.
SEMANA conoció que el operativo para dar con la captura de la mujer, quien habría sido pareja del extraditado cabecilla del Clan del Golfo, se realizó por miembros de la Dijín, que llegaron desde la capital del país.
“El operativo de captura fue dirigido por la Dirección Especializada contra las organizaciones criminales de Medellín”, dijeron las autoridades.
Alias La Flaca es señalada de los delitos de concierto para delinquir agravado y lavado de activos.
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La captura de alias La Flaca se da luego de dos meses de que alias Otoniel se declarara culpable por los cargos por narcotráfico formulados por un juez ante el Distrito del Este de Nueva York. Pero también luego de que hace menos de esos mismos dos meses la hermana de alias Otoniel, Nini Johana Úsuga, alias La Negra, quedara en libertad en el mismo país.
Lo más reciente que envolvió el caso del temido Otoniel, cuya captura y extradición causó un paro armado en Colombia, fue el asesinato de alias Siopas, Wílmar Antonio Giraldo, en medio de lo que sería una guerra interna que se desató en la organización criminal, precisamente luego de la extradición de su jefe.
Según conoció SEMANA a través de una fuente policial para el operativo de captura de alias La Flaca no fue requerido el apoyo de la Policía de Montería y probablemente será anunciado en estos días mediante una rueda de prensa en la ciudad de Bogotá.
Se declara culpable
Luego de que la justicia leyera los cargos por, entre otras, liderar una estructura criminal y conspirar para introducir narcóticos en los Estados Unidos, el capo alias Otoniel, capturado durante el mandato del presidente Iván Duque, dijo ser: “Culpable”.
Según Otoniel, máximo cabecilla del Clan del Golfo, estructura con la que el Gobierno del presidente Gustavo Petro quiere negociar la ‘paz total’, él dio la orden de la salida de cocaína de Colombia hacia países de Centroamérica con la intención de que luego arribara a los Estados Unidos.
Durante el juicio, afirmó: “Toneladas de cocaína se movieron con mi permiso y mis órdenes de Colombia a Panamá, Costa Rica, Honduras y México”.
Tras aceptar los cargos, Dairo Antonio Úsuga David podría recibir una condena de mínimo 20 años de cárcel en los Estados Unidos.
Su negociación
No tenía ni idea del funcionamiento de la justicia de ese país y quedó mudo cuando le explicaron cómo se mide la punibilidad y la condena que le esperaba. En Estados Unidos se calcula por puntos y el máximo es 43, que tiene la referencia live y significa que se quedaría de por vida en la cárcel. Tan graves eran los delitos cometidos que sumados pasaron por encima del tope de la tabla y llegaron a 52.
Ahí lanzaron el anzuelo. Se denomina “promesa de negociación a futuro”, que es la colaboración eficaz y que le significaría notables beneficios jurídicos, pero todo condicionado a la importancia, validez y contundencia de lo que decidiera contar.
Si aceptaba cargos y colaboraba con la justicia, su tabla de puntos comenzaría tasada en 43 y podría continuar reduciendo su pena, caso contrario a si se iba a juicio. A esto se suma el beneficio conocido como la regla 20, que no es otra cosa que acumular sus procesos en uno solo y con una sola condena.
Otoniel no tuvo más remedio que echar para atrás y pasar del papel de recio combatiente a colaborador. En medio de la dura negociación y planteamientos entre las partes, como muestra de voluntad, expuso los puntos, a manera general, de los temas sobre los cuales hablaría y entregaría información confidencial y privilegiada.
Sin embargo, se le hizo una advertencia: era necesario esperar la sentencia para valorar la información y ahí sí recibir los posibles beneficios. Con absoluta prudencia, le insistían que la clave estaba en la colaboración. Todo el proceso se mantuvo en silencio por reserva federal y la preocupación por las posibles represalias en el mundo del crimen y que cayeran sobre sus personas más cercanas.
Otoniel sabe de asuntos que no son menores: sus relaciones con los poderosos carteles mexicanos, las rutas por Centroamérica y hacia Europa. Y otro punto clave: el movimiento y blanqueo de dinero ilícito por el sistema financiero de Estados Unidos. La Justicia de ese país está muy interesada en estos temas.
A finales del año pasado, reventado por la presión, Otoniel fue de nuevo ante el tribunal, pero esta vez se declaró culpable. En los primeros días de enero, a través de su defensa, le envió una carta a la Corte en la que manifestaba su interés y aceptaba la culpabilidad a fin de no llegar a un juicio en el que ya tenía claro el desenlace.
En un documento con su firma, plasmó la nueva decisión: “Yo, Dairo Antonio Úsuga, (…) he sido informado de que hay una acusación pendiente en mi contra. Deseo declararme culpable de la ofensa imputada para aceptar la disposición de este caso en el Distrito Este de Nueva York, en el que yo renuncio al juicio”. Lo dijo con claridad: “Toneladas de cocaína se movieron con mi permiso y órdenes de Colombia a Panamá, Costa Rica, Honduras y México”. Como parte del acuerdo, también tenía que pagar una sentencia de decomiso de 216 millones de dólares. Era un hecho, Otoniel, el capo de capos, había cambiado de decisión y ahora iba a abrir la caja de Pandora.