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Carlos Antonio Vélez se despacha desde Qatar porque Colombia no está en el Mundial: “El importaculismo nos sacrificó”
Desde Qatar siento tristeza y una gran frustración porque nuestro país no estará enla Copa del Mundo. El importaculismo nos sacrificó. ¿Quiénes son los culpables y qué hay que hacer?
Estoy en Qatar y quiero ser sincero: siento una gran frustración y tristeza de que Colombia no esté en el Mundial. Era la mejor vitrina para que muchas figuras de la selección pudieran despedirse. Era la mejor oportunidad de decir adiós, como lo harán aquí un montón de cracs. Lo primero que se me viene a la cabeza es que todo esto que pasó tiene que servir de ejemplo. No puede haber buenos resultados si no hay actitud, dedicación, trabajo, responsabilidad o seriedad.
Hoy miro hacia atrás y pienso por qué nos quedamos por fuera del Mundial. Fue una clara autoeliminación. Nunca antes se habían cometido tantos errores. Si se hubieran preparado para que esto saliera así, no se habría dado un resultado tan perfecto.
Veníamos de una clasificación a Rusia a los trancazos, con José Néstor Pékerman. En el último partido tuvimos que hacer el famoso ‘pacto de Lima’, que consistió en hablar con Perú para poder avanzar y llegar a la Copa del Mundo. Estuvimos entre lesiones, derrotas dolorosas y una extensión de vida gracias a un cabezazo afortunado de Yerry Mina contra Inglaterra. Pero digamos la verdad: se habían establecido unos privilegios inexplicables, una zona de confort grosera, pereza, convocatorias promocionales y un ‘dueño’ de la selección a la sombra apropiándose del poder de manera desmedida.
En lo deportivo, el señor Pékerman dejó aquí más problemas que títulos. ¿Quieren saber cuántos ganó mientras estuvo como director técnico de Colombia? Siete años y no ganamos nada. ¡Pero nada es nada! Fuimos a un montón de Copas América, y sí, se logró un tercer lugar, el mismo que logró Rueda en Brasil con menos días de trabajo con la selección. Pékerman aprovechó el mejor momento que tuvieron esos jugadores y que fue estelar. Cualquiera hubiera logrado lo que logró él. Sé que a ese señor algunos lo adoran. Pero ese es un tema adictivo que yo no tengo, gracias a Dios.
Luego, llegó la hora de hacer un borrón y cuenta nueva urgente para Qatar. En manos de la Federación Colombiana de Fútbol (FCF) había dos nombres: Zlatko Dalić, actual técnico de Croacia, y el elegido, incluso antes del Mundial de Rusia: Carlos Queiroz. La idea era renovar, acabar con tanto resabio y añadir lo que el fútbol de hoy exige: correr, intensidad, concentración, marca, ida y vuelta. Era necesario admitir que con la técnica no era suficiente. Había que hacer un equipo, porque teníamos un plantel, un grupo de jugadores y no un equipo. El lujito, el toquecito y demás perdieron vigencia. Había que modernizar.
Queiroz, actual entrenador de Irán, selección clasificada a la cita orbital, llegó a Colombia y encontró los vicios del pasado reciente. Jugadores flojos, dispersos y con otros vacíos propios de la inmadurez. Apostó por dos grupos: uno conformado por aquellos que iba sacando por desgaste, y el de los nuevos.
Incluso, en Copa América, armó dos alineaciones diferentes, una contra Argentina, con muchos de los reemplazables, y la que jugó contra Paraguay, con varios de la sangre nueva.Colombia, por ejemplo, desde el 2011 no le marcaba un gol a Argentina y se empezó a notar un gran cambio. Definitivamente, tuvo que experimentar con jugadores nuevos.
Pero llegó la pandemia y Queiroz decidió marcharse a Portugal. Desde allí se conectaba por Zoom con los jugadores, ya que no había otra manera. Sin embargo, varias de nuestras estrellitas se conectaban, pero no prendían la cámara y lo dejaban hablando solo. ¡Un irrespeto total!
Y ojo al siguiente dato: los funcionarios medios de la Federación sacaron al entrenador del hotel y lo mandaron a un apartamento pequeño, quitándole su único entretenimiento, que era nadar una hora todos los días. En cambio, a Pékerman, en su época, le pagaron una suite presidencial en un hotel cinco estrellas. Lo peor es que, si fue tres veces en siete años a dicha suite, ¡pegó en el palo!
Por todos estos desplantes, Queiroz intentó irse. Incluso se marchó al aeropuerto con maletas y todo, pero cedió ante el llamado angustiado del presidente de la Federación, Ramón Jesurún, quien le prometió un cambio en la logística. Aunque lo hizo, fue tarde. Ya todo estaba roto.
Llegó el momento de darle el empujón a Queiroz y se lo dieron. Debo decir que tengo 50 años en este oficio y es fácil sospechar que nueve goles en contra en dos partidos (tres que recibió en Barranquilla ante Uruguay, y el fatídico 6 a 1 en Quito frente a Ecuador) fueron suficientes para salir del técnico. Queiroz se había convertido en una amenaza para los caminadores, los ‘poca lucha’ y los enseñados al ‘dejar hacer y dejar pasar’ de Pékerman.
Queiroz se había reunido varias veces con los técnicos de las selecciones menores, con quienes tenía una comunicación fluida. Con ellos había articulado un plan a diez años con el que buscaría una final del mundo para la selección. Todo, adaptado lógicamente al fútbol de hoy y no al del siglo pasado que aún jugamos. Eso alertó a los que desde hace años parece que ‘compraron’, no pedazos, sino toda la selección. Queiroz se les convirtió en un problema.
Hoy se preguntarán muchos si le hicieron el cajón al técnico portugués. La respuesta es sí. Creo que fueron muchas las personas, empezando porque en la administración de la Federación hubo quienes empezaron a cambiarle las reglas de juego al director técnico en el camino. No hubo buen entendimiento entre la parte logística y él. Por eso, se sintió afectado y perjudicado. En el caso de los jugadores, algunos fueron casi que advertidos de que esta iba a ser su última etapa y no querían soltar, y todavía no quieren soltar la teta.
Las cifras hablan por sí solas. Con Pékerman, en sus siete años, solo les ganamos a cuatro rivales top en 19 juegos. En 2012 se dio el 4-0 frente a Uruguay, y el 3-1 con Chile, además del triunfo 2-0 contra Uruguay en el Mundial de Brasil, y 1-0 contra Brasil en la Copa América. Desde ahí, hasta el 2-0 frente a Argentina con Queiroz, no hubo nada. Nunca le marcamos goles a Argentina.
Con Queiroz, en seis partidos oficiales, antes de la vergüenza frente a Uruguay y Ecuador, el rendimiento fue del 77,77 por ciento. Con él se marcaron 22 goles con 11 anotadores y debutaron 11 jugadores en la selección. Entre ellos, Luis Díaz, Luis Sinisterra, Steven Alzate, Rafael Santos Borré, Jhon Janer Lucumí y Yairo Moreno. Había comenzado un plan de renovación. Al final, el rendimiento de la selección fue del 48,15 por ciento, jugando en casa, factor clave de la eliminación. De 21 puntos, solo se ganaron cuatro. Así era imposible clasificar.
Tras la ida de Queiroz, todos estuvimos de acuerdo, y que nadie se escurra ahora, en que el hombre era Reinaldo Rueda. Un señor con mayúsculas, pero condescendiente, mal acompañado y nada coherente en la ecuación ‘dicho y hecho’. Él sabía qué hacer y era simple: el que esté bien juega; el que esté sano, también; pero el que no, no.
Antes, a la selección, que es la máxima distinción para un jugador, iban futbolistas lesionados, sin actividad, pero amigos. Era la convocatoria de los amiguismos. Eso había que cambiarlo y se debía seguir el legado de Queiroz. De hecho, la era Rueda arrancó bien. Bajó a James Rodríguez, lesionado, quien sacó un comunicado intimidante. Resistió y tiró la famosa frase: “Para estar en la selección hay que estar al 500 por ciento”. Al final, eso lo enterró porque lo que dijo no lo cumplió.
Rueda hizo una muy buena Copa América, sin varias de las estrellitas, y logró el tercer lugar. Incluso se pudo llegar más lejos, pero los arbitrajes y los interesados querían una final entre Argentina y Brasil, y a Messi campeón. El sueño de Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol, se cumplió. Pero nosotros quedamos con un equipo que el mismo Rueda, violando su ley del 500 por ciento, desarmó.
Hay que decirlo sin rodeos: los únicos responsables de la eliminación a Qatar fueron los jugadores y Reinaldo Rueda. La selección pasó siete partidos sin marcar un gol. Jugársela por Duván Zapata, Miguel Ángel Borja y, otra vez, James Rodríguez tiró a Rueda al dique seco. El jugador más confiable, David Ospina, se hizo un gol increíble ante Perú y nos quitó lo que nos regaló en Rusia, en el 2018.
Los dirigentes tienen su cuota porque no vieron lo que todos vimos. Y si lo vieron, no lo corrigieron. Lo más grave es que, en vez de recibir un castigo, los responsables siguen ahí. Los convocan siempre y parece que es imposible ver una selección sin ellos.
Rueda vino, dio un plumazo, llamó a jugadores que había desechado y que sabía que no estaban en un buen momento deportivo, no sé, quizá para quedar bien con todo el mundo. Es un hombre muy querido, pero muy mal rodeado. Porque la gente que estaba con él no solamente era poca en números, sino también corta en la toma de decisiones.
Por eso considero que la eliminación de Colombia fue decepcionante e insultante. Ha sido la clasificación más fácil, óigase bien, más fácil. De los últimos 21 puntos, aparte de los juegos con Bolivia y Venezuela, en los que Colombia marcó su eliminación, solamente se lograron cuatro. Da risa pensar que se perdieron 17 puntos y con uno solo de ellos hubiéramos clasificado. ¿Qué les parece esto?
No puedo dejar de decir que los dirigentes, a mi juicio, no tuvieron carácter. En primer lugar, en la era de Pékerman, se dejaron manejar la Federación. Ese señor Pascual Lezcano hizo lo que quiso con ellos. Con Queiroz llegaron muy convencidos y sé que el presidente de la Federación, hoy por hoy, todavía siente que cometió un error dejando ir a Quieroz. Ese fue el más grande error, más grande que contratar a Lorenzo.
Aquí, desde Qatar, pienso que el consuelo está en cuatro años porque a la Copa Mundial de la Fifa Canadá/Estados Unidos/México, en 2026, se podrá clasificar. De diez equipos en la eliminatoria, irán siete. Sin embargo, es inolvidable e imperdonable porque Qatar era la clasificación más fácil y la botaron.
La selección de hoy la califico con un 2,5. En cuatro años, afortunadamente, van a clasificar siete equipos. En ese universo, de no clasificar, es mejor dedicarse al cultivo de aguacates. Harto necesita la chacra colombiana la presencia de manos y de trabajo.
En cuanto a las estrellas, el que esté bien que venga, eso sí, que esté jugando y que esté físicamente bien. Un aspecto fundamental es la meritocracia, pues esto no puede ser por nombre. Ni por prestigio ni por número de seguidores en Twitter, Instagram o Twitch. No, no y no.
A la selección hay que ir por la ejecutoria deportiva, que pasa por un montón de factores que se miden fácilmente. Si esos jugadores mencionados, cualquiera que sea su edad, están cumpliendo, pues muy bien. Usted los mete en un cedazo y de ahí saca lo mejor. Porque muchas veces está cumpliendo, pero hay uno que está cumpliendo más. Por eso, que se traiga al que mejor esté.
Sobre Lorenzo y James, justamente, el técnico está en libertad de dar cualquier tipo de explicación. Creo que afortunadamente vivimos todavía en democracia y podemos expresar lo que queramos. Otra cosa es que esté diciendo la verdad y otra que uno esté de acuerdo con lo que manifiesta. Él cree que todavía tiene al James del 2014 y han pasado ocho años con muchas paradas, lesiones, idas y vueltas. En segundo lugar, no sé hasta qué punto James une al equipo y eso hay que preguntárselo a los jugadores. Pero a todos, ¿no?
Lo que no se puede olvidar es que siempre el técnico se va y quedan los jugadores que buscan un timonel a la medida y los dirigentes los satisfacen. Mientras tanto, Ecuador se renueva; Argentina lleva 19 debutantes al Mundial; y España apuesta por 20 nuevos en competencia mundialista, entre ellos cuatro jugadores de entre 18 y 20 años.
Jugando pausado, sin explosión, sin intensidad y en muchos casos sin ganas ni actitud es imposible ganar. El importaculismo nos sacrificó. En el fútbol de hoy, el que no corre no juega. Solo ganan los equipos en los que todos juegan y todos marcan. La cautela y la intensidad son factores diferenciales y hoy el juego es más físico. Si esto no cambia, estaremos condenados a ver una selección lenta, sin intensidad, llena de telarañas, con una sobrevaloración cómplice y sin sumar un título al pobre palmarés.
¿Qué hacer? En este momento ilusionar al país no puede ser a través de nombres ya gastados y que futbolísticamente no dan fiabilidad ni garantías. Creo que lo que ilusionaría al país sería utilizar a los mejores jugadores y aquellos que puedan empezar a tener un conglomerado de seguidores que posteriormente pueden irse incrementando en la medida en que su rendimiento sea bueno. O sea, que vayan teniendo la motivación de sus jugadores de crecer y a través de ellos crecer la ilusión por parte de la hinchada.
Quiero decirles, para finalizar, que tengo fe en que el Mundial de Qatar lo ganen los dos equipos suramericanos. Por supuesto que los dos no lo ganarán, pero seguro se encontrarán en el camino porque están al mismo lado del cuadro, y siempre y cuando sean primeros de sus grupos ese va a ser el que le pelee a Francia.
A Argentina lo veo muy bien. Ha crecido un montón con jugadores nuevos. Hay 19 que, por primera vez, van a jugar un mundial, una cosa maravillosa en cuanto a renovación se refiere, y les pusieron a Messi al lado, lo que él necesitaba, no un club de amigos. Brasil está muy maduro para ganar un título. Ojalá se lo gane cualquiera de esos dos, aunque Francia sigue siendo un rival muy peligroso. En todo caso, les repito, es muy frustrante ver un mundial sin Colombia.